Capítulo 7

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Seguíamos en el cuarto. Los tacones me estaban matando, cada centímetro de mi cuerpo dolía. En las calles, solía pelearme con algunas personas por algo de comer. Mi única fuente de alimento eran los basureros de restaurantes, territorios ya reclamados por otros indigentes. Las peleas eran inevitables.

Mi cuerpo ha sufrido daños que solo yo puedo comprender, daños que tal vez nadie más creerá. Recuerdo una noche de lluvia. Una señora pasó con unos hermosos tacones que mi madre había diseñado, valorados en más de mil dólares. Sin nada para comer, creí que si se los arrebataba, podría venderlos y conseguir algo de dinero.

Intenté robarlos, pero mi conciencia me detuvo.

Ahora llevo esos mismos tacones, unos insoportables tacones que me están destrozando los pies. Ya no quiero robarlos, solo quiero deshacerme de ellos.

— ¿Nerviosa? — Me preguntó, mordiendo su labio.

— ¿Debería? — Respondí con una mirada seria.

— Un poco.

— ¿Por qué? ¿Me vas a matar, Sebastián?

— No. — Rió a carcajadas. — ¿Cómo mataría a una mujer como tú? En cambio, tengo que decirte las reglas.

— ¿Reglas? — Reí con sarcasmo. — ¿El señor Grey no me ha dado las reglas del juego todavía? ¿Jugaremos a la sumisa y el dominante, o me equivoco, señor Fantiny?

— Tengo reglas, Samira.

— Dime una cosa, Sebastián Fantiny, ¿seré tu sumisa a la que castigarás si te desobedece?

Sebastián continuó riendo a carcajadas. No podía entenderlo. ¿Reglas? ¿Reglas para tener sexo? Solo lo he visto en películas. ¿En qué otro lugar se ve eso? Sebastián Fantiny es todo menos un hombre común. Su club debería ser la clave para entenderlo todo.

— ¡Sebastián! — Le grité, molesta. — ¿Qué te parece tan gracioso?

— El hecho de que me consideres Christian Grey me resulta muy divertido. Sin embargo, usted no va a ser "sumisa", señorita Rockefeller. Como acabo de decir, solo será mi chica entre tiempos.

— ¿Chica entre tiempos? Explícame ese término de "chica entre tiempos".

— Recuerdas que te hablé de Meroly — Asentí — Ella era mi chica entre tiempos. En el día, podríamos hacerlo hasta seis veces, si así lo pidiera.

¿Seis veces en un día? No me parece extraño viniendo de él. Apenas sé lo que es dar un beso con lengua. No sé qué se siente tener relaciones sexuales, y tengo miedo, muchos miedos.

Quizás este se convierta en uno de mis miedos más placenteros.

— Digamos que te entiendo. ¿Qué ganaré yo con todo esto?

— A eso voy, Samira. — Chasqueó los dedos. — Recuerdas que te dije que hoy hicimos una cantidad muy buena de dinero — Asentí — De ese dinero, te tocará la gran parte, prácticamente todo.

Noventa mil dólares solo por bailar y follar. Aún no he estado con él, pero mucho dinero solo por bailarle a un grupo de enfermos y acostarme con él...

— De verdad sí que estás enfermo.

— Me lo agradecerás luego, preciosa.

Volviendo a la realidad, estábamos hablando de algo más importante que solo "tener sexo". Hablábamos de una cantidad de dinero muy alta. Con eso, y mucho menos, podría hacer grandes cosas.

— Te pierdes mucho tiempo en esa cabecita tan pequeña — Dijo Sebastián.

— Perdón, estaba pensando en algo.

Acuerdos [Vol1]  [Trilogía Relaciones Tóxicas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora