CAPITULO XIII

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Con el término de las clases y el inició de las vacaciones, la familia Hyuga se dedicó a adornar de cabo a rabo toda la casa para las próximas fiestas, obviamente, con la ayuda de la joven Hinata. Eso disminuyo su contacto con Kiba, delimitando a mensajes y llamadas por la noche.

Para compensar el tiempo perdido, ambos acordaron verse un día antes de navidad. Permitiendo así que el mero día, lo pasen con sus familiares.

Esa tarde, la ojiperla vistió con unos jeans ajustados, una chamarra en tono azul celeste y unas botas cortas; se hizo una coleta en lo alto de la cabeza y acomodó una bufanda alrededor de su cuello. Además incluyo sus anteojos. Quizás no iba perfecta para una cita, pero estaba bien para afrontar el frío que hacia.

—¿Llegue tarde? —cuestionó ansiosa al llegar y abrazarlo.

—Si te dijera: 'acabó de llegar' se oiría muy raro, ¿no lo crees? —levanto lo brazos a la altura de los hombros—. Mejor te diré: no importa el tiempo que tardes, yo siempre estaré ahí para ti. Esperándote.

Sus palabras le subieron el color del rostro a la ojiperla. Jugo con sus dedos mientras desviaba la mirada.

—¿Vamos? —pregunto extendiendo el brazo a ella.

Al aceptar, caminaron entre la poca gente que andaba por las calles ya que la mayoría prefería quedarse en casa y beber un poco de chocolate.

El lugar dónde se dirigían sería perfecto para su primera cita oficial como pareja: el planetario. Un lugar donde podrías admirar las estrellas, constelaciones y demás; incluso si aun es de día.

Cuando llegaron, se sentaron en los asientos del frente, uno al lado del otro. Ahí admiraron todo el espectáculo mientras se tomaban de las manos.

Al terminar la presentación, ambos salieron con una sonrisa y aún unidos de sus extremidades.

—Ojalá pudiéramos tener estrellas así todos los días —clamó ella.

—Querrás decir noches.

—Bueno si —se encogió de hombros—, pero sería lindo que también salieran de día.

—Para mi sí salen —desvío la mirada al sentir la sangre subirle al rostro—, ya que tú estas en mi vida.

—Kiba-kun... —se sonrojo igual y miró a otro lado notando un pequeño restaurante—. ¿Qué tal si vamos allá? —señaló.

—Sí, porque no. Nunca lo había visto, quizás sea nuevo —al acercarse a dicho sitio, leyó el nombre del lugar—: "Ichiraku ramen." De seguro venden ramen.

—Quizá por eso se llame así —sonrió de lado—, y eso que lo acabas de leer.

—Solo afirmaba.

—Si claro —sonó burlesca.

—Hina...

—Bueno, hay que entrar —abrió las puertas encontrándose con el interior del puesto. Era mas amplió de lo que parecía.

Al fondo se encontraba la barra y, detrás de esta, un viejo hombre meciendo los fideos. Entre las mesas, la que podría ser la mesera, una chica de largo cabello marrón. Había poca gente a pesar de las fechas. Hinata y Kiba se sentaron en la barra frente al hombre.

—¿Qué desean? —preguntó él puesto que la chica no se encontraba cerca.

—Pediré... ¡Un ramen de miso puerco! —esta frase fue compartida por el Inuzuka y la persona de su lado.

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