Abrí los ojos y gruñí al sentir una sacudida, una chica pequeña de catorce años me agitaba continuamente tratando de despertarme. Fingí que seguía dormida y me di la vuelta, rezando para que desistiera en su misión de sacarme de la cama.
—¡Alma! ¡Despierta!
Para mi desgracia, en vez de rendirse decidió subirse a la cama y tirarse encima de mí para hacerme cosquillas.
—hfgffghf... está bien, tú ganas —protesté mientras intentaba quitármela de encima.
—¡En unas horas quedamos con Mauro! ¿Cómo puedes dormir tan tranquila?
—Porque la enamorada eres tú, yo soy feliz durmiendo.
—Ayúdame a elegir la ropa, por faaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
—Ana —musité con seriedad—. Dime, por favor, que no has formado un desastre en la habitación.
—Bueno...solo un poco, ¡es que no sé qué elegir!
Me levanté con rapidez para dirigirme hasta la habitación, al entrar contemplé montones de ropa esparcidos por el suelo, el armario parecía que lo habían saqueado, estaba completamente vacío.
—¿Qué es todo esto?
Me agaché para tratar de recoger todo el desastre que Ana había originado, no es que fuera una chica muy ordenada pero si me gustaba poder ver el suelo, además si Luna entraba a la habitación le daría un infarto, ella si que amaba la limpieza y el orden.
—Ayúdame, te lo suplico, tengo que verme súper guapa.
—Ana, a Mauro le vas a gustar te pongas como te pongas —dije mientras doblaba un pantalón.
—Almi, Mauro ya tiene diecisiete años, no quiero que me vea como una niña.
La miré de arriba abajo con dulzura, aunque tratara de aparentar que era una mujer seguía llevando un pijama rosa con corazoncitos y, aunque trataba de esconderlo, alguna vez la vi peinando a su Barbie, poniéndole un elegante vestido.
—Haré lo que pueda —sonreí al recordar con nostalgia que Daniel había sido mi primer amor, aunque no le había visto en persona hasta el año pasado, y prácticamente tenía la edad de Ana.
Decidí apresurarme para vestirme y desayunar, antes de que la sesión de belleza con Ana me ocupara todo el día, conociéndola no se conformaría con lo primero que le pusiera, si algo la definía era su carácter, estaba muy segura con lo que quería.
Dos horas más tarde, después de probar miles de modelos y cambiar de maquillaje veinte veces, logramos prepararla a su gusto. Ana llevaba el cabello peinado con ondas y llevaba un pañuelo que le hacía parecer más mayor. Su piel de porcelana destacaba con la sombra rojiza de sus ojos y el rímel que alargaba sus finas pestañas. Había decidido ponerse unos vaqueros apretados con un jersey color beige y un pañuelo del mismo color con unos botines marrones. Se había pintado los labios con un color coral y llevaba los pómulos marcados, parecía que estaba cerca de los veinte años.
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Sombras Unidas #2 (COMPLETA)
RomansaDespués de tanto sufrimiento, Alma consigue regresar a casa. Aunque crea que todo lo malo ha pasado y podrá tener una vida tranquila, nada es lo que parece. El pasado siempre regresa y esta vez lo hará con fuerza, pues todos los secretos que giran...