12. Mi vida con los mellizos

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-¡Niños el desayuno está listo! –gritaba Naruto Uzumaki desde la cocina de su departamento

Eran exactamente nueve de la mañana, hora de la caminata matutina entre padre y mellizos. Boruto y Himawari Hyuga se acercaron rápidamente al comedor para disponer del desayuno que les había preparado su padre con tanto esfuerzo.

-Le faltó azúcar –quejó Himawari- ¡pero ya estás mejorando papá!

Todo estaba mejorando entre aquellos familiares. Lo que hace un mes había comenzado en caos, confusiones y peleas... ahora todo era risas y alegría: Naruto Uzumaki se había convertido en el padre que los mellizos siempre habían deseado.

Después del accidente menor que había sufrido el futbolista dos semanas atrás, se decretaron ciertas reglas para evitar futuros infortunios ¡y vaya que había funcionado! Y todo fue gracias a la increíble cooperación que mostraban los mellizos con su padre.

Todo comenzó cuando Naruto se dio cuenta que no podía entretener a sus hijos con tantas salidas por la ciudad, ni idas a la alberca del edifico donde vivían: Konoha no era una gran ciudad como para descubrir lugares nuevos en el mes y medio que los mellizos iban a estar con él; además lo más importante era el dinero.

Cuando descubrió la pasión oculta de los mellizos, fue cuando decidió inscribir a sus hijos en actividades que ellos les gustaban.

Es por eso que a las 10:30 de la mañana, justo después de la caminata matutina que hacían padre y mellizos para tener una "rutina saludable", Naruto y Boruto llevaban a la pequeña Himawari a su curso de dibujo infantil. Estaba más que claro que la menor de los mellizos tenía una pasión por el dibujo, pasatiempo que disfrutaba en compañía de su tío Sai, por eso cuando Naruto descubrió del pequeño curso donde su hija podía participar, no lo dudó más.

Himawari podía pasar todo el día haciendo dibujos de su papá jugando futbol, de él haciendo el desayuno, de los tres juntos jugando en la alberca, de la familia completa que la pequeña soñaba

-Aquí estamos Onii-chan y yo, y tú con mamá –mostraba con alegría el recién dibujo que había creado- Solo que estamos en nuestra casa de Tokio porque mamá tiene la clínica allá... ¿Cuándo mamá regrese viviremos los cuatro juntos verdad?

Naruto Uzumaki se quedó en blanco, como en sus tiempos de secundaria cuando no sabía qué responder en sus exámenes de matemáticas. ¿Qué podría decir? O sea, no se acordaba de la madre de los niños ¿Cómo podría él vivir con alguien de quien no recordaba nada? Por el bien de los mellizos, Naruto nunca les confesó que no tenía recuerdo alguno de Hinata Hyuga.

-Tendremos que esperar qué dice mamá –respondía siempre el adulto

Pero tampoco es como si estuviera seguro que la mamá de los mellizos lo aceptara con los brazos abiertos ya que, como bien tenía entendido Naruto, Hinata Hyuga le tenía rencor. Claro que Uzumaki tenía una justificación clara... o eso creía.

Lo que sí que tenía en claro era que el reencuentro con aquella chica de la cual no recordaba su existencia iba a ser muy singular. Solo esperaba que con ver de nuevo a la tal Hinata Hyuga, los recuerdos que tenía con ella volvieran. Por el momento lo único que quería era saber cómo Boruto podría entretenerse así como ya lo hacía su hermana.

Descubrir el pasatiempo favorito de Boruto fue un poco complicado para Naruto, ya que su hijo hacía prácticamente todo lo que su hermana hiciera; y no lo culpaba, durante ocho años de su vida, fue él el encargado de cuidar de su hermana. Pero el padre de los mellizos sabía que Boruto debía tener una pasión oculta y cantó victoria cuando finalmente la descubrió

Los mellizos de papáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora