CAPÍTULO 15

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Me encantaba la sensación que daba tener a mis amigos con intriga. Ellos siempre me lo hacian y yo nunca tenía nada que contarles así que este era mi momento de hacerlos sufrir.

Me habían estado mandando mensajes toda la mañana pero yo ni los pescaba, y probablemente ya estaban los dos putiandome en el colegio porque la Anto vivía al lado y la mamá del Matu era profe así que los dos llegaban muy temprano, de hecho por eso se hicieron amigos, porque eran los únicos ahueonaos que llegaban como una hora antes.

La Anto en verdad podría haber empezado a ir más tarde, pero, según ella dice, su mamá la despertaba muy temprano y se aburría en su casa, a parte le daba pena el Matias, que siempre estaba solo.

Yo, en cambio, la mayoría de las veces llegaba justita, casi que entraba y sonaba el timbre pero ese día la micro pasó temprano y llegué un par de minutos antes. Y, aunque yo acostumbraba llegar tarde, cuando crucé la puerta de mi sala ya estaba el par de hueones parados con los brazos cruzados esperándome. La mayoría de mis compañeros se iban a huear al patio mientras los profesores llegaban parar partir las clases, pero este parsito no se movió hasta que yo puse un pie adentro de la sala.

La Anto me pegó un pape y el Matu me agarró del brazo y me sentó en una silla al fondo. Deben haber practicado toda la mañana. La payasa de mi mejora dio vuelta una silla y se sentó en frente mío con los ojos entrecerrados, el otro hueón estaba de brazos cruzados atrás de la rubia.

Jugando al policía bueno y al policía malo ¿ah?

—Nos vai a contar al tiro lo que te pasó, maraca culiá.

Me crucé de piernas y me deslicé un poco en la silla, levanté la pera y mostré desinterés. Si ellos jugaban a los policías, yo podía jugar a la sospechosa que no quiere hablar.

—Yapo,  Javi. Nos tuviste sufriendo toda la noche.— puta que era blando el Matias, hueón. Que rabia.

—¡Ya, hueón!— ¿A quién iba a engañar? Sería como las hueas si fuera delincuente en custodia, confesaría todo al toque, me encanta cahuinear —. Ustedes ganan— el Matu se sentó en una mesa y se acercó para escuchar mejor —. Cuando me dejaron sola con el intenso...—

Llegó nuestro profe jefe gritando un saludo y la Anto se quejó porque el hueón había llegado antes de lo que debía.

—Pero Cristobal, llegaste cinco minutos antes—  le puso mala cara. Era lejos nuestro mejor profesor, teníamos mucha confianza con él y nos encantaba huearlo. Lo conocíamos hace años y se había hecho muy importante para nosotros. Podríamos decir que los tres éramos sus favoritos y nos trataba como si fuera nuestro papá —. La Javi estaba a punto de contarnos algo—

—Pero igual nos puede contar— se incluyó solo en la conversación y nos cagamos de la risa —. ¿O es algo que no debería saber?—

—No—. Dije rápido, no quería que malpensara ni una hueá, aunque tampoco creía que lo hubiera hecho pero me pasé puros rollos —Esque es sobre una compañera que me cae mal y quiero que tengas una visión objetiva de tus alumnos— La Anto se cagó de la risa en silencio para que el peofe Cristobal no sospechara nada y después le dijo al Matu "que es mentirosa", moviendo los labios.

—Si po', a parte erí terrible copuchento— Le dijo la rubia natural y él se cagó de la risa.

—¡Uy! Si igual saben que son casi los únicos que se salvan de los terceros. Pórtate bien, cabra chica— me apuntó y se empezó a ir —. Ya niños, está a punto de sonar y van a llegar sus compañeros—

Efectivamente sonó y, aunque costó, la sala se empezó a llenar de puros sacowea.

—Puta, el Cristobal culiao llegó en el peor momento. Igual lo quiero.

Esta Hueá se Descontroló Donde viven las historias. Descúbrelo ahora