Séptima Sesión.

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¡Hey, hola! Esta es la séptima y última sesión. Quedó toda kk porque traté de reescribirla como la tenía en mi celular, pero no pude. En mi teléfono había quedado más kul.

En fin, espero que lo disfruten. Tuve que acortar la sesión y la historia $ting porque recibí quejas de usuarios y de más por la forma en la que Murdoc trataba a Stuart. Si ponemos atención a la historia verídica de Gorillaz, es casi el mismo trato xd.

🌚🌚🌚🌚.

Stuart gritaba con todas sus fuerzas que se detuviera, escuchando como respuesta la risa del contrario.

- ¡Duele! -gritó.

- ¡Disfrutalo, maldita sea!

Los gritos del chico de piel pálida cada vez se oyeron más. Murdoc gruñó y sin perder más tiempo, golpeó la jaula un par de veces, provocando que la rata que estaba adentro, arañara más el estómago del menor.

- ¡Murdoc! -suplicó.

Rodó los ojos y retiró la jaula del estómago del peli-azul, el cual, lo miraba con miedo.

- ¿Te duele?

- ¡Eres un hijo de puta! -afirmó.

...

Se quejó constantemente mientras terminaba de bajar las escaleras. No tenía fuerzas, apenas y poca coordinar sus movimientos. Sentía el ardor en su estómago y los diversos golpes que el mayor le propinaba a diario lo tenían adolorido.

Quería morir ya. No entendía como había aguantado todo eso con su complexión tan delgada. Ya no quería nada. No tenía tantos ánimos de volver a reintegrarse y que todos lo señalarán y mirarán con pena.

Quería regresar el tiempo. Evitar conocer a Murdoc. Evitar la casa colorida. Evitar el destino que ahora vivía.

Un leve sollozo interrumpió el silencio, cuando el menor se levantó lo suficiente para tomar la perilla de la puerta. Introdujo la llave, girándola con violencia un par de veces.

La puerta accedió.

El menor miró el exterior. No sabía cuánto tiempo había estado encerrado, pero ya no recordaba como se veía el cielo. No recordaba como se sentía ser libre. Avanzó un paso.

- ¿A donde demonios crees que vas, pedazo de mierda? -escuchó decir a sus espaldas.

-... -miró al cielo, mientras comenzaba a llorar. -Si me estas viendo... ayúdame... -susurró.

Lo último que sintió, fue como comenzaban a arrastrarlo dentro de la casa colorida.

...

Abrió lentamente los ojos y miró a su alrededor, tratando de enfocar su vista lo antes posible.

Intentó tallarse los ojos, pero solo consiguió percatarse de que se encontraba atado.

- ¿¡Murdoc!? ¡Lo lamento, no planeaba escapar! -exclamó, entrando en pánico.

Observó como el azabache pasaba a un lado suyo, mirándolo con cierto desprecio. Stuart lo sabía, Murdoc no le creía en absoluto.

-Mudz... -susurró, comenzando a llorar.

El mencionado continuó caminando alrededor de la cama, en la cual, lo tenía atado.

Stuart cerró los ojos con fuerza y comenzó a rezar de forma rápida, tratando de convencerse de que todo saldría bien. De que despertaría en ese momento de aquella pesadilla.

Sintió un peso en la cama y abrió los ojos. Murdoc se colocó entre sus piernas, poniéndose de pie y sosteniendo algo en ambas manos.

-... e-escucha... no volverá a pasar, por favor... -se vio interrumpido.

-Cállate. -obedeció. -Siempre que intenté alimentarte, devolvías la maldita comida.

-... -pasó saliva. -No me gustaba...

-Es lo que hay, ¿No quieres comerla? -el peli-azul negó un par de veces. -Bien.

Arqueó la espalda y jaló con fuerza la cuerda de sus manos, lastimando sus muñecas. Un grito ahogado salió de la boca del menor cuando la primera mancuerna cayó en su estómago.

- ¡Duele! -exclamó.

-No quieres comer.

La segunda cayó, haciendo que el peli-azul buscará con desesperación como liberarse. Las heridas ocasionadas por la rata, comenzaron a sangrar y Murdoc levantaba las mancuernas, solo para dejarlas caer de nuevo en el estómago del menor.

Stuart miró hacia un lado cuando el vómito le fue imposible de retener. Murdoc se detuvo luego de dejarlas caer seis veces.

- ¿Sabes? Con una vez habría bastado... -susurró, comenzando a desatarlo.

El menor no le respondió, su cuerpo no le respondía. Solo sentía las pequeñas convulsiones y las arcadas.

-Aún no termino, Stu. -le sonrió, desabrochándose el pantalón.

...

Diversas quejas se escuchaban, mientras el peli-azul se arrastraba por el suelo. Ya todo iba a terminar.

Tomó la chaqueta de Murdoc de una de las sillas del comedor y sacó su teléfono. Las lágrimas salieron cuando vio que tenía batería.

Pulsó "llamada de emergencia" y tecleó los tres números que lo sacarían de aquel infierno. Pegó el teléfono a su oreja y esperó a que la operadora se hiciera escuchar.

- ¿Ho-hola? -cuestionó con dificultad.

-Buenas noches, ¿Podemos ayudarlo en algo? -escuchó por el otro lado de la línea.

-S-soy Stuart Pot... -murmuró. -... N-no sé cuánto tiempo llevo encerrado... pero necesito ayuda...

🌚🌚🌚🌚.
AHHH, no se asusten, las engañé. Si recibí quejas, pero $ting seguirá con tal vez 10 sesiones más.

$ting. 『2Doc/TERMINADA』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora