CAPITULO XVI

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Semestre nuevo, compañeros
nuevos y nuevas experiencias

Una multitud se iba formando a cada segundo frente a las grandes listas fuera de la dirección, tanto chicas como chicos se empujaban para poder llegar al frente. Entre ellos, se encontraba Hinata y Kiba que, unidos por sus manos, avanzaban entre el gentío.

Kiba jalo de su brazo trayendo a su novia hasta donde el se encontraba, el cual era un buen lugar para localizar sus nombres.

—Mira —señaló la Hyuga con su dedo índice de la mano libre—, me toca en el aula treinta y cuatro.

El castaño le sonrió y volvió a fijarse en el cartel. Leyó cada uno de los nombres que estarían en el mismo salón que la ojiperla, pero no logró encontrar el suyo. Sólo uno que se le hacia muy conocido. Miro las listas de los otros grupos hasta que por fin logro localizarse, él tendría que asistir a clases en el aula cuarenta y tres, exactamente, al otro lado del campus de donde se encontraría el de Hinata.

Con la cabeza baja, se saco a él y a la azabache de la turba de personas. Le paso el brazo por los hombros y empezaron a caminar por el largo y amplió pasillo.

—¿Sucede algo? —cuestiono ella al notar seriedad en la mirada de su acompañante.

Kiba soltó un suspiro y, tras dar media vuelta en dirección a los salones del edificio D, dijo:

—Es sólo que, como este es nuestro primer semestre como pareja, yo —giro la cabeza y observo a Hinata—, yo quería estar contigo en la misma clase.

No dijo nada, le sonrió nítidamente y se detuvo a unos cuantos pasos antes de llegar a las escaleras.

—¿Suena demasiado posesivo? —vacilo él.

—No —beso su mejilla y se aparto de su lado subiendo tres escalones—. Es demasiado lindo, sólo que tendremos que aguantar este alejamiento de tres a cinco horas —acomodo su mochila en el hombro—. Se que podrás resistirlo.

—Lo intentare —contesto al ver subir a la Hyuga—. ¡Pero sino resisto tendrás que aguantar mi alma en pena!

—¡Eso ya lo veremos! —grito asomando la cabeza por los barandales, ya del segundo piso.

Hinata le dedico una ultima sonrisa, una llena de apreció y diversión; y siguió con su camino. Subió hasta el cuarto piso deseosa de que la universidad optara por poner elevadores, y avanzo por el pasillo hasta llegar por fin al salón treinta y cuatro.

El ambiente del aula no era nada diferente del que ya había experimentado antes en los demás semestres: ya podían mirarse la división de chicos y chicas en distintos grupos, ya sea mixtos o de un sólo genero, compartiendo información de sus vidas.

Exhalo un poco de ese aire con olor a mentas que se esparcía por todo el lugar y se decidió por adentrarse. Algunos la miraban con cara de extrañados, como si nunca hubieran visto a una chica de cabello azabache tomado en una coleta en lo mas alto de la cabeza, con lentes, jeans y sudadera gris; sin olvidar una mochila marrón. Otros actuaban como si nada pasara, como si ellos y su grupo fueran los únicos en el salón.

Escogió, de entre todos los lugares vacíos, sentarse frente a la chica de pelo marrón extrañamente familiar junto a la ventana, el asiento que suelen ocupar los protagonistas del anime.

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