CAPITULO XXIII

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Amor y odio

Imperdonable. Lo que están haciendo es imperdonable. Aprovecharse de que está solo y de que ellos son tres para golpearlo sin piedad es imperdonable.

—¿Quién es tu amiga?

Se paseaba de un lado a otro frente a los otros dos chicos escondidos en la oscuridad, sin dejar de mirar a la recién llegada y al chico que protegía a sus espaldas.

—Por lo que veo —continuó hablando y se detuvo al frente de ella—, quiere tratar de ayudar. Pensé que no le habías dicho a nadie que vendrías, Naruto.

A los pies de Hinata había un retazo de hoja arrugada, probablemente la que llevaba consigo Shikamaru cuando le llamó urgente. Ella se agacho y la tomo con suma rapidez y, con la poca luz del farol, leyó su contenido:

«Te esperare. Y»

Sus ojos se abrieron de la sorpresa y sus labios pronto formularon una palabra, más bien, un nombre.

—Yahiko...

Sonrió al escuchar su nombre.

—Al fin lo notas —clamó con ironía.

Apretó la hoja al momento en que sus manos se hicieron puño y permanecieron inertes junto a sus muslos. Conteniendo cada gota de rabia en ellas. Sus pies hicieron lo mismo, se fijaron al suelo conteniendo esa adrenalina de correr hacia él.

—Cruel —murmuró mirando de reojo a Naruto.

—¿Lo crees? —rió—. A mí me parece más cruel que nos haya ganado.

—¡Es un estúpido juego! —gritó Naruto tratando de levantarse.

—¿¡Un estúpido juego dices!? —se acercó a ellos y miró directo a los ojos celeste de Naruto—. Pues ese estúpido juego es mi vida.

—Aún así no puedes hacer esto. No resolverá nada.

—¿No? —la miró ahora a ella—. Esto ayuda de mucho —su mano subió y la tomó del cabello halando de este con fuerza—, me ayuda a hacer que sientan el mismo dolor que yo.

—¡Sueltala! —gritó tirándole un golpe.

Se aparto y con el mismo impulso que llevaba Naruto hizo que volviera a caer al suelo.

—Patético —desvío los ojos en dirección a Hinata—. No me he olvidado de ti.

Con un sólo golpe directo y certero, hizo que cayera. Desde su perspectiva: el mundo le daba vueltas, las voces le hacían eco en la cabeza; pero no dudo en ponerse de pie. De su boca caía una pequeño hilo de sangre que goteaba desde su barbilla.

—¡Maldito! —gritó Naruto con severo enfado volviéndose a lanzar contra el pelinaranja—. ¡Vete, Hinata!

La pequeña ventaja del ojiazul no duró mucho, pues no fueron ni diez segundos de estar golpeando a Yahiko cuando este ya lo tenía de vuelta contra el suelo.

—¡Vete! —gritó de nuevo y Yahiko le golpeó la mandíbula—. Demonios, ¡Hinata, vete!

Ella permaneció inerte, con la mirada al suelo y haciendo una mueca al escuchar ese nuevo golpe implantado en el estómago del Uzumaki. Lo que menos quería era huir. Dejarlo.

“No...”

—Estoy siendo demasiado egoísta... —murmuró.

—¿¡Qué demonios estas diciendo? No tienes oportunidad!

Ya no le golpeaba, pero seguía sobre él. Su mirada estaba sobre ella. Ella trago saliva.

—Lo sé. No todo tengo oportunidad. Aún así, no me iré. Ya no más —su nervioso vibrar término—. Desde que te conozco he querido caminar a tú lado, ya no verte desde lejos. Ser para ti y tú para mí. Fue tu sonrisa la que me cambió, me salvó de mí, como un sol. Tus palabras de aliento, una simple frase que digas o sólo tu presencia es lo que me hace sentirme viva. Es por eso que no temo estar aquí, y sacrificaré hasta mi propia vida si es necesario porque yo —sonrió—, te amo, Naruto.

No podía creerlo, por fin todo lo que guardaba en su pecho lo había sacado, se lo había dicho. Sin duda ni temor. Lo que más impresionante era la mirada de él, tan sorprendida como la de ella; incluso Yahiko estaba sorprendido, tanto que comenzó a reír. En cambio, aquellas dos personas escondidas en las sobras, permanecieron en silencio.

Nunca pensaron que su mísera pelea se convertiría en un escenario ni que ellos, como abusones, contemplarían una confesión. La confesión de Hinata Hyuga a su amor platónico: Naruto Uzumaki.

~♥~

Corrió lo más veloz en su dirección con las manos preparadas para tirar un golpe, uno que espera darle en el rostro. Yahiko se levanto con calma e hizo una seña a los chicos de su espalda, al alejarse de Naruto para encargarse de Hinata, uno de ellos, de pelirrojos cabellos, se enfrentó ahora al Uzumaki.

Mientras Naruto llevaba el ritmó luchando contra el pelirrojo, Nagato; Hinata era la que recibía todos los golpes de Yahiko. No podría describir la gran cantidad de sangré que cubría su rostro, su ropa y todas sus extremidades.

Cayó al suelo.

—¡Hinata! —escuchó muy a lo lejos.

Nagato retrocedió y Naruto aprovecho yendo contra el pelinaranja. Un par de golpes certeros y cuatro que recibió fueron suficientes para acompañar a la Hyuga en el suelo.

—Hinata —susurró.

“Yo... Yo no...”

Temblaba, todo su cuerpo temblaba, se balanceaba y a duras penas pudo ponerse de pie. Sólo cuatro metros la separaban del chico de bella sonrisa. Cuatro metros que al recorrerlos la hicieron derramar lágrimas y que la debilidad y dolor que sentía volvieron hacer que cayera. Aún así ella...

—Yo no me rendiré... —se arrastró hasta su lado—, no lo haré hasta que... —lo tomó de las manos—, hasta poder estar a tú lado —le dedico la más bella sonrisa, sólo para él.

Sus ojos no dejaban de mirarla, en verdad estaba impactado. De alguna manera, ella se veía más hermosa que nunca, y Naruto no pudo evitar notarlo. Sólo que todo ello término al ver como Hinata se desvanecía en consciencia.

La recogió entre sus brazos y la apretó fuerte contra su cuerpo.

—Fue justó así, como me sentí al ver perdido el juego, y sin poder hacer algo. Es una pena que tu victoria haya provocado su sacrificio, por amor. Ahora vivirás en carne propia el odio y conocerás el dolor...

Su cuerpo se lleno de irá.

—... Sí, conoce el dolor... ¿¡Me odias!?

Continuará...

You Belong With Me
25/Mayo/18

~♥~

Perdonen el retraso, de nuevo, pero no sabía como describir la pelea y poner la referencia (esperó hayan entendido). Además, por mucho, es el capítulo más cortó. Espero también perdonen eso.

Sin más, nos  seguimos leyendo :)

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