Podía pasarme horas viendo la lluvia caer. Siempre y cuando estuviese en casa calentita con un buen café en la mano. No me parecía tan graciosa el agua, cargada de maletas, sin paraguas y a las puertas de la estación de autobús.
Madrid se me antojaba grande, bullicioso, y yo parecía una hormiga a su lado.
Cuando mis padres me dijeron que si quería dedicarme a la música, podía empezar a buscarme la vida, lo tuve claro, hice mis maletas, cogí mi guitarra y salí de casa dispuesta a poner un pie fuera de mi zona de confort.
Aunque ahora me pareciese que me había caído fuera de ella rodando, prácticamente haciendo la croqueta.
Estaba sola, no conocía a nadie, y para colmo, iba a pillar una pulmonía con este tiempo. Aunque hacía calor, calor de Septiembre, de ese bochornoso que hace que la ropa se te pegue hasta el punto de agobiarte.
No lo dudé más, no tenía pinta de que fuese a parar, así que conté hasta tres y eché a correr con mi maleta detrás y mi chaqueta encima de la cabeza salvando como podía la guitarra en la espalda, como si eso fuese a solucionar algo.
El tema de dónde me iba a quedar también había resultado un poco estrambótico
Cuando mi amigo Agoney se enteró que me iba, así, de una semana para otra, no dudo en echarme un cable. Me puso en contacto con Aitana, una amiga suya, de estas que conocía por internet. Trató de explicarme no sé qué de un shippeo o de un fandom pero no le entendí nada, así que asentí cuando me dio su número, agradecida al máximo por el favor.
La verdad que parecía una chica agradable, voz suave, derrochaba alegría. Me dijo que tenía un piso en el centro alquilado, de sus padres, y que ya había una chica viviendo en él, pero que seguramente no le importaba compartir piso, que la avisaría, porque la casa tenía dos habitaciones.
No le di más vueltas en su momento, pero ahora, ya en el metro de camino, me resultaba raro. No había hablado con la chica, no sabía nada de ella y yo iba a invadir así, de la nada, su privacidad. Joder, es que ni siquiera me sabía su nombre.
Me empezaron a sudar las manos, y un cosquilleo se me puso en la boca del estómago. Quería volverme a casa.
Pero no, Ana, estás aquí para triunfar, y lo vas a conseguir cueste lo que cueste.
Había quedado con Aitana en la dirección que me mandó por Whatsapp en media hora, según esto desde la estación de metro al punto acordado había 10 minutos caminando. Rezo porque haya techos y pueda taparme.
Nada más salir pude comprobar que la lluvia había parado, y suspiré aliviada. Pude verme reflejada en el escaparate de una tienda. Por dios, menudas pintas.
Tenía las all star caladas hasta arriba; mi camiseta, que en un principio era gris claro, había adquirido un tono gris oscuro casi negro y mi pelo... bueno mejor no hablar de él.
En fin, vamos a ello.
Seguí las instrucciones al pie de la letra, según me iba indicando mi móvil, y por fin llegué a la flechita roja que indicaba mi destino.
Cuando levanté los ojos por primera vez de la pantalla, pude comprobar que el barrio no estaba nada mal. Tenía un toque artístico, bohemio... un montón de pinturas decoraban las puertas de los establecimientos y las flores brillaban altaneras en los balcones.
Aunque estaba extrañada de cómo con ese calor podían sobrevivir.
Un toque en el hombro me sobresaltó y me giré rápido para encontrarme con una chica un poco más baja que yo.
-Vaya, sí que te he asustado- Dijo riéndose. Tenía unos bonitos ojos verdes y un flequillo cortado a la perfección. Tanto que tuve que contenerme para no acercarme más a ver si había algún pelo fuera de su sitio. Su sonrisa amplia me tranquilizó y expulsé todo el aire que había contenido en el sobresalto, suspirando.
-Ay, lo siento, es que estaba fijándome mucho en el sitio- Otra vez se rio, tenía una risa igual de armónica que su voz.
-¿Qué tal? Soy Aitana- Dijo, y sin miramientos me agarró del brazo y me bajó un poco a su altura para plantarme un beso en cada mejilla.
-Encantada, yo Ana- Sonreí de buen grado, transmitía muy buen rollo.
-Agoney me habló muy bien de ti- Se dispuso a buscar en su bolso. Supuse que las llaves para entrar.
-Es un cielo de niño
-Si la verdad...- Se distrajo hasta que las encontró y las sacó, buscando la correcta. Pero antes de introducirla en la cerradura se giró hacia mí -¿Oye... estás bien?
Me sorprendió mucho su pregunta, y arqueé una ceja incapaz de disimularlo.
-Sí, ¿por?- Me miró de arriba abajo y entendí la razón-Ah sí, normalmente voy más limpia-Se rio y yo con ella-pero me ha pillado la lluvia
-Jo tía, que putada-Dijo, ahora sí, introduciendo la llave y abriendo la puerta del portal.
El portal era amplio, con muchas flores y espejos.
-Es un tercero sin ascensor...espero que no sea problema
-Oh, no claro- Dije cargando mi maleta-En realidad eres mi salvadora, te agradezco un montón que me alquiles sin conocerme de nada.
-Siendo amiga de Agoney no puedes ser mala- Contestó sonriente, como siempre.
Sería un tercero, pero parecía un sexto. Ahí debía de haber mínimo 500 escalones, pero no me quejé. Seguro que no me venía mal un poco de deporte extra al final del día.
Cuando Aitana se puso a abrir la puerta de casa, estaba cerrada con dos vueltas de llave. Y he de decir que eso me alivió un poco, no estaba mi nueva compañera, así que podía conocer la casa tranquilamente, sin que fuese incómodo.
-Vaya, Miriam no está. Ya os conoceréis, creo que os vais a llevar genial
-¿Y eso por qué?
Y Aitana se rio
-No hay ser en el universo que se lleve mal con ella
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Serendipia // Warmi
RomanceSerendipia: descubrimiento o hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce de manera accidental o causal, o cuando se está buscando una cosa distinta.