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Alex vigilaba la ojiazules luego de aquella pelea esta comenzó a marearse y terrible dolores de cabeza. Él no sabía que algo habitaba dentro de la enana, lo mejor es no saberlo...nadie creería esa historia o tal vez sí. El punto es que el gato terminó siendo enfermero personal para la engreída.

—Vete al diablo, gato.—se quejó la chica con una débil voz, apenas tenía fuerza para alejarlo de su vista.

—Eres toda una amargada.—dijo con una voz burla mientras recogía el cabello largo de su hermana.—Todavía no sé cómo tienes novio.

El ladrón no desaprovechó su momento al ver cómo esta terminó cerrando los ojos completamente. Buscó entre los armarios de otra habitaciones—pura gente millonaria—vistiendo de la mejor ropa, la mejor marca. Al quedar vestido no tardó en ir al Casino. Varias miradas posaron hacía él, susurraban algunas damas de lo tierno que se veía, al cabo el no le importaba. Él estaba ahí para ganar dinero rápido y puro efectivo.

—Caballeros...Señoritas.—varias risitas tontas y enternecidas se hicieron presentes varios segundos al ver como el niño de antifaz negro se sentaba en la mesa como todo caballero.
—Largo chiquillo...esto es para adultos.

Una sonrisa juguetona hizo que el hombre gruñera, el castaño sacó una maleta llena de dinero en efectivo.

—¿Comenzamos el juego?

🌃🎆🌃

La ojiazules despertó mareada luego de haber sido drogada. Al ver un vestido rojo con una nota no tardó en agarrarlo.

"Estaré en el casino"

—Idiota.—dijo esta entre dientes.

Al ver aquel vestido recordó como solía vestirse, como Talia la vestía. Esta lo pensó en vestirse hasta que por fin se había cambiado. Al ver que resaltaban sus senos, lo corto que le quedaba y aquellos tacones altos...sé sintió bastante incómoda.

—Estúpido gato.—dijo esta mientras se miraba en el espejo, mirando su cuerpo.—Haré que trague piedras cuando lo encuentre.

Las chicas manoseaban la espalda, hombros y cabello del castaño. Parecían una manada de lobas hambrientas de interés. Sólo con ver que el castaño llevaba el premio mayor no tardaron todos ir detrás de él. Se sentía como un rey; poderoso, rico y guapo.

Un chillido hizo que llamara su atención, un hombre sudoroso iba sentado en aquella pobre silla de ruedas. Parecía que en cualquier momento se haría trizas por el peso. Las chicas al verlo no tardaron en ir detrás de él.

—Bueno...—dijo este con una risita perversa al ver como ellas lo trataban como un bebé, limpiaban su sudor, lo besaban y una que otra manoseada por sus hombros.

El Niño mimado dejó de ser el centro de atención. Implica que esto no será bueno para el juego de cartas o tal vez sí. No tardó en comenzar el famoso juego brisca, claro que el obeso jugaba sucio pero no era problema para el castaño, ya que aún conservaba la montaña de dinero a su lado.

—Señor con toda honestidad fue el mejor juego.—el castaño se levantó de su asiento dando aquel discurso.—Me dolerá más decir esto pero...—mostró las cartas que tenía, Alex comenzó a reír a todo pulmón por haber ganado dinero triple.

No tardó en empacar todo el dinero en la maleta. La ojiazules llegó a tiempo para agarrarlo disimuladamente detrás del cuello, un apretón hizo que el alto chillara.

—¡Bueno!—el gordo hombre apuntó a la chica de vestido rojo, claramente Natalia esparció su talento de jugar con las mentes de las personas. Él veía a una sexy mujer con un vestido que estaba a punto de que sus senos salieran de este escote que apenas podía cubrir un poco.

—Quiere que apuestes a tu novia.—comentó una de las chicas que andaba coqueteando al gordo sudado.—No es por ser grosera pero ella es algo mayor para ti.

Bueno excelente se babeaba con tan solo ver el escote de la dama. Al ver su vestido corto no dudó en sacar más dinero para apostar, tonto de Alex que aceptó apostar a su propia hermana...

—No te enojes, enana.—dijo mientras miraba sus cartas.—Lo tengo todo bajo control.

⚔⚔

—¡Soy más rico que Bruce Wayne!—gritó alegremente Alex que se limpiaba esas lágrimas imaginarias con los billetes de veinte dólares.
—Ahora sí vámonos.

Natalia sabía que ese gordo era Bueno excelente, por lo tanto puso un rastreador en aquella silla de ruedas y otra en su chaqueta. Al salir varias miradas de envidia posaron ante la "pareja" incomodándolos, justamente que entraron a la habitación que hospedaban está le dio una buena bofetada al chico.

—¡Qué te pasa!—se quejó este mientras frotaba su área golpeada.—Eso fue por idiota.—aclaró la chica mientras se quitaba los tacones.—Ahora haré que tragues tierra.

—Pensé que ese vestido te quedaría.—este rápidamente fue a sobar el vientre totalmente plano de la ojiazules.—¿Estás embarazada?—preguntó ya que al parecer el vestido la hizo ver un poco más gorda.
—No.

—Estás desarrollándote muy rápido.—comentó este mientras buscaba entre sus cosas.—Apenas tienes once.
—Tengo trece.
—Niñas de hoy en día parecen adolescente de dieciocho años.

—Soy adolescente.— suspiró aliviada al no tener aquel vestido llamativo.
—Para mí serás una niñita.

Detective y Ladrón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora