CAPÍTULO 7

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VII

Me desperté en mi cama terrible desorientada.

Espera, eso no es mío.

Me levanté de golpe y corroboré que tenía toda mi ropa puesta, después de eso pude respirar y cachar dónde estaba metida.

Javiera Ahueoná, imbecil, hueona Mendez.

Estaba acostada en la pieza de mi mamá,  que probablemente estaba de turno en la clínica. Empecé a sentir disparos en la tele y me levanté para ir saludar al Andrés que desde tempranito se ponía a huear con los juegos culiaos ruidosos de guerra.

—Hola, sacohuea—. No porque fuera otro día significaba que no lo odiaba por haberse comido a la Carolina.

Tshaa ¿así tratai a las visitas?

—¿Benja? ¿Qué hací acá?

—No sé.

—¿Yo cómo llegué acá?

—No sé.

Hubo un silencio incómodo. Me caía bien, pero hablarle a ese hueón era una perdida total de tiempo. No entendía cómo ese hombre había llegado hasta cuarto medio, con cuea cachaba su nombre. En volá por eso le caía bien a tanta gente. Me senté con él a verlo jugar un rato; en otro momento hubiera ido a desayunar pero tenía un sabor amargo en la boca y me daba cualquier asco.

Admito que me aburrí de verlo como a los dos minutos y me preocupé un poco. El Andrés era de despertarse temprano y más si estaban sus amigos. Si ya estaba con asco, imaginarme al culiao pasando la noche afuera con la Carolina me hacía peor. Por eso insistí como si el hueón me fuera a responder —¿La Anto...? ¿El Andrés? ¿No?—

—Tu hermano está durmiendo y la Anto está en tu pieza— me contestó una voz desde atrás. Me di vuelta porque me asusté. ¿Ahora mi humilde hogar era un hotel? Estaba el Camilo sin polera y con una taza en la mano. Bueno, con huéspedes así no me podía quejar —¿Cómo te sentí?

—¿Por?

—Puta, ayer apagaste tele y tuvimos que traerte pa' acá. Igual nos costó más que la chucha— respondió el Benja sin despegar los ojos de la tele y el Camilo se cagó de la risa.

Esa hueá si la sabía el culiao.

—No hueí.

Mi futuro esposo me miró con cara de pena y me sentí tonta a cagar. —Te dejamos en la pieza de tu mamá porque igual nosotros habíamos tomado y no nos íbamos a arriesgar a subir la escalera contigo en brazos—. Trató de corregir la hueá que había dicho el Benja. Puta que era lindo, me encantaba.

Me dio vergüenza. Ni siquiera me había visto al espejo, ni hablar de lavarme los dientes. Conociendo a mi maldito ser imperfecto, estaba con el maquillaje corrido y el pelo pa' la cagá.

Ya si igual estos culiaos me veían todas las mañanas en el colegio.

¡Es distinto mamerta! Cuando vai al colegio te arreglai un poco po'.

Me había quedado pegá viéndolo mientras tenía una discusión mental conmigo misma, además el hueón me trajo en brazos y yo no me acordaba.

Puta la hueá.

Me di cuenta que estaba pegá por que me sonrió y más incómoda que la chucha hice lo que cualquiera hubiera hecho: recurrir a la mejor amiga. Escapé de la situación y subí corriendo las escaleras. Entré a mi pieza que tenía un olor impresionante a copete y me tiré encima de mi mejora que se quejó y se sacudió hasta que me acosté al lado.

—Estaba soñando con el Rodrigo— me dijo en el tono más serio que pudo aunque yo sabía que no estaba tan enojada.

—¿Te enseñaba a escribir?— la agarré pal hueveo.

—No; me leía una hueá erótica— ahí se cagó de la risa y se tapó la cara con mi almohada.

La Antonia le tenía ganas a nuestro profesor de lenguaje. Me acuerdo que, cuando chica, lo miraba caleta y cuando nos dijeron que nos iba a hacer clases se le iluminaron los ojitos. Súper lindo y romántico todo pero ahora se puso más caliente que los tés de mi mamá.

—¿Cómo chucha no tení resaca? Pensé que me iba a librar de tu presencia por lo menos hasta las dos.

Solo me encogí de hombros y le agradecí al tatita Dios por no castigarme al beber de más. —Hueona— me senté a la orilla de la cama y la rubia al escuchar mi tono serio también se sentó. —Le di un beso al Camilo— susurré.

—¿En serio?

La poca emoción de la Anto me preocupó un poquito —Si po' si cuando me empujaste él me agarró y le di un beso.

La Anto me miró con cara de pena. —No, Javi. Cuando te agarró como que te desmayaste en sus brazos. Dramática la hueá, muy poético todo. Demá lo soñaste.

Esta Hueá se Descontroló Donde viven las historias. Descúbrelo ahora