Despedida

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No sé que me dolió más, el sonido estridente de la alarma o el impacto de la luz en mi retina al abrir el ojo derecho. Tenía la cara hinchada por la falta de sueño, y un dolor en la cabeza que solo entenderá aquel que no haya descansado lo suficiente. ¿Y se supone que yo hoy tenía que sacarme las fotos que saldrían durante todo el programa? Madre mía.

Se me pasó el malestar cuando sentí un roce suave sobre la piel de mi tripa y un suspiró en mi nuca. Acostada a mi lado, abrazándome por la cintura, sin soltarme, Mimi comprobó si aún seguía durmiendo. Yo me hice la dormida, respirando plácidamente, no quería moverme de ahí en todo el día.

Se deslizó hacia su lado para apagar la alarma, y acto seguido, se recostó un poco sobre mí para apagar la de mi móvil, que se había unido al despertar colectivo.

Noté como unas caricias suaves subían y bajaban por mi brazo, haciéndome cosquillas.

-Ana- Susurró. Al ver que no me movía, a pesar de que me estaba costando la vida no lanzarme a ella, repetía la acción una y otra vez- Eh, bonita, que hoy empieza tu sueño.

No pude evitarlo más y sonreí como una estúpida. Abrí y rodé los ojos hacia arriba, encontrándola toda despeinada y con carita de sueño, aún despistada siguiendo el trazo de su dedo por mi brazo. La sorprendí apoyándome rápido sobre mi codo y girándome para alcanzar sus labios.

Dejó escapar el todo aire en el beso, con los ojos muy abiertos del susto. Y yo me separé riéndome.

-El sueño empezó anoche- se me ocurrió decir y ella soltó una gran carcajada- Ya me he pasado de empalagosa ¿Verdad?

-Es solo que no me acostumbro- sonrió.

Volví a desplomarme en la cama, aún sin creerme que no podía dormir más y que de verdad tenía que levantarme. Ella fue poco a poco bajando, hasta quedar a mi altura, ambas en la misma almohada.

-¿Estás nerviosa?-Susurró girándose sobre su lado izquierdo para mirarme.

-Más que nervios tengo miedo- confesé. Tenía tantas cosas que debía y que quería hacer, a las puertas de entrar en un concurso...

Ella cogió mi mano y le dio un apretón fuerte. Yo giré la cabeza, para mirarla a los ojos, porque siempre me ayudaban a calmarme.

-¿Miedo? ¿Ana Guerra? ¿De verdad?- su cálida risa llenó la habitación.

-De verdad que estoy acojonada- me senté de golpe y pasé mis manos por la cara resoplando- Estoy a punto de enfrentarme a una prueba definitiva, para entrar en un programa que puede tener éxito o no. De cualquier forma, mi vida va a cambiar por completo. La gente me puede criticar para bien o para mal, y no sé cómo lo voy a llevarlo.

Era imposible que parase el discurso, porque ya sentía que se lo podía contar todo sin preocuparme en no pasarme con la información. Podía confiar plenamente en ella.

-Por otra parte, acabo de pasar las escasas mejores cinco horas de mi vida y no sé cuando se va a volver a repetir porque, en la mejor de las opciones, me paso tres meses encerrada sin saber nada del mundo ni de ti.

Me giré para ver como iba asimilando la información. Su sonrisa se había esfumado y me escuchaba atenta, aún apoyada sobre la almohada.

-Y por último, tengo un novio con el que llevo un montón de tiempo, al que quiero dejar porque me he dado cuenta de que no lo quiero. Y me parece sucio hacerlo por teléfono pero no veo otra opción ya que no se encuentra en la misma ciudad que yo para hablar con él en persona.

Se incorporó rápido y me abrazó, pasando sus brazos por mi cintura y apoyando su cabeza en mi hombro derecho.

-Ana, no tienes por qué hacerlo- El que no dijese ni una sola palabra le confirmó lo confusa que estaba- Me refiero, si no quieres acabar la relación de esa manera, no tienes por qué. Yo te voy a esperar igualmente, no quiero que te sientas presionada por mi culpa. Tómate tu tiempo para hablar con él en persona y con calma cuando tengas la oportunidad. Ambos os lo merecéis.

Serendipia // WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora