Capítulo Dos

3.2K 134 21
                                    

Pugna por los Viñedos

*Maia*

Fernando se levantó con la firme decisión de salvar su matrimonio con Águeda de una crisis que parece no tener fin y, una mañana tranquila, mientras nosotros tomamos desayuno, el salió a ver los viñedos, aquel terreno que los compró con tanto cariño y del que vieron crecer hermosos racimos de uvas con la que se hacen vinos que serán vendidos a nivel nacional y hasta exportados en otros países debido a la alta demanda de los consumidores. Después de hacer un último recorrido, mi papá entró a la casa con una decisión en mente y cuyo anuncio, podría cambiarlo todo.

"Águeda, yo sé que no debería ni dirigirte la palabra después de lo que sucedió antes, pero... con el permiso de mis hijos, solo quería pedirte si... ¿me permites hablar a solas?", preguntó Fernando, mientras se acercó a mi madre en pleno desayuno.

"Fernando, tú y yo no tenemos nada de que hablar. Ya todo se dijo en su momento, nada de lo que digas me convencerá para volver contigo... ¿O qué pretendes? ¿Hacerte la víctima?", dijo mi madre cuya voz denotaba cólera porque mi padre pedía hablar con ella cuando, después de aquel escándalo que empañó su imagen como pareja y los constantes pullazos que se dieron, no abrió la boca para formular una pregunta aunque sea.

"¿Qué hablas? Esto no tiene que ver con volver contigo...", dijo Fernando que lleva a Águeda a la sala, mientras Fabián y yo nos retiramos sin decir nada y dejamos que la empleada recoja todo de la mesa y se encargue de limpiar la cocina, mientras nos escondimos en la terraza para escuchar la charla de nuestros padres.

"Entonces, ¿para qué me pides que hable contigo?", preguntó Águeda acomodándose en uno de los muebles.

"Quiero que vendamos nuestros viñedos... ¿Tú no conoces a mi socio, verdad? Entérate que una vez que la venda, se la pasaré a Sebastián para que sea el nuevo poseedor de estas tierras. ¿Qué te parece mi idea?", dijo Fernando con la sonrisa plena y con una actitud de ganador.

El rostro de mi madre quedó totalmente pálido por la decisión de mi papá, nosotros quedamos tan impactados como ella. ¿A qué venía esa idea que propuso Fernando de vender nuestros viñedos? ¿Quién era el socio del que se refería él?

"Con esa sonrisita de confiado y pinche cachaciento que tienes, te pregunto algo... ¿Es una broma?", preguntó Águeda mofándose de la actitud fresca y altanera de Fernando.

"Por favor, Águeda... Si al menos queda algo de piedad en tu corazón, ayúdame a vender estas tierras y yo convenzo a uno de los socios de mi empresa para que sea el heredero de los viñedos", proseguía mi padre aunque el no estaba tan listo para oír la tajante respuesta de mi madre.

"No, Fernando... De mi parte, te digo que no le podemos dar nuestras tierras a un maldito 'Don Nadie' que ni siquiera lo conocemos... No cuentes conmigo para eso", dijo Águeda que fijó su mirada hacia el comedor que se ubicó frente a la sala donde se sentó Fernando.

"Águeda, por favor... Sé más compasiva conmigo... Por lo poco que queda de nuestro amor", dijo Fernando, mientras se arrodilló suplicando que la ayude para vender sus tierras llenas de uvas.

"Tú dijiste que tengo, aunque sea, un poco de compasión y tienes razón... Sin embargo, ¿por qué tener compasión con alguien tan traicionero y mujeriego como tú? Alguien que jugó conmigo durante años y no mostró ni un poquito de amor hacia mi persona y mis hijos. A ver, ¿tú estabas feliz cuando Fabián terminó la universidad y se graduó siendo el primero en su materia favorita? (Derramando sus lágrimas) ¿Ni siquiera se te cayeron las lágrimas cuando supiste que ingresó al instituto? ¿Acaso no te embargaba la emoción cuando nuestra Maia acabó la escuela y, de inmediato, postuló y luego ingresó a la universidad? ¿Tampoco te sentías dichoso cuando fue primer lugar en su colegio? (Tocando su corazón) Dime, ¿no te alegraste por todo lo bueno que rodeaba esta familia?", dijo Águeda sintiéndose cómo los látidos de su corazón se aceleraba mientras confrontó a Fernando con convicción y sacando en cara las cosas que él no compartió con nosotros en los años que estuvieron juntos.

Maia: La Sumisa Joven | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora