Capitulo 1

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Nunca me ha gustado la escuela, la mayoría de las veces no hablo con los idiotas de aquí, y si, cuando no hablo la gente saca sus propias conclusiones, esas que contienen la palabra "puta". O puede que solo digan que soy una infame antisocial. 

Los profesores tampoco ayudan, hablan con voz de dormidos y no son de esos que te puedes bucear en medio de un dictado, o cuando están de espaldas. No. Existe gente fea, oyó. Fea.

-Epa, chama - Escuche la voz tonta de Marcie. Bueno, Marcie Millar seria la persona a la cual no le caigo nada bien, no sé por qué carajo. Ni le hablo. Y hasta le repudia mi nombre, en eso la entiendo; a mi también me repudia el suyo. ¿Qué clase de persona le pone "Marcie" a su hija?, parece un nombre de villana de alguna película con bajo presupuesto.

-¿Qué mierda quieres? - Dije con voz fría, queriendo que se largue.

-La cosa es que tapas con tu cabezota el pizarrón y no me dejas ver. — Dijo con una sonrisa hipócrita.

-Me lo podrías haber dicho desde tu puesto, ¿No?

-Te lo he gritado desde que empezó la clase, pero pareces en otro mundo y me he tomado la molestia de pararme y dirigirte la palabra. — Dijo

-Ajá si, cállate. ¿No te han dicho que hablas mucho? Es más, aunque no puedo modificar mi "cabezota", haré lo posible por que tus ojos vean y por primera vez, tomes notas en clase. Ahora sí, ya puedes irte — Dije poniendo los ojos en blanco. Que fastidio con la gente así.

-Que bueno. Tal vez para la próxima te podrías sentar en una esquina. Así no le estorbas a nadie. Bye — Dijo para después irse riendo, no antes de sacudirme su cabello en la cara, que por cierto era corto. Que tipa más loca.

-Señorita Millar, siéntese de una vez. -Exclamó el profesor de matemáticas.

Bufé y me mordí la lengua para no gritarle la lista bastante larga de insultos que he escrito en los últimos años. Gracias a Dios, las clases son solo 6 horas. Si no, probablemente estuviese con canas verdes.

-Señorita Rojas, ¿cuál es? - Dijo el profesor, que repito, era más feo que el carajo. Era bajito con barriga y medio calvo. Tan solo verlo me da asco. Pobre.

-¿Disculpe?

-Se lo he repetido tres veces desde que termino de hablar con la compañera. Y por favor, ¡espabile!, que parece una despistada — Dijo apartándose. 

Ya va, ya va. ¿Me acaba de decir: espabile? ¿Y que soy una despistada?, pero...¿que le pasa a este viejo?, yo no lo obligue a escoger la carrera de profesor, que se vaya a freír espárragos o números a ver si eso lo apasiona y renuncia.

-¡DESPISTADA! — Dijeron en coro los mala-conducta del salón de clases, y si, dirigidos por Marcie... Que estúpido que el viejo me diga despistada a mí. O sea, hasta me podría haber reído si no estuviera con la lista "de insultos" en la garganta.

Y empieza esto...




Los Lobos... ¿Hablan? (Incompleta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora