1. ¡Atención! Los mellizos llegaron

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El grito de los aficionados retumbaba en todo el estadio, la emoción desbordaba de las paredes recorriendo los asientos de cada uno de los ahí presentes. La porra del equipo de futbol Konoha Club gritaba al unísono el nombre de su goleador estrella: Uzumaki Naruto.

-Si Uzumaki logra meter un gol, Konoha Club tendrá su pase directo a la final de la Liguilla japonesa

-Atención a pase largo –interrumpió con emoción el segundo narrador del partido- Uzumaki lo recibe, lo domina, esquiva y ¡está solo señores! –una vez más la emoción inundaba aquél lugar- ¡Uzumaki está solo! El rubio la patea y ¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOL! ¡Del Destello Naranja de Konoha! Señores oficialmente ¡Konoha Club tiene lugar en la final!

Este era de esos momentos en el que Uzumaki Naruto era completamente feliz, no había sensación que se comparara. Era uno con el balón y nadie le podía quitar la dicha de dar todo en la cancha y salir campeón. La multitud gritaba su nombre, sus compañeros de equipo alzaban por los aires al integrante que los hizo campeones del partido.

-Ey Uzumaki, ¿las puertas de tu departamento estarán abiertas al rato? -Una vez terminado el festejo, el equipo Konoha Club se dirigió a los vestidores

-Por supuesto cejotas, solo lleva un buen pomo –contestó Uzumaki a su compañero de equipo Rock Lee

Y como buen compañero, Lee se encargó de avisar a todo Konoha Club de la extravagante fiesta que se haría en aquél lujoso departamento propiedad de Naruto

Así era la vida de Naruto: fútbol y fiestas. Fiestas de a montón. Fútbol de montón. Diversión de montón con mujeres. A sus 26 años vivía la vida al momento con su único compromiso: el fútbol, incluso sonreía al recordar cuando de joven salía todos los días al receso y echaba partida con alumnos de todos los grados de Colegio Konoha.

Toda su vida había vivido en Konoha, aquella gran y pequeña ciudad que lo veía crecer como el futbolista que quería ser; sueño que inició de muy pequeño cuando descubrió que su padre, Minato Namikaze (o como era conocido en las canchas: El Destello Amarillo de Konoha) había sido futbolista estrella y de los primero jugadores de Konoha Club; lamentablemente él había fallecido en un accidente automovilístico: el día que Naruto nació. Minato iba manejando mientras mandaba mensajes a sus conocidos con la noticia que pronto sería papá, grave error que le costó la vida.

Gracias a eso supo que quería seguir el mismo camino de su padre, así que apoyado de sus amigos de la infancia Kiba Inuzuka y Rock Lee, los tres empezaron a prepararse hasta ser aceptados en Konoha Club, equipo representativo de Konoha.

-Oye idiota, ni se te ocurra pasarte de copas que mañana a primera hora tienes sesión de fotos con la gente del tenis deportivo –regañó Shikamaru Nara, representante del futbolista

-Sí, sí lo sé pero ey ¿irás a la fiesta verdad?

Shikamaru dio un largo suspiro antes de continuar –No viejo, Chouji y Karui nos invitaron a Temari y a mí a cenar a su casa

-A mí me huele que quieren hacerte padrino de la niña, pero como quieras. Sé que dentro de dos semanas cuando sea la final seremos campeones y montaré otra fiesta a lo grande y a esa sí que no puedes faltar

Asintió a las palabrerías de su amigo y sin más se despidió. Después de alardear un poco más sobre la gran fiesta que se iba a armar en su departamento, se retiró de los vestíbulos con dirección a su gran y lujosos departamento.

Todo lo que amaba estaba dentro de ese enorme y solitario departamento, pero estaba bien. Naruto Uzumaki no era un hombre con compromisos amorosos, eso lo distraía de su meta, cero distracciones significaban múltiples victorias y con suerte, ser llamado para formar parte de la Selección Nacional Japonesa de Futbol. Sí, nada podía apartarlo de aquella meta que tenía en mente en honor a su difunto padre.

Los mellizos de papáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora