polvo de escombro

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Se escuchó el cerrar de la portezuela del carro de la Doctora Elena. Encaminados hacia el auto unos pasos que,torpemente crujían con las piedras del suelo.
-Doctora Elena , buenas noches, permítame ayudarle con el equipaje.

-Descuide señor Gabriel, es sólo una pequeña maleta de mano, puedo con ella. Le agradecería que estacionara mi coche. Dijo Elena al recepcionista del  CREH con una enorme y característica sonrisa.

- por su puesto señorita, estamos para servirle.

- gracias señor Gabriel.

- Gabriel para ti, Doctora.

-Elena para ti, Gabriel. Replicó la dama.

Gabriel recibió las llaves del auto de Elena, quien acto seguido se agachó delicada y levemente tomando el equipaje de unos 30 cm y levantándolo del suelo de roca se dispuso a dirigirse a la entrada de las instalaciones. Una vez allí, le invadió un sentimiento de culpa que, quizá fue el causante de que sus ojos se humedecieran.

unos pasos se escucharon en el loby, era Elena dirigiendose a los ascensores. inhalò y exhalò, suavemente cerrò sus ojos y dejò que el tan caracteristico  olor del lugar le invadiera los pulmones. Un grujir proveniente de la puerta metalica del ascensor le hizo abrir los ojos y sobresaltarse un poco.  Ya iba aponer un pie en la caja metalica cuando se escuchò la voz de Gabriel llamandole por el pasillo. 

-Elena , señorita elena!

- Oh , Gabriel, què pasò?  Respondio elena girando su cabeza  hacia el lado izquierdo y sonriendole al caballero quien, en silencio pero con una agradable sonrisa estirò su mano hacia elena y abriendo la palma de la misma dejò visible un trozo de tela con flores estampadas.

-Encontrè esto en la entrada al loby, supuse que se le habria caido señorita, nadie mas tiene un gusto tan refinado y bueno como el suyo...

- Gabriel.... siempre tan atento, eres lo mejor de estas instalaciones, Claro, después del cultivo de margaritas del jardin. Dijo Elena brindándole una sonrisa aun mas grande al señor Gabriel y con delicadeza posò su mano en el hombro del anciano en señal de agradecimiento.

-Ahh... Señorita... ese cultivo de margaritas ya no existe. Lo siento tanto, sè que cuando estaba pequeña le encantaba sentarse ahì a leer al señor Poe...

con cara de asombro, elena se cubrió la boca y elevò las cejas levemente.                                                  -No me diga eso Gabriel.. Amaba ese lugar.se puede saber què le pasò?     

-Como todo aquí es confidencial no sabria decirle con exactitud què pasò , pero se rumora por ahí que la Señora Hatsune le prendiò fuego... 

-Miyu? deben ser solo eso, rumores... conozco bien a mi tia. 

Gabriel solo pudo tomar la mano de elena y cariñosamente entregándole su pañuelo le deseò unas buenas noches no sin antes adoptar  una mirada de nostalgia mezclada con tristeza. Elena solo pudo guardar silencio y ver como el anciano se alejaba hacia su oficina en el loby. Elena habia olvidado que la puerta del ascensor esperaba por ella desde hace unos 3 minutos, se girò y apartando la mirada de Gabriel quien ya se perdìa en la curva del pasillo, se dispuso a subir al elevador y asì por fin ascender en el mismo. El rechinar del artefacto no le asustaba, estaba ya tan acostumbrada a èl que hasta le parecìa una grata sensaciòn auricular.

Después de subir 4 plantas, el tronar del ascensor anunciò la llegada al piso de habitaciones ejecutivas. Elena abriò la rejilla del viejo ascensor y se bajò de èl , cerrando tras de sì la puerta del mismo. En total silencio se dirigiò a la habitación 8 , una puerta de madera gruesa le esperaba enfrente, sacò de su maleta de mano un llavero con el cual abriò la puerta dejando en evidencia el deterioro de la misma al sonar gravemente.Haciendo caso omiso a ello, entrò  y pudo vislumbrar todo tan perfectamente acomodado, limpio y sin una mota de polvo o telarañas, tal como le gustaba a Elena. Tal como era antes, tal como Debìa permanecer.

La habitación de unos 20 metros cuadrados  con muebles antiguos pero que no perdían su estilo y elegancia transmitía serenidad al ocupante. Elena sonriò levemente, dejò su equipaje a un lado de la cama y se desplomò en la misma, sintiendo como  el terciopelo acariciaba las partes de piel que la ropa no le cubría dejò que su mente divagara en las distintas formas abstractas que tenia el techo, parches de humedad y una que otra mancha tenían forma de nubes y castillos que le hacían recordar su infancia... Elena cerrò sus ojos y no pudo evitar que las lagrimas de nuevo le invadieran  , ligadas a un ardor en los senos paranasales que advertían del regreso de las lagrimas. 

-¡¡¡No otra vez!!! para ya, detente y compórtate Elena! Se gritaba a sì misma con  coraje el cual que le hizo golpear un lado despejado de la cama. Poniéndose de pie se dirgiò al baño , el cual estaba a unos escasos metros de la mesa de noche, estando ya en la habitaciòn de baño, frente al espejo se quitò los aretes, Acto seguido, abriò la llave de agua tibia y Con ayuda de sus manos  se echò el agua en la cara, se incorporò de nuevo y con una toalla de mano que tenia al alcance se dispuso a secar el exceso de agua de su rostro. Un repentino retorcijon invadiò su vientre y espalda lo cual la hizo doblar del dolor, seguido del punzante dolor, unas nauseas incontrolables se adueñaron  de su estomago, Elena instintivamente, subiò la tapa del inodoro y asomò su cabeza, las arcadas eran de tal magnitud que por segundos le parecìa perder el aire. Un liquido incoloro e inoloro se desplazò de su garganta hacia el inodoro. Sin fuerzas , Elena, se quedò recostada en el mismo, jadeando y respirando con notoria dificultad tirò de la cadena, no sin antes observar el extraño liquido. El dolor aun permanecía en su abdomen. Solo pudo quedarse quieta y esperar a una posible disminución del dolor, para asì ponerse de pie e ir a limpiarse.

-Elena, estas ahi?  se oyò una voz femenina al otro lado de la puerta.

Luciana [EN CREACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora