Capítulo Uno

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El Origen del Engaño

*Maia*

Hola, mi nombre es María Lucía Escalona, pero todos me dicen Maia, tengo 17 años y nací en Ica... En realidad, para empezar, no soy una chica que les narra historias comunes y corrientes a gente extraña, pero un asunto delicado en mi vida sucedió y en vista de no poder callarlo más, decidí relatarlo para que ustedes confíen en mi, lo entiendan mientras lo explique con lujo de detalles y yo entre en confianza con ustedes, a medida que les voy contando cada capítulo de esta, mi propia historia. Aparte quiero que sean mis cómplices en cada problema que afronto para que juntos la solucionemos porque es un tema delicado que solo mi familia y personas de mi entorno lo saben. ¿Estamos? Perfecto... Empecemos.

Bueno, yo, Maia, soy la hija de Águeda y Don Fernando, dueños de los viñedos más hermosos del país y que están en Ica, al sur de Lima. Tengo un hermano mayor, Fabián, tiene 24 años y hace poco, sacó su maestría en medicina general, el próximo año sacará su título en dicha área y, obvio, mis padres y yo no podíamos estar más felices por este logro que vino consiguiendo desde los 19 años. Quiso ser ingeniero industrial, pero descubrió su gran pasión en la medicina que terminó decantándose por ello.

Sin embargo, mis padres no la pasan bien pues están en medio de una crisis matrimonial que, hasta el sol de hoy, no tiene arreglo alguno y si ambos no se ponen de acuerdo, se demandarán entre sí para ver quién se queda con la custodia legal de Fabián y la mía. Pero, ¿se preguntarán ustedes, quién o qué ocasionó esta rotura amorosa entre mis papás? Bueno, yo se los explicaré porque fui la única testigo presencial de este primer y triste suceso que rompió toda manifestación de amor que había en la familia hasta ahora.

*Flashback*

Hace cinco años, mi papá se sintió atraído por una mujer que le ofrecía más amor y sexo que mi mamá. Su nombre era Irene Arzubiaga, tenía 26 años (ahora tiene 31), doce menos que mi papá, llevaba cabello corto (medianamente rapado) y rubio, tenía tatuajes en su nuca, muñeca, brazos y en los tobillos, tez blanca, contextura delgada, lo suficiente para que Fernando se fijara en ella, aparte de que el detalle más importante que tenía es ser adicta al sexo. Irene encontraba a sus presas para tomarlos por sorpresa y hacerlos caer en sus redes uno por uno, pero al conocer a mi padre, decidió no hacer lo de costumbre y optó por empezar a charlar para conocerlo más a fondo.

Pasaron semanas conociéndose y de a poco, se fueron enamorando hasta que él tuvo la idea de dar el próximo paso frente a Irene. Una noche de lluvia, ambos fueron a un hotel para dar rienda suelta a su pasión sin que nadie los vea o se dieran cuenta de ello, prometiendo que ninguno de los dos les contaría la verdad sobre su relación prohibida a sus familias.

Para sorpresa y, a la vez, desgracia de Fernando, fue Julia Linares, la mejor amiga de Águeda, quien supo antes que nadie el affaire que él sostenía con Irene y, de inmediato, lo encaró e increpó por su traición. ¿Cómo? La cámara que se ubicaba en la habitación del hotel donde los amantes mantenían relaciones lo filmó todo y a pedido de Julia, la noticia se emitió en los principales noticieros de tv y en diferentes páginas web de conocidos periódicos permitiendo que yo fuera testigo de este escándalo y jurando que mantendría mi boca cerrada para que mi madre no supiera nada (en ese momento, él y Fabián salieron al mercado de compras), pero era inútil puesto que, como por acto de magia, las redes sociales hicieron eco a la noticia, la comidilla de todos en aquel entonces. No pasaron ni dos semanas ni un mes en que todo esto explotó, pero imaginense como estaba mi mamá cuando el papelón de papá se divulgó, como dije, por prensa escrita, tv y redes sociales como facebook, twitter o en diferentes páginas web.

Maia: La Sumisa Joven | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora