CAPITULO XI

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Una nueva relación parte II:
La distancia entre nosotros

Hinata observo como el Inuzuka se alejaba a paso lento, y desaparecía tras pasar la reja de la Universidad. Bajo la mirada hasta que el flequillo le cubrió gran parte del rostro. Una mano se posiciono en su hombro llamándole la atención, volteo a ver a la persona aun cabizbaja y le sonrió.

—Sigamos.

—Si, Shino-kun.

Ya habían pasado varios días, alrededor de una semana; ahora era martes y el intento de la Hyuga y el Aburame por recuperar a su extrovertido amigo aun no daba frutos. El Inuzuka se mantenía apartado y sumergido en sus pensamientos, cortante e inexpresivo. Lo contrario a su personalidad.

El azabache que acompañaba a la ojiperla, se despidió y tomo una desviación. Hinata siguió su rumbo, paso dos cuadras y giro en la esquina. Desde lo lejos pudo admirar como Naruto bajaba del auto de su novia y se despedía de beso, un muy largo y asqueroso beso.

Apretó su coleta, acomodo sus anteojos con el dedo índice y siguió caminando hasta llegar a la puerta de su casa, ignorando a la melosa pareja que no había notado su presencia. Los miro por última vez antes de entrar en la arquitectura.

Llego a su habitación azotando la puerta a sus espaldas, cerro las cortinas y se tiro a la cama. Se abrazo a la almohada y se embarcó en un profundo sueño.

Al día siguiente, se levanto con la esperanza de que todo halla cambiado.

Llego a la Universidad, atravesó el umbral del salón de clases y se sentó en su sitio.

—Hinata-san —palmeo su hombro—. Oye Hinata-san, ¿me escuchas?

La Hyuga levanto su cabeza de la mesa, al parecer se había quedado dormida. Volteo con el compañero que la llamaba posicionado en la banca de atrás.

—Perdona, Sai —bostezo—. ¿Qué ocurre?

—Te acaban de nombrar —señaló al profesor.

—¿Ah? —se levanto de un salto—. ¿¡Si!?

Todos soltaron una gran y sonora carcajada en burla de las acciones de la azabache, el maestro a su frente los callo y anoto algo en la lista. Hinata, por su parte, volvió a sentarse y oculto su sonrojado rostro tras un libro.

Si esa mañana se torno mal desde el primer momento, aun no era momento para cantar victoria: a la hora del almuerzo, la Hyuga fue a la cafetería y compro una sopa miso, paso entre la multitud de alumnos y, cuando creyó que estaría a salvo, mientras pasaba por las mesas se resbaló con una envoltura de galletas vacía. Toda su sopa se tiro encima de Karin y esto ocasionó que Tayuya, la amiga de esta, le vertiera un refresco sobre su cabello.

Hinata no tenía un cambió de ropa y era seguro que esta vez Shion no le prestaría alguno, así que se lavo el cabello en los lavabos y se puso la sudadera que llevaba, hasta hace un momento, amarrada a la cintura.

Al salir del baño, miro que el Inuzuka caminaba no muy a lo lejos de donde se encontraba ella. Lo siguió en silencio, hasta que Kiba se sentó debajo de un árbol con pocas hojas en un costado del patio, se puso los articulares y cerro los ojos perdiéndose en su mundo. Hinata fue a su lado, se arrodillo y lo asusto al cubrirle los párpados con sus frías manos.

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