CAPITULO VIII

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Objetivo: Ino

—Aquí tienes.

Sai había sido capaz de arriesgarse a pasar entre la multitud de alumnos que se hacia en la cafetería, solo para conseguir algo de alimento para la Hyuga.

Cuando extendió ese rol de canela frente a su rostro, ella no pudo evitar observar al azabache. La sudadera que llevaba, estaba desalineada al igual que su cabello. También se notaba agitado y el sudor caía de su frente.

—Estas horrible —tomo el pan de las manos del chico.

—Ya somos dos —sonrió y se sentó a su lado.

—¿Qué me querrás decir? —musitó antes de darle un buen mordisco al rol.

El silenció que se había formado era agradable, no era tenso como hasta hace un momento. Quizás era por que ambos son iguales: enamorados de alguien imposible y de un mundo diferente.

—¿Desde cuándo... —Sai la observó atento—, te gusta Ino-san?

Desvío la mirada al frente, al lugar dónde aun se encontraba la Yamanaka.

—No lo se —contesto—. Solo se que de un momento para otro, ya no podía quitarle los ojos de encima.

—¿Le has hablado?

—No.

Hinata miro el empaque del pan, ahora vacío.

—No lo entiendo.

—¿Eh?

La ojiperla se levanto y se posicionó a su frente. Tomo aire por la boca y tensó los puños.

—¡Idiota! —grito fuerte y claro llamando la atención—. ¿¡Cómo puedes ser capaz de decir qué es tu musa sin siquiera hablarle!?

—Hinata-san —la tomo de la muñeca—. No entenderías.

—¡Tu eres el que no entiendes! —se soltó de su agarre—. ¡Yo se lo horrible que se siente amar a alguien y que este no te mire! —su pecho dolió—, por eso quiero ayudar, quiero cambiar tu situación...

Todos los miraban, se centraban en ellos, el ruido ya era mínimo. Pero, Sai y Hinata no lo notaron. No se dieron cuenta de quienes los miraban. Ni prestaron atención en quienes los oyeron.

De los labios del chico salió una gran sonrisa, una que se mostraba cada vez que reía, al igual que este momento. Parecía que todo lo que había dicho la Hyuga le dio gracia, que no lo tomo enserio.

—No te burles —oculto la humedad de sus ojos tras sus anteojos—. No lo hagas.

—Esta bien —se levanto quedando a su altura—. Gracias Hinata-san.

~♥~

Al terminar la hora del descanso, ambos se fueron juntos al salón de clases. Hinata se sentó entre sus dos amigos junto a la ventana, y Sai en frente del Uzumaki.

Ya en clase, mientras Kurenai escribía sobre la pizarra, la ojiperla lanzó una pequeña bola de papel que golpeo la nuca del chico de pálida tez. Este volteó y fulminó con la mirada a la culpable, después tomó el papel del suelo y lo abrió leyendo su contenido.

«Manten observada a Ino-san»

Levanto el pulgar sin voltearla a ver. Estaba de acuerdo.

Volvió a leer y sonrió ligeramente. “Suena a algo que harías tu, acosadora-san.”

Así pasó la clase. Los ojos perla y onix no se apartaban de la rubia porrista.

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