6. El inicio de un descabellado plan. Parte l

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En aquella pequeña habitación de aquél pequeño departamento, los movimientos bruscos por parte de la pequeña Himawari Hyuga era el único sonido audible. Boruto Hyuga, mellizo de la ya mencionada estaba un poco irritado: él lo único que quería era dormir.

-Himawari, le voy a decir a mamá que aún no te quieres dormir –amenazó el pequeño rubio de ocho años a su hermana melliza

El chico no recibió respuesta por parte de Himawari. ¿En realidad estaba dormida y era pura imaginación suya?

-Onii-chan ¡Ahí está! –rápidamente Boruto se puso de lado de su hermana

Los hermanos veían el cielo nocturno que la gran ciudad de Tokio les podía ofrecer, entre aquél manto negro se podía observar aquella brillante estrella que tanto causaba emoción en los niños ¿La razón? Aquél viejo cuento que su mamá les contaba.

Decía aquél cuento que en el cielo existía una estrella, la más brillante de todas; esa estrella podía cumplir los deseos de aquellos niños que se portaran bien como recompensa de su buena conducta con sus padres. Y Himawari había creído cada una de las palabras que su madre Hinata Hyuga había dicho.

Por eso había hecho un trato con su hermano Boruto "Encontraré esa estrella, así que Onii-chan debes obedecer a mamá para que se nos cumpla el deseo" y tal como lo había dicho la pequeña Hyuga, esto se cumplió.

-Vaya Himawari, la encontraste –felicitó Boruto a su hermana melliza- ¿Sabes lo que vas a pedir?

La pequeña asintió por lo que juntó sus manos en forma de plegaria, cerró fuertemente los ojos y citó su deseo –Por favor, ayúdame a conocer a papá. Te lo pido gran estrella del cielo, porque me he portado bien todo este tiempo te ruego: quiero tener un papá como todos los demás. ¡Onii-chan dile a la estrella que también quieres conocer a papá, rápido! –exigió la pequeña

Y siguiendo el deseo de su hermana, Boruto pidió lo que Himawari tanto anhelaba –Por favor, concédele el deseo a mi hermana

Al cabo de unos segundos la estrella desapareció del cielo dejando a los mellizos con la esperanza en aquél cuerpo astronómico

-¿Crees que la estrella nos cumpla el deseo? –preguntó Himawari a su hermano

-Claro que sí –confirmó rápidamente el chico rubio- Te has portado muy bien así que te debe cumplir tu deseo. Ahora vamos a la cama, Himawari si mamá o la tía Ino nos descubren despiertos nos van a regañar.

Los mellizos partieron a sus respectivas camas, sin darse cuenta que Ino Yamanaka, la mujer que amaban como si fuera una verdadera tía, había escuchado todo. En ese mismo instante, la rubia supo qué debía ayudar a esos pequeños a conocer a su padre, por más que Hinata se opusiera a esa idea, ¿pero cómo hacerlo?

-¡Nos aprobaron Bangladesh! –Exclamó Hinata en cuánto vio a su amiga Ino entrar a la sala del departamento- Mañana mismo tenemos que mandar la convocatoria para los voluntarios que vengan con nosotros.

Como ya se había explicado, Hinata Hyuga e Ino Yamanaka eran directoras de una pequeña clínica que funcionaba con el apoyo de los donativos de diferentes empresas, así como grupos de jóvenes voluntariados que actuaban frente a diversos movimientos.

Dentro de las principales misiones, como denominaban a sus viajes, que habían realizado ambas médicas destacaban como su aportación médica a los refugiados norcoreanos en China así como sus diversas idas a África como programa de atención médica a las zonas más necesitadas, que sin duda alguna eran los viajes favoritos de Himawari Hyuga.

Hinata siempre que podía llevaba a sus hijos a dichas misiones, los pequeños, sin importar la barrera del idioma, alegraban a cualquier niño o jugaban con cualquiera que estuviera abierto a distraerse con aquellos dos peculiares mellizos. Y Bangladesh no iba a ser una excepción.

Los mellizos de papáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora