CAPITULO XVII

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Entrenamiento: el siguiente partido se acerca

Sentada en el marco de su ventana se encontraba Hinata, con la vista al cielo nocturno iluminado con la inmensa luna llena. Entré sus brazos se encontraba el cuadernillo que utiliza para hablar con su vecino o, bueno, que solía utilizar. Desde que entraron al nuevo semestre ni siquiera se han mirado.

En estos momentos, una fría noche de jueves, la azabache deseaba más que nada tener la oportunidad de hablar con alguien. Quien fuere. Poder sacar todos los sentimientos que tiene en el pecho y, si es posible, poder gritarlos.

Admiró la portada de la libreta y, con una tenue sonrisa, hojeó deteniéndose en algunas frases o preguntas que ella había escrito con anterioridad en respuesta a las que le hacía Naruto. La que contempló por más tiempo fue una que sólo mostraba una línea un poco inclinada a la derecha.

“¿Qué habré querido decirle ese día?” pensó tratando de recordar.

Al día siguiente todo seguía igual. Pasillos concurridos por alumnos que mostraban una cara de odio por el estudio y la vida, ese terrible olor a sándwich viejo, colonias, perfumes y sudor; el incesante sonido de murmullos y la campana después de cada clase.

Un día más.

Lo único que mejoraría y que haría que la Hyuga rompiera esa monótona rutina que ya se había creado en menos de una semana, era que al finalizar las clases tendría que asistir a una reunión con los chicos de la banda. Podría volver a usar su clarinete y animar a Naruto en su siguiente partido.

En la clase de historia, mientras el profesor Yamato contaba el cómo surgió la prestigiosa Universidad de Konoha, Hinata miró por la ventana perdiéndose en sus pensamientos.

Era verdad, lo único que la motivaba a seguir esas prácticas con los de la banda después de clases era el poder animar al rubio, pero ahora era diferente. Ya no sentía la necesidad de seguir haciéndolo, ni siquiera el pasar tiempo de calidad con Kiba la motivaba a seguir practicando.

—Hyuga-san —retumbo por sus oídos y volvió a la realidad.

Miro a su alrededor con una cara atónita y de confusión, todos tenían sus ojos en ella, en especial el profesor Yamato; sus ojos de enfadó estaba mirándola directamente a los de ella.

—¿Sí?

—Presta atención, por favor. Esto vendrá en el examen.

—Sí, Yamato-sensei. Lo siento.

Se encogió de hombros y miró al frente pretendiendo que escuchaba la historia de la universidad, ya que seguía pérdida en sus pensamientos.

~♥~

La mano de Kiba estaba sudorosa, no sabía si era por el calor que hacia ahí en la campo o si era porque ya llevaban mas de quince minutos tomados de las manos mientras escuchaban las indicaciones de Tenten.

—El partido será el sábado de la siguiente semana, se que es muy apresurado y que no tenemos mucho tiempo para ensayar; pero yo confió en ustedes, ya que tenemos la experiencia necesaria —animaba firme y directa con determinación, sin cometer error alguno—. Además, nosotros no somos los que estaremos jugando —se escucharon un par de risas—. Bien, eso es todo. ¡A practicar!

—¡Sí! —gritaron al unísono todos alrededor de la castaña.

La mayoría de chicos se dispersaron, quedando tan sólo la dulce pareja y la castaña. Tenten les sonrió y con paso firme se acerco a ellos.

—¿Qué ha sido de ustedes?

—Pues ya vez, cosas de pareja —contesto Kiba de lo mas neutral.

Hinata trataba de prestar atención a la conversación que había fluido entre ambos castaños, pero por mas que los miraba no lograba obtenerlo.

—Chicos —mascullo débil, aun así fue suficiente para que la mirasen—, voy a practicar, nos vemos al rato.

—¿Quieres que te acompañe? —cuestiono Kiba levantando la caja de su trompeta que tenía tomada con la mano izquierda.

—No —murmura para luego hablar con más fuerza—: me gustaría practicar sola.

—Entiendo —plega sus labios.

—Nos vemos al rato, ¿si?

Miro fijamente al rostro del Inuzuka con ojos pispiretos, sabía que con ellos lograría su cometido. Al igual, plegó sus manos a la altura de la barbilla y hacía sonidos de perrito regañado. Era un plan infalible que no tenía posibilidades de fallar.

Kiba suspiro y dijo resignado:

—Esta bien.

La Hyuga salto de alegría y, después de besar al castaño en la comisura de los labios y abrazar a Tenten para despedirse, se marcho rebosante de triunfo. 

Pero, aunque haya demostrado un poco de alegría ante ellos, era obvio que no se sentía así. Era más seguro que estuviera triste, más no feliz. Confundida pero no aclarada. Anhelante de soledad, pero a la vez de compañía sólo que, no de ellos.

Tomo asiento en la tercera fila arriba de las gradas, junto a ella el estuche del instrumento que la acompañado en todas esas batallas por el amor que ya no siente. Lo saca y sostiene firmé frente a sus labios preparados para tocar, posiblemente, su última canción puesto que planea dejar todo eso de lado después de esa tarde.

Notas llenas de sentimientos, recelo, amor, tristeza, enfado, confusión... Sentimientos que deja fluir libremente por todo el campo que muy pocos se detienen a escuchar. Entre ellos, Naruto, que se detiene al centro de la cancha con la mirada directo a ella, dándose cuenta de que por las mejillas de la azabache han comenzado a caer gotas de suma debilidad.

No lo piensa dos veces y, asiendo caso omiso a Sasuke que le grita una y otra vez que vuelva inmediatamente, empieza a correr. Va lo más a prisa que puede pero parece que ella se va alejando. Aún así, avanza sin vacilar hasta llegar a ella.

Podía sentir que era la carrera de su vida, pues el corazón le quería salir del pecho, no sólo por haber corrido, sino por verla de tal forma. Destrozada. Con su compañero de música ahora en el suelo y las manos en el rostro, quejándose de dolor. Mientras que su cabello juega libre con el viento.

Las escaleras era lo que los separaban, ella en lo alto y él en el suelo con el casco en la mano derecha.

—Hinata —murmuró dulce, como si lo haya dicho en su oído.

Ella aparto sus manos del rostro y Naruto pudo apreciar los párpados, mejillas y punta de la nariz en tono carmesí; las lágrimas que descendían por su rostro hasta por debajo de la barbilla y sus labios. Unos labios que mostraban tristeza, al igual que un escaso sentimiento de sorpresa al verle.

—Na-naruto-kun —gimió volviéndose a cubrir el rostro. 

Subió las escaleras de par en par casi cayendo a penas en la tercera llegando así a su lado. La rodeo con ambos brazos y ella, sin siquiera dudarlo, correspondió al abrazo.

Hinata temblaba, estaba fría y, posiblemente, deseosa de que alguien la acogiera entre sus brazos. Como ahora hacía el rubio. Su calidez le daba la bienvenida a un ambiente de tranquilidad como si solo fueran ellos dos en el mundo. Perdidos en su propia isla. Juntos en una misma dimensión.

El Uzumaki paseaba una de sus manos en el largo cabello de la azabache. Una sensación suave al tacto. Cuando dejo de escuchar sollozos por parte de ella, se atrevió a preguntarle lo que atormentaba su cabeza:

—¿Qué ocurre? ¿Por qué o por quién estas así?

Se aparto un poco y se enjuago la nariz con la manga del suéter marrón que llevaba. Trató de formar una sonrisa, por mas pequeña que fuere, para poder decirle:

—No lo sé.

Continuará...

You Belong With Me
Publicado
25/Febrero/18

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