Ramiro y Cayetana
*Maia*
Experimentar sus fantasías más oscuras y satisfacer a mi amo fue la aventura más placentera de mi vida aunque tuve mucho miedo de que mi madre o mi hermano supiera la travesura que cometí de masturbar mi femineidad y acariciar mi cuerpo desnudo, mientras estaba al otro lado del teléfono con Sebastián que no podía estar tranquilo ni dormir bien sin escuchar mi voz. Sus palabras susurrantes fueron como clavos hundidos dentro de mi cuerpo, mi corazón latía sin ver en que momento se detenía, me faltaba el aire y mi rostro se torno rojo, un rojo intenso como la sangre, la misma que recorría todo mi ser cuando me penetre en la cabecera de mi cama y me retorcia como una loca poseída e indefensa porque mi visión fue bloqueada para estimular mis otros sentidos. Cada gemido que daba era un paso más para entrar en un estado de ebullición que era imposible de escapar, llegar al orgasmo fue como si un atleta alcanzara la meta y ganar la medalla de oro, pero este caso es distinto porque tuve mi sesión con mi amo al otro lado del teléfono. Era tan privilegiado Sebastián por verme actuar como la sumisa más salvaje de todas las que tuvo en su vida, pero siendo la más joven ya no era tan inexperta en el BDSM porque podía tener su vida normal y, a la vez, ser dominada, un beneficio que había que sacar todo el jugo posible. Lo malo del asunto es llegar al clímax, ese instante en que se apaga la magia y la llama de la pasión para volver a mi vida normal donde me espera conocer nuevas personas, pero lo que más temo es que mi mamá y mi hermano sepan que yo me envolví en las garras de la sumisión y sea obligada a revelar el secreto que vengo callando hasta ahora.
Me levanté tarde, eran las 8:47am del día después que tuve mi sesión y por teléfono con Sebastián, felizmente que a las 9:30am habían clases en la universidad sino debía correr como loca para alistarme, tomar el bus y tratar de que no me agarre el tráfico para llegar a tiempo a estudiar. A Dios gracias por darme la paciencia y el espacio debidos para hacer las cosas tranquilas y porque, por fin, es fin de semana y no tendré que verle la cara a Xiomara que antes me hizo la vida imposible en plena calle, amenazando con delatarme.
"¿Mamá? ¿Papá? ¿Hermano? Es tan raro verlos juntos en la terraza...", pregunte, mientras bajé las escaleras y busqué a mi familia que, por suerte, estaba en el sofá.
"Ah, aquí estabas, Maia... Hoy vino el cartero que trajo un vestuario especial para tí de parte de Sebastián", dijo Águeda que se acercó a entregarme el paquete con el vestuario que usaré para lucirlo ante mi amo, mientras visite su mansión.
"¿Dónde irás si se puede saber?", preguntó Fabián, pero para su desgracia, no le respondo porque se la da de curioso y no quiero que se meta en asuntos privados.
"Tranquilo, Fabián, ella saldrá a una reunión de amigos y vendrá a la noche, ¿cierto, Maia?", dijo mi mamá con un guiño para que Fabián no sospeche que iré con Sebastián.
"Bueno, ya tengo el paquete listo y guardado en mi mochila, si veo a Sebastián por la calle, le daré las gracias por regalarme el vestuario. Me voy, no volveré hasta la noche y si regreso antes de lo previsto, les avisaré por teléfono para no preocuparlos tanto. Adiós", dije despidiéndome de mi familia.
"¿Qué se trae Maia entre manos esta vez? Me resulta sospechoso que ella tenga sus continuas salidas y ya no tenga tiempo para compartir con nosotros en casa", preguntó Fabián.
"Oye... En vez de apoyar a tu hermana, me resulta sospechosa tu actitud que tienes hacia Maia. ¿Acaso eres detective o qué cosa te crees que eres para andar tras los pasos de mi hija?", dijo Águeda reprochando a mi hermano.
"Lo siento, mamá. Disculpa si exagero, pero ella es mi hermana menor y no quiero que le pase nada malo con ese tal Sebastián porque cada vez son más veces que frecuenta en la calle con él y ya me da hasta miedo pensar en ello", dijo Fabián sintiendo celos por mis constantes salidas con Sebastián, pero sólo eran en plan de ser amigos.
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Maia: La Sumisa Joven | Terminada
RomansaFernando creyó tener el matrimonio perfecto, pero su infidelidad y su adicción al sexo lo llevó a su propia ruina. Sin embargo, para recuperar a su esposa Águeda y sus hijos recurrirá a Sebastián, su socio en la empresa y próximo heredero de los viñ...