CAPITULO IX

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La fiesta después del partido:
En el nombre del amor

Fin de semana y el último partido antes del invierno, antes de que la nieve cubriera el suelo por completo; estaban llegando a su fin.

Un juego con el marcador a favor del equipo visitante. Los Zorros de Konoha no se encontraban en racha a cinco puntos menos. Aún así, no se daban por vencidos, no declararían su derrota, seguirían dando lo mejor de sí. Así son ellos.

—¿Podrías reconsiderarlo?

—Hagamos un trato —tenso los puños—. Un touchdown, si logramos un touchdown ganaremos. Entonces me dejaran en paz.

Sonrió claramente el chico a su frente tras acomodar sus anteojos con el dedo medio.

—Me parece bien, Sasuke.

Ya no era secreto, la Universidad no Oto estaba tras el Uchiha, querían reclutarlo en su equipo a pesar de que esté se negara. Pero, al finalizar este juego, todo quedaría resuelto. Ya no se discutiría mas.

El entrenador Gai soplo su silbato y todos regresaron su respectiva posición. Era el turno del Uzumaki recibir el balón.

Todo el campo estaba hecho un escandalo: gritos, ánimos, música, rutinas y cuanto mas. Entre estos estaba Hinata, ella dejo su clarinete de lado para animar con gritos inaudibles al número nueve del equipo de Konoha.

El silbido se escucho, la última jugada inicio y el ovoide cayo entre los brazos de Naruto. Con la vista al frente empezó a correr, ignorando todo y evitando ser tirado fue como se movió por la cancha. Sasuke y Lee lo siguieron por detrás, se convirtieron en su escolta cuidando su espalda.

Kabuto, el líder de "Hebi", se impulso para caer encima del rubio. Sus planes se terminaron cuando cayo encima del azabache de cejas encrespadas, por error.

Los Zorros de Konoha marcaron una nueva victoria.

~♥~

Ahora, la noche era demasiado ruidosa y las felicitaciones no terminaban. La fiesta después del partido acababa de comenzar.

Hinata se miro de arriba a bajo una vez mas en su espejo de cuerpo completo. Llevaba un vestido corto violeta, gafas, unas zapatillas negras y el cabello suelto. Patética ante sus ojos.

Salio de casa y miro a su castaño amigo sentado en la banca del jardín. 

—Perdón por hacerte esperar.

Kiba se levanto y se encamino hacia ella.

—Llegaremos tarde —sonrió de lado él.

—Tendremos que correr —guiño el ojo izquierdo—, ya que esta tan lejos.

Una conversación sin sentido y llena de sarcasmo comenzaron, puesto que la fiesta se estaba dando en la casa Uzumaki, justo a lado de donde se encontraban.

La música estaba a tope, todos ahí bailaban o conversaban alegres. Incluso había botanas y bebidas. Lo típico de una fiesta.

La ojiperla siguió al Inuzuka hasta la cocina, pasando entre la multitud. Al llegar, lo primero que vieron fue la mesa repleta de los aperitivos que todo se encontraban degustando. Kiba fue directo a la nevera, saco una bolsa de hielo y lleno dos vasos con ellos; luego, tomo una botella de vodka y la sirvió.

—Aquí tienes —ofreció uno de los vasos a la azabache.

—¿Ah? —miro con detenimiento el recipiente—. Kiba, yo no...

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