Capítulo 1

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Sebástian Fantiny

Otro día más en esta ciudad maldita, rodeado de almas perdidas que no sirven para nada. Me siento agotado, cansado, y tal vez hasta deprimido. Todo es igual, nada cambia. La rutina de siempre: los hombres vienen y van, las prostitutas cumplen su rol, y aunque el dinero es bueno, no basta para llenar mi vacío.

Nada me satisface.

Me siento vacío todo el tiempo. Lo tengo todo, pero necesito más. Me siento atrapado, con un deseo constante de gritar y esperar que un milagro caiga ante mí.

El lugar se siente más vacío de lo usual. He invertido todo mi dinero en esto y las prostitutas no cumplen con mis expectativas. ¡Quiero más, más de lo que puedo pedir! Saciar mi avaricia y deseos ha sido mi único propósito desde hace años.

¡Quiero más de lo que puedo tener, más de lo que cualquier mujer puede ofrecer! No soy religioso, pero le pido a Dios que me ayude a superar esta desesperación, para que mi ego y avaricia no destruyan la poca humildad que me queda.

¿Cuándo encontraré a la mujer que capte todas las miradas? ¿Una que sea la adoración, la envidia, el deseo de todos?

Mi búsqueda comenzará, lo sé, pero ahora no es el momento.

Estaba en mi oficina, fumando como de costumbre, cuando un portazo resonó. Era Meroly, una de las prostitutas más ardientes a mi disposición. Meroly es la encargada de mis sesiones privadas, solo y exclusivamente conmigo. Desde que entré al negocio por medio de mi padre, la regla es clara: no te acuestes con el personal, solo ten una mujer exclusivamente para ti, así se evitan inconvenientes y enfermedades.

"Los clientes felices, la paga sube y el precio se triplica" — era el dicho de mi padre.

Meroly es joven, hermosa a ojos críticos. Nuestra relación se basa en un acuerdo con reglas específicas: ella me complace y yo pongo dinero en sus bolsillos y comida en su mesa.

Ella entra como de costumbre, con su elegante y provocadora entrada. Mis demonios internos se alborotan al ver las finas telas que apenas cubren sus partes más deseables. Me acomodo la camisa mientras ella se acerca lentamente, mi erección se nota al instante al sentir su tacto. Se muerde el labio y suelta unos suaves gemidos acompañados de expresiones que no hace falta mencionar.

— Es hora de su cita privada, señor Fantiny — susurra mientras baja la cremallera de mi pantalón—. Creo que ha sido un conejito muy malo.

— ¿Eso crees? — Le tomo el pelo y tiro de él suavemente —. Creo que hoy quiero algo específico. ¿Puedes complacerme?

— Sus palabras son órdenes, pida y se lo daré.

— ¿Lo que sea? — Siempre hacemos juegos previos al sexo; me gusta usar diferentes formas con ella, desde lo sádico hasta lo pasional.

No soy romántico. No es que no quiera, es que nunca lo he visto en mi familia ni lo he experimentado. No sé exactamente qué debería sentir en cuanto al amor.

— Lo que sea... —me susurra.

Dejo que ella tome el mando. Todo esto me parece tan placentero; lo utilizo como antiestresante. Ella comienza a masajear mi miembro, al principio se siente bien y delicioso, pero luego me aburre, es algo monótono. Meroly es muy buena en lo que hace, pero nada me complace al máximo. Entonces, para no perder más tiempo y continuar con el papeleo, me dejo llevar. Ella, como toda una experta, no deja escapar una gota, mojando la parte superior de mi miembro y riendo.

— ¿Tan rápido? —dice poniéndose de pie y secando sus labios.

— No estoy de mucho ánimo, tengo trabajo, pero debo decir que siempre me impresionas.

Acuerdos [Vol1]  [Trilogía Relaciones Tóxicas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora