Primera sesión

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Se me olvido aclarar:
✨Lo escrito con letra normal, es lo que sucede en tiempo real.
✨Lo escrito en cursiva relata la historia entre Mudz y Stu.
🌚🌚🌚🌚.

El oficial Reynols cruzó por la pesada puerta de metal, dejando ver a un peli-azul en el suelo. El chico de piel pálida, se encontraba sentado en el suelo, jugando con pequeños coches de juguete.

Reynols tomó asiento en una silla de frío metal, mientras apoyaba sus codos en sus piernas, mirando con cierto desprecio al peli-azul.

— ¿Sabes? Odio a los de tu tipo. —afirmó. —No son más que basura.

El menor se detuvo al escucharlo y se quedó quieto.

— ¿Acaso no escuchas? —se atrevió a preguntar.

Se volvió a verlo de reojo, retirando algunos mechones azules de su rostro. Le sonrió con inocencia, alzando su mano, dando a entender un Hola.

El oficial lo miró un tanto confundido. Lo estaba insultando (de alguna forma) y el contrario se limitaba a solo sonreír.

— ¿Qué mierda te tiene tan contento?

—Que te vas a morir. —afirmó, ladeando la cabeza, aun sonriéndole.

Reynols se levantó exaltado ante la respuesta del chico.

— ¿¡Qué!? ¡No te hagas el chistoso, mocoso! —exclamó, tomándolo del cuello de su camiseta.

—... —miró la ventana polarizada detrás de ellos. —No puedes hacerme nada.

El oficial abrió la boca, dispuesto a decir algo, pero le ganaron la palabra.

—Si me haces algo, un montón de policías entrarán por esa puerta. —susurró, con cierto aire burlón. —Ellos nos están viendo por ahí. —señaló la ventana.

—... ¿Cómo lo sabes?

—He visto programas, gracias por confirmarlo. —se liberó del agarre y se sentó de nuevo en el suelo, comenzando a jugar. — ¿Ya puedo ver a Murdoc?

—No.

La mirada del menor cambió radicalmente. Se puso de pie lentamente y miró con odio al oficial Reynols.

— ¡Déjeme ver a Murdoc!

— ¡Ya te dije que no! ¡No volverás a ver a Murdoc!

Stuart pateó la mesa que se encontraba al lado de ellos, tirándola al suelo.

— ¡Quiero a Murdoc! ¿¡Por qué quiere separarnos!?

Antes de que Reynols reaccionará, ya estaba siendo asfixiado por un peli-azul.

El menor tembló un poco al sentir una corriente eléctrica recorrerle todo el cuerpo. Soltó al oficial y se dejó caer al suelo, sufriendo pequeñas "convulsiones".

— ¡Eres un hijo de puta! —le gritó. — ¡Me electrocutaste, bastardo!

— ¡Escucha, estás enfermo! Solo quiero saber que sucedió con Murdoc. —afirmó, haciéndose el cabello hacia atrás. —Quiero ayudarte, Stuart.

El mencionado lo miró por unos segundos, mientras tomaba nuevamente asiento en el suelo. Pasó el dorso de su mano por sus labios, retirando un poco de saliva.

— ¿Después podré ver a Murdoc?

—Trataré de hacer lo posible.

Suspiró con pesar y lo miró. Comenzaría a relatar lo que nadie más sabía, se suponía que era un secreto entre él y Murdoc, pero tenía que hacerlo, era la única forma de volver a verlo y confirmar que estuviera bien.

Apoyo su mentón en la palma de su mano y le levantó el dedo del corazón al oficial, el cual, rodó los ojos.

El joven Pot miró las paredes.

—Debe de prometerme que veré a Murdoc después de esto.

—Lo veras cuando me hayas contado todo.

El menor lo miró, sonriéndole. Gateó hasta el oficial Reynols y se arrodilló frente a él, para luego, relamerse los labios.

— ¿También...? —se levantó, hasta tomarlo del cuello. — ¿También quiere que le cuente cuando tuve sexo con Murdoc? —le susurró.

Reynols lo empujó, mandándolo de vuelta al suelo, provocando que el chico pálido riera.

— ¡Habla de una maldita vez!

Asintió.

El peli-azul miraba con sorpresa aquel ramo de flores frente a él.

—Y... bueno, ¿Lo vas a querer o no?

Stuart tomó aquel regalo. Nunca en su vida imaginó que alguien le obsequiara rosas... marchitas.

Sonrió y le besó la mejilla al satánico.

—Gracias, Murdoc.

—N-no es nada...

Lo tomó de la mano y ambos comenzaron a caminar hacia aquel restaurante de comida mexicana, que Murdoc le había presumido tanto.

Llevaban meses conociéndose, gracias a una buena amiga de ambos: Noodle, una japonesa que se encontraba en ese momento en su tierra natal.

Al llegar al restaurante, ambos tomaron asiento. Murdoc pidió tacos para ambos y unas cuántas cervezas.

—Me gustas mucho... —murmuró el menor, mientras veía como el satánico enredaba sus dedos en su cabello.

—... También me gustas, Stu. —lo miró.

El mencionado sintió un ligero cosquilleo en el vientre y le sonrió como idiota. Amaba absolutamente todo de Murdoc, desde su nariz fracturada hasta su inusual piel color verde.

— ¡Bueno, a comer! —dijo el mayor, cuando les trajeron la comida.

...

El peli-azul le contaba como había conocido a la japonesa, omitiendo algunos momentos vergonzosos que llegó a vivir con ella.

Murdoc, por otro lado, ignoraba sus palabras, solo se dedicaba a mirarlo con atención. Dirigió su vista hacia atrás, notando como un chico no le quitaba la vista al peli-azul.

— ¡Hey! —gritó para llamar la atención. — ¡Es MI chico! —lo tomó de la cintura.

El joven Pot sintió como sus mejillas ardían, para después, apresurarse a abrazar al contrario con fuerza.

—Idiota. —murmuró Murdoc, mientras volvían a su camino.

—... eres muy tierno, Mudz.

—No me lo dicen seguido. —lo mira. —Eres el primero con el que soy así.

Stuart sonrió aun más, no podía negar que se sentía afortunado y hasta cierto punto halagado por aquello.

El peli-azul se detuvo cuando escuchó como abrían la puerta, sonrió al ver a la doctora que cuidaba de él. Una rubia, novata, podía notar que nerviosa se ponía al estar a su lado.

Se levantó del suelo y corrió a abrazarla, provocando que la doctora soltara un grito.

—Algo no está bien. —afirmó el oficial. —Me cuentas que Murdoc y tu eran muy unidos y que se querían mucho. —el menor asintió. — ¿Cómo es que ambos terminaron... así?

— ¡Rachel, que bueno que viniste! Necesito divertirme. —señaló al oficial. —Ese viejo me esta preguntando muchas cosas.

—L-la sesión te-terminó. —logró decir Rachel.

—Bien. —dijo Reynols, poniéndose de pie. —Nos vemos la próxima semana, Stuart.

El mencionado le sacó la lengua.

$ting. 『2Doc/TERMINADA』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora