Capítulo Veintiuno (+18)

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¿A qué sabe tu cuerpo?

*Sebastián*

He estado furioso toda la noche gracias a que Viviana me delató ante mi tío Ramiro y mi prima Cayetana que yo era un pervertido que buscaba a cualquier mujer para convertirla en mi sumisa bajo ciertas condiciones que no se los expliqué. Mi tío no lo tomó bien la noticia, pero Cayetana si quiso creer en mí pese a que todo estaba en mi contra hasta llegó a pensar que quería experimentar el BDSM. Descargue mi cólera primero con Viviana por dejarme en ridículo y luego con mi tío a quien fui al hotel con Maia pensando que ya habían partido rumbo al aeropuerto para comprar los pasajes, pero por suerte, llegamos a petición suya que sufría al ver como su padre la atacó moralmente. Al ingresar, tratamos que Ramiro entre en razón aunque lo más indignante fue saber que mi tío era adicto al alcohol cuyas botellas medio llenas de cerveza las encontramos en un rincón de su cuarto y se lo ocultó a su hija quien no le perdonó su mentira optando por irse con nosotros. Cuando parecía que las cosas volvían a la normalidad, una tragedia baño de sangre la noche más oscura: Ramiro se lanzó desde lo alto del hotel, acabando con su vida al instante. Esto pudo evitarse si él aceptara nuestra ayuda e hiciera caso a los consejos de Cayetana, pero él lo tomó a mal pagando con su propia vida las consecuencias de sus malos actos.

*Una semana después*

Cayetana no dejó de llorar por la muerte de su padre, su luto era de nunca acabar. La impotencia por sentirse traicionada por su padre y el hecho de que este no lo apoyara en su decisión hizo que se cierre una coraza dentro de ella, no habló con nosotros en una semana, no comió nada, rechazo nuestra ayuda. En pocas palabras, ella era una sombra viviente que vaga invisible por la casa sin que Maia y yo nos diéramos cuenta, el no tener a su padre la afectó muchísimo, pero siempre tenía en mente no cometer los mismos errores que hizo Ramiro en su momento. Tal vez, mi prima no era tan vulnerable como un cristal ni tan dura como una roca pese a quedarse huérfana, pero debíamos respetar el luto que hasta ahora lo guarda y encontrar una figura paterna que la saque cuanto antes de este hueco profundo que se metió.

Esta situación hizo que descuide nuevamente las sesiones de BDSM de Maia y me pone en un gran dilema. Sin embargo, sé bien como salir de esto y esta noche se lo mostraré a mi joyita antes que Cayetana vea como experimento con ella el dolor por medio del placer, pero debo esperar a que le demos el último adiós a mi tío y que Maia vuelva de sus clases para dar rienda suelta a mis planes.

Al día siguiente, nos reunimos en el cementerio para enterrar a Ramiro, todos nos vestimos de negro, que simboliza el luto por aquella persona que falleció y le recordamos todos los buenos momentos que pasamos con él. Maia llevó a sus dos amigas de la universidad, Nicole y Lorena, yo debía estar cerca de Cayetana para que no se sienta sola y así fue como le acaricie su trenza que se hizo, mientras lloraba al ver como enterraron el cuerpo inerte de su padre y de rodillas, lanzó muchas flores blancas aunque quiso impedir que el ataúd donde estaban sus cenizas bajen hasta el fondo de la superficie. Cientos de curiosos nos acompañaron en esta ceremonia privada en la que sacerdote celebró una Misa en su honor, lo bendijo y le dimos el último adiós en medio de las desgarradoras escenas de dolor que protagonizó mi prima...

"Papá, no te perdonaré que me hayas mentido durante años sobre tu adicción al alcohol, asimismo tampoco me perdonarás que te dé la espalda y le crea a Sebastián más que a ti. Y sin embargo, te agradezco por todas las buenas cosas que compartí contigo, me hiciste levantar ante la muerte de mi madre, con mis problemas de drogas y alcohol y ahora, mi primo y su amiga Maia, me ayudarán a volverme más fuerte porque si me acostumbré a estar sin ella cuando murió, también puedo adaptarme a estar sin ti con el tiempo".

Maia: La Sumisa Joven | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora