Yoongi empezó a abrazarlo con frecuencia, algo que Jungkook jamás pensó poder presenciar. Porque pfft… ¿Yoongi dando abrazos tan fácil como lo era el hecho de respirar? Nop. No sonaba como algo que pudiera pasar en esa vida. Quizá en otra, cuando Jungkook fuera un indigente en África y Yoongi fuera un atractivo turista con tendencia a darle amor a los más necesitados. Pero no. Wow. Min Yoongi, alias No Se Me Da Bien Esa Cosa De Abrazar de repente encontraba preciso prenderse de su cuerpo y besar su mejilla y cuello. TODO EL TIEMPO.
A Jungkook le gustaba que Yoongi fuera amoroso. Le ENCANTABA, por supuesto. Pero le encantaría aún más si su novio no estuviera enfermo y no existiera la posibilidad de que Yoongi le diera todos esos abrazos y besitos como una manera de decir ‘adiós, Jungkook, te voy a extrañar’.
No.
Era muy pronto para que Yoongi se estuviera despidiendo, ¿verdad? Aún le faltaba ser medicado con más quimioterapia y pastillas y otras cosas. Cuando recién había conocido a Yoongi sólo iba a citas que consistían en hacerle chequeos.
Cuando dejó de verlo fue cuando entró a lo que a Jungkook le gustaba llamar ‘muerte lenta’.
Jungkook a veces no entendía por qué los enfermos de cáncer accedían a que les inyectaran algo tan peligroso y mortal como la enfermedad en sí. ¿Estaban tan desesperados por seguir vivos que preferían pasar meses (tal vez años y no precisamente consecutivos) sin cabello, débiles, enfermos y con dolor, cuando existía más o menos un 10% de probabilidad de que vencieran el cáncer? Oh, y sí que podían ‘vencerlo’ pero no les daban la garantía de que no volvería a reaparecer con el tiempo.
¿Qué era la injusticia? …Algo que no era justo, seguro.
Jungkook tenía otra definición. La injusticia era cuando te enfermabas de algo tan serio como el cáncer a tus míseros veintitrés años y no tenías el apoyo de tu familia ni tenías la certeza de casarte y tener hijos y ver a tus hijos crecer o convertirte a ti mismo en un artista amado y admirado por las masas. La injusticia era cuando tenías el cerebro de un artista y tenías en cuenta que no tendrías tiempo para demostrarlo.
La injusticia era cuando tu vida estaba tan hecha trizas que creías que todo se pondría bien porque te habías enamorado del hombre al que le gustaba perderse. Pero enamorarse del hombre al que le gustaba perderse era algo bueno, porque al menos ya era otra cabeza y otro mundo que te apoyaba y te daba besos delicados en tu cuello y te abrazaba fuerte y te susurraba cosas al oído, quizá canciones que él mismo había inventado. Canciones que hablaban sobre lo mucho que le gustaba el olor de tu cuerpo, o lo hermosa que le parecía tu sonrisa.
La injusticia era cuando todo estaba tan perfecto en tu vida que olvidabas que tu novio tenía cáncer.
La injusticia era cuando la vida te abofeteaba con amor.
Era como que, hey, Jungkook. ¡Bang! Ahí te va Min Yoongi, es un muchacho que tiene un corazón de oro y no se lo está pasando muy bien en estos momentos. ¿Qué te parece si le das la oportunidad de conocerte? Vamos, será divertido. Si le hablas te enamorarás de él. Será hermoso pero te va a doler. Además tiene algo así como una fecha de caducidad? Sí… te hará feliz durante un par de meses, quizá años si tienes suerte. Pero luego te lo vamos a quitar. Y ya no lo podrás ver nunca. Jamás. Así que disfrútalo, ¿eh?
Maldita injusticia.
Maldito amor.
Maldita vida.
Maldito todo.