Capítulo Diez (+18)

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*Nota: Este capítulo es solo para adultos, contiene escenas de sexo que pueden herir las susceptibilidades de los lectores*.

Un Nuevo Estilo de Vida

*Maia*

¿Por qué Sebastián no se conforma con poco y siempre quiere más estando yo a su lado? ¿Hicimos el amor...? No... ¿Cumplí con su castigo? Sí... ¿Adonde más quiere llegar, por favor? Encima, me complació poniendo su música porque, al inicio, no tenía ganas de hacerlo puesto que se enojó por tomar la iniciativa, cosa que yo no lo veo de malo. El amo me pide que me quede en su penthouse toda la mañana y me mantenga desnuda y con la vista aún nula para... trabajar en esto de la confianza si yo ni siquiera confío en él, ni tampoco quiero su ayuda. Yo quiero solamente que me deje en paz y me permita ir estar con mi familia como había acordado porque lo había prometido y no dejaré que caiga en su deseoso juego de querer lastimarme.

"¿Eso es otro de jueguitos sucios? ¿Dejarme ciega para supuestamente trabajar en base a la confianza? ¿Adonde quieres llegar, Sebastián?", pregunté porque no se hasta que punto él pretende alcanzar con tal de mantenerme presa en su penthouse.

"Quiero llegar adonde ningún otro amo había alcanzado con cualquier sumisa... Ahora, ¿aceptas seguir o no? Fíjate que el castigo puede ser peor si te niegas a continuar complaciendo mis fantasías", dijo Sebastián que tomó su fusta más fuerte y amenazó con pegarme si rechazo su propuesta.

"Soy mujer, Sebastián, tú no puedes darte el lujo de abusar del poder que tienes como amo, estas rompiendo una regla escrita en el contrato... Si un amo se excede en el poder con la sumisa, esta tiene el derecho de suspender la sesión hasta nuevo aviso. A ver si con esto, tienes algo de piedad hacia mí", dije recordando una de las reglas plantadas en el contrato que escribió mi padre. 

"¿Con qué te aprendiste las normas de sumisión, no? Vaya que me dejaste frío como un tímpano de hielo, Maia... Sin embargo, ¿acaso no se te pasó por la mente la frase de: las reglas se hicieron para romperse? O sea, puedo deshacer las normas como a mí se me da la gana", preguntó Sebastián equilibrando la balanza a su favor.

"Lo tengo claro, amo... Sin embargo, hay un punto que te lo detallaré para que lo entiendas. Primero, quítame la venda y desátame para yo vestirme y explicártelo todo", dije con el pretexto de ir al mismo nivel que Sebastián.

"Ok, te lo quitaré... Para que veas que yo soy bueno contigo y no abuso del poder como tu crees. Listo, ahora sí, puedes mirarme con tus ojos de ese supuesto odio que me tienes", dijo Sebastián que se acercó a mí con suma lentitud y con sus manos recorrió mi cuerpo hasta tocar mis senos, los acarició con delicadeza sintiéndome nuevamente presa de sus deseos aunque yo me niegue a recibir un mimo de su parte porque no viene al caso, pero accedí sin chistar.

"Oye... quedamos en que me quites la venda y lo demás y eso lo hiciste, pero no era el instante preciso para que te detengas a manosear mis pechos", me quejé porque más se dedicó a activar su instinto sexual que fijarse en como yo me fastidiaba con él.

"¿Y qué tiene de malo de que no pueda yo saborear tu piel... tu sedosa piel que invita a pecar? Tú eres... la sumisa perfecta que buscaba, pese a mostrar su rebeldía en más de una ocasión ante mí, y que se volvió vulnerable ni bien me lo dio todo a mí y saqué provecho de ello para introducirla a este mundo intenso y sucio como es el sadomasoquismo y el sexo", dijo Sebastián en tono seductor.

"Hace rato que me metí en tu mundo lleno de suciedad... Pero nunca he sido vulnerable en mi vida y mucho menos lo fue para el amor. Si quiero buscar amor, lo conseguiré en un hombre que sepa amarme como soy y como me decía mi madre desde siempre: 'uno ama a quien ama sin sentirse presionada y obligada por terceros'...", dije resistiéndome para evitar que él me besara, pero fue en vano porque de nuevo se valió de sus maniobras para salirse con la suya.

Maia: La Sumisa Joven | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora