Sapoconcho

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No podía dormir. Y no sabía si era por la cama, la habitación o que Mimi aún no había llegado a casa y eso me preocupaba. No me gustaba dormir sola, y menos en una casa vacía.

Puse la almohada entre mis brazos, simulando que la abrazaba y apoyé la cabeza en el duro colchón. Ugh, iba a ser una larga noche.

La cerradura me despertó a eso de las 5 de la mañana, un ligero taconeo me hizo sonreír. Por fin... pero, un momento.

No estaba sola.

Unos pasos se escuchaban haciendo eco a los suyos, y de unos zapatos diferentes. Mi corazón empezó a coger un paso acelerado y sentí que se me nublaba un poco la cabeza. Qué raro...no es que me molestase que estuviese con alguien...era la falta de sueño.

Sí, eso, la falta de sueño.

Me giré sobre mi misma, y me puse a escuchar música, lo último que quería oír era algo que no debía procedente de la pared contigua.

El tono a las 11 de la mañana de mi móvil, me recordó que me había quedado dormida.

Así no, Ana, así no se empieza una nueva vida.

Me senté en el borde de la cama y apoyé la cabeza en mis manos. No era mi culpa, si hubiese conseguido dormir antes...Me peino antes de salir a la cocina, no pienso permitir que, de encontrarme con Mimi, me viese con esas pintas.

Pero las pintas me las encontré yo.

Al abrir la puerta apareció ante mí un chico, con unos calzoncillos de tortugas como única prenda y una sonrisa de oreja a oreja. Estaba intentando hacer un zumo de naranja, dejando perdida la mesa de la cocina, pero no hay que negar que el chaval ponía empeño en conseguirlo.

-Mmm...¿Hola?- Saludé desde lejos, con una mano, para que no se asustase.

-Ay ¡Hola! Perdón, ¿Te he despertado verdad? Mira que me dijo Mimi que tuviera cuidado, que te podía despertar-Tenía un acentazo increíble, del norte por lo menos.

-'No que va, no te preocupes...pero déjame a mí anda, que parece que las estás asesinando'

Se rio y puso las manos en alto, en señal de que me lo dejaba todo para mí.

-Soy Roi, encantado- y me plantó los dos besos más sonoros que había recibido en toda mi vida.

-Ana- Sonreí lo más sinceramente que pude. No sé por qué, pero quería que me cayese mal, no me había dejado dormir y estaba enfadada. Aunque la verdad que parecía majo...

Estuvimos un par de minutos con un silencio incómodo. Yo intentando concentrarme en las naranjas, él sin la menor intención de ponerse algo de ropa encima.

-Oye, ¿Te gustan los sapoconchos?-Dijo así, de repente, señalándose los calzoncillos

Mi cara debió ser un poema

-¿Perdón?- Me quedé mirándolo. Tenía unos ojos grandes y bonitos, y aunque estaba demasiado delgado para mi gusto, parecía atractivo.

-Los sapoconchos...las tortugas- Y me tuve que reir. Me hizo mucha gracia el nombre que había dicho.

-¡Ah sí!, no te estaba entendiendo.

-A veces se me olvida que no estoy en Galicia ya...perdona.

-Así que gallego ¿eh?

-¿No lo habías notado? Ahora me dirás que no tengo acento tampoco.

Me seguía riendo, hablaba prácticamente cantando.

-Sí que tienes risa fácil- Sonrió y me puso la mano sobre la mía- Mimi no me había dicho que eras tan guapa...de haberlo sabido te hubiese invitado anoche.

Había bajado el tono, y todo mi cuerpo se tensó al contacto. No de placer, sino de rabia más bien. No sabía si era el novio formal de Mimi, pero igualmente, estaba fuera de lugar lo que acababa de hacer. Aparté la mano como pude y di un paso hacia atrás.

-Yo...tú- Me miraba sonriendo, como si se divirtiese haciéndome sentir vulnerable.

En ese momento, la puerta con la M colgada se abrió de golpe y yo solo vi ropa volar. Primero unos pantalones y luego unos zapatos.

-Vete de aquí antes de que te de dos hostias anda- Mimi salió rápido y lo sacó de mi lado agarrándolo por el brazo. Y empujándolo por la puerta.

-Pero, ¿Y mi camisa?-Gritó Roi como pudo. Y como respuesta obtuvo un portazo.

Mis ojos no podían abarcar más campo visual de lo abiertos que estaban. El corazón me iba a mil, y no sabía si era por la situación que acababa de vivir o de lo nerviosa que me acababa de poner porque delante de mí se había plantado Mimi, en ropa interior de encaje y solo con una camisa desabrochada por encima. Supuse que había resuelto la duda de Roi. Como seguía en shock se me acercó y me cogió por los hombros.

-Oye...ey, Ana, ¿estás bien?, es un gilipollas- Me abrazó.

Olía a una mezcla entre coco y frambuesa. Suspiré profundamente, liberando toda la tensión de la situación. Seguimos así hasta que consideró que ya me había reconfortado lo suficiente.

-Lo siento- Atiné a decirle. Me sentía culpable de la posible ruptura con su novio.

-¿Por qué?

Estaba sorprendida de verdad, me miraba con la cara ladeada, buscando dos vasos para echar el zumo.

-De haber sido un poco la culpable de la situación. Me refiero, está bien que te enteres que tu novio es...

Me cortó

-¿Mi novio?- Empezó a reírse a carcajada limpia, desconcertándome- Roi no es mi novio, es un poco...mi amigo con derechos. Cuando nos sentimos solos, nos tenemos el uno al otro. Pero a veces es un gilipollas integral y más cuando hay una cara bonita de por medio.

Me puse roja cuando oí el piropo, pero me supe recomponer y empecé a hacer el café para disimular.

-¿Si no he estropeado ninguna relación, entonces por qué te has puesto así con él?

-Porque no me gustaba cómo te estaba hablando, ni la situación.

No pude evitar sonreir. Me gustaba tener a alguien que me defendiese de esa manera.

-Ay jo, yo estaba sufriendo por ti. Pensé que era tu novio, y no te merecías a un tipo así.

Se giró sobre sí misma y apoyó la espalda en la barra que hacía de mesa en la cocina. La camisa dejaba muy poco a la imaginación. Cruzó los brazos sobre su pecho y sonrió ladeadamente.

-¿Y a quién crees tú que me merezco?

Me empezaron a temblar las manos, me intimidaba bastante su presencia, pero ya en aquella situación era demasiado para mí.

-Pues...no sé, alguien que desprenda la misma energía que tú, que sea fiel y valore la mujer que tiene delante, que sepa ver la luz que desprendes y no te quiera cambiar por cualquiera que acaba de conocer.

Salí del paso y tragué saliva como pude. Sonrió y descruzó sus brazos.

-Ana, diciéndome esas cosas, puedes causarme todos los conflictos que quieras con tu cara bonita, amiga.

Serendipia // WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora