CAPÍTULO 19

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XIX

Hoy era el día.

Uno de los días más importantes de mi vida.

Un día que podía terminar en triunfo y gloria o en muerte y desastre.

Tenía que ir al supermercado.

Sí, a ese supermercado culiao donde un día le grité a una mina. Filo, si cuando estaba enojada nada me podia parar, aun que... ahora que la hueá había pasado, como que no sentía ganas de pelear.

Ya, sí, dije que iba a dejar la cagá pero una a veces piensas y promete cosas que después no haces.

Ya pico, admito que se me hizo la hueá po'.

(Un día antes)

La culiá -no culiada aún- de la Anto estaba acostada de guata, claramente la hueona posesiva se había apropiado de mi preciosa cama y yo, tenía que conformarme con apoyar mi ser en el piso, más helado que la chucha, debo agregar.

Ya le había contado todo el tema del Camilo y mi hermano a la hueona y, con toda la razón del mundo, se había enojado.

La Anto encontraba cualquier excusa pa enojarse, aunque en esa vez igual le encontré la razón y hasta me hizo sentir un poco decepcionada de mí misma. La corta, me dijo que el Camilo, por instinto, me había hecho cómplice de todo su problema para que yo estuviera obligadísima a ayudarlo.

—Yo fácilmente podría haberle dicho que no.

—Hueona, le dijiste que sí cuando te propuso lo de la fiesta sorpresa pa' la maraca de las maracas.

Me acosté frustrada en la cagá de piso, aunque disimulé que me costó apoyar mi espalda en la hueá helá.

Cienporciento sometida al drama oiga.

Igual ricolino, me sonaron todas las vértebras. Cómo se notaba que no me movía ni una hueá.

—No digo que lo hiciera en mala, en volá ni estaba consciente. Yo hubiera hecho lo mismo en todo caso.

—¡Zorra oportunista!

—¡Shi! ¿Y vo'? Mira cómo me tení. Se suponía que íbamos a ver "Friends", no a buscarte pega. Si aprendierai a decir que no, no estaríamos haciendo esto.

—Ya, ahora dilo... pero sin llorar.

La hueona me levantó las cejas y mejor me quedé calladita la boca.

—¿Cocinar y vender en el colegio?— me daba ideas para ganar plata.

Me apunté con incredulidad —Se me quema la ensalá—

—¡¿Y si vendis dulces?!

—Nah, ya lo hace la Sofia.— me volví una con el suelo.

Mi amiga siguió por un buen rato nombrándome cosas pero la verdad es que no había nada que pudiera hacer bien. Ante la comprensión de que realmente no hubiera nada que fuera con mi perfil, el piso y yo nos estábamos haciendo muy buenos amigos, como que cada vez me desparramaba más.

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⏰ Última actualización: Mar 28, 2019 ⏰

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