Día 16.

52 4 3
                                    


Camila POV'S.




-¿Necesitas algo del super? Voy a ir de compras.- le cuestione a Rubén mientras tomaba mi chaqueta. Él movió su cabeza negando y continuó su trabajo en el ordenador, sin si quiera mirarme, esta bien, sabía que hoy estaba ocupado, pero sólo hoy. Últimamente su humor era más sombrío, sus ojeras habían aumentado y sus manos siempre estaban frías, y no solo yo lo notaba, eso me tenía más preocupada de lo normal.







Mi estadía en el mercado fue más rápido de lo normal, al fin y al cabo, siempre venía con él, peleábamos por que tipo de cereal llevaríamos y pasábamos horas escogiendo los plátanos perfectos. «al menos hoy no tardarás tanto». Pensé para mi misma intentando animarme, aunque me fue en vano.











-Regrese.- puse las compras en la mesa y camine hacía la habitación donde grababa, pero no estaba. Corrí hacía el baño, tampoco estaba, ni en su habitación, ni en la mía. Seguro estaría con Mangel o Alex.





Comencé a sacar las compras y a preparar la cena. Mis pensamientos estaban intranquilos, ¿por qué salió sin decirme nada? ¿a dónde fue? Esas eran las preguntas que podía digerir sin que mi corazón temblará. No quería preguntar más, pero no podía escapar de mi propia preocupación. ¿Estará bien? ¿Y si no esta con Mangel o Alex? ¿Qué esta haciendo ahora mismo?





«Para.» Pensé, ya estaba empezando a "preocuparme de más" como me repetía Rubén cada vez que salía sin decirme nada, pero como no hacerlo, las últimas veces que salió su semblante era distinto, no parecía estresado, me sonreía antes de hacer cualquier cosa. Mierda. Realmente estaba asustada.






Terminé la cena y me senté en el sofá, tomé mi celular y revise la bandeja de mensajes, no había ninguno. Mire a mi alrededor, estaba todo igual, en su mesa del ordenador había tres latas de cerveza, quizá había tomado un poco, o tal vez eran latas de tiempo atrás. No lo sabía, nunca entraba aquí, para él era tan privado, pero hoy me sentía mejor aquí.

La habitación tenía su aroma. Me sentía con él, eso me entristecía.


«9:22pm»






«10:30pm»



«11:45pm»





«1:00am»





«1:45am»






Mis ojos comenzaban a pesar de repente, me recoste en el sofá para descansar un poco, quería llorar, y lo peor es que ni siquiera sabía porque.








Abrí los ojos lentamente, mi cabeza estallaría. Mire la hora, 3:15am, ¿cuanto había dormido?

Mi vista estaba borrosa, parpadee varias veces, hasta que mis ojos captaron algo que sin quererlo, quebró un poco mi corazón. Era Rubén, sentado en el suelo con unas latas más, estaba dormido allí, como un niño pequeño.







-Hey.- susurré para él, me era imposible hablarle bien, mi voz era un hilo.- levantate por favor.- tomé su brazo con intención de levantarlo pero él se despertó enseguida.







-Camz.- susurró con dificultad. Levantó su rostro hacía mi, revelándome a alguien completamente diferente. No era el Rubén de siempre, el que sonreía con los ojos brillando, no era esa persona, era alguien roto.







-Vamos, te llevaré a tu habitación.- mi pecho se sentía pesado, mi corazón ardía, podía sentir mis manos temblando, esa imagen de él derrumbado era mucho para mi.







-¿por qué éstas llorando?.- soltó él de repente observándome fijo. Ni siquiera se cuando paso, sentía las pequeñas lágrimas caer sobre mis mejillas. Estaba allí, arrodillada frente a él, llorando un dolor que no era mío, y eso lo hacia aun peor. Era el dolor de alguien que no queria sentirlo.







-Te quiero, Camila.- dijo él, tomando mis manos fuertemente.







-Y yo.- respondí segundos después.







Sentí sus brazos al rededor de mi cuello, sosteniendome fuerte, abrazandome.







-No quiero llorar.- me dijo suave al oído, con una voz de dolor. No pude evitarlo, la que se estaba ahogando en llanto era yo.







-Yo voy a hacerlo por ti.- le respondí, acariciando su cabello con una mano, y su espalda con la otra.







-Joder.- lo escuche decir con enojo, mientras sentía sus cálidas lágrimas bajando por mi cuello.







Era tanto y a la vez nada. Me sentía una imbécil, como si todo estuviera pasando alrededor mío, ¿por qué no había notado esto antes? Y, aunque me dolía, yo sabia la respuesta. Rubén era un buen mentiroso. Siempre diciendo que estaba bien frente a todos, teniendo una sonrisa en la cara, pero pareciendo estar llorando, ¿hasta que punto una persona puede acumular tanto dolor? Tanto que cuando sale, infecta a los demás, se queda en el aire como un virus, era un fantasma, y el de Rubén era muy grande.







-La vida es tan pesada.- dijo de repente, soltándome, poniendo sus manos en mis rodillas, estaban heladas.







-No lo es, lo que pesa sobre nosotros son los problemas.- le contesté sin tono en la voz, solo por responder.







-Siento haberte hecho esperar aquí sola. Este lugar esta muy frío.- Era una oración tan sencilla, pero no podia entenderla. No entendía su concepto, menos ahora que estaba en ese estado.







-Anda. Levanta, vamos a la habitación.- le extendí la mano y caminamos.







-Voy a tomar una ducha, ahora vengo.- dije frente al baño a lo que él asintio entrando al cuarto.






El agua tibia caía sobre mi. Sentí como sus lágrimas se disolvían, aunque, tenia el presentimiento de que se quedarían grabadas alli para siempre.







Cuando salí lo encontré durmiendo, su respiración era tranquila, me transmitia paz, sus ojos y nariz roja, sus labios entre abiertos, y ese pequeño segmentó de cabello cayendo por su frente. Parecía un angel, era mi angel.


 Parecía un angel, era mi angel

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
30 días con Rubén Doblas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora