El anuncio

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La ducha era la mayor cura resacas que conocía. Cinco minutos debajo del agua caliente fueron suficientes para que el dolor de cabeza se fuese y que todos mis músculos, resentidos de dormir en el sofá, se destensasen.

Reflexionando acerca de la noche anterior, tenía que reconocer que había sido un error. No sabía en qué estaba pensando, Mimi tenía razón con lo de dejarle una nota o haber dado señales de vida. Pero por otra parte ¿Qué iba a poner en la nota? Mimi: me voy porque no soporto escucharte con otra persona. Muy original, innovador y para nada incomodo teniendo en cuenta nuestra situación actual.

Apoyé la cabeza en los azulejos de la pared, pasando mis manos por el pelo mojado y dejando que el agua caliente recorriese todo mi cuerpo. Probablemente aceptase la propuesta de Amaia para hablar. Necesitaba que alguien me aclarase, me sacase de aquella confusión. O al menos necesitaba hablar sin que nadie me juzgase o me recriminase nada, y para ello nadie mejor que Amaia y su dulzura natural.

El teléfono me interrumpió y salí de la ducha a regañadientes. Cogí la toalla corriendo, envolviéndome en ella, pero ni aún así llegué a tiempo. 

Era Jadel. Joder, a veces era de un oportuno... pulsé el botón rellamar, suspirando.

-Hola Amor ¿Donde estabas?- Se oía un montón de ruido de fondo. Probablemente él estuviese en la calle.

-En la ducha Jadel...¿Pasó algo?

-No, que va- Dijo, con la respiración acelerada- Es solo que mi productor me ha llamado y me ha dicho que me tengo que ir a Barcelona esta semana. 

-Vaya...- Estaba realmente triste. Me había acostumbrado a estar con él todos los días, siempre sacaba algo de tiempo por muy ocupada que estuviese para verlo- ¿Y cuando te vas?

-Pues ahora mismo, me sale el avión en una hora. Estoy de camino al aeropuerto- Me tomé unos minutos para pensar, cómo serían las cosas si la situación fuera al revés. Si hubiese sido yo la que, de un momento para otro, se fuese una semana entera y sin despedirme. Suspiré, cambiando todas las palabras no muy agradables que estaban a punto de salir por mi boca.

-Vale, cariño. Avísame cuando llegues- Me pareció oír un 'vale' pero con tanta interferencia no podía decirlo al 100%. La comunicación se cortó.

Desempañé el cristal del baño, que me devolvió mi reflejo. Había pasado muy poco desde que me había plantado aquí delante para decirme en voz alta que aquel era mi comienzo. Yo sentía que había crecido, no solo como persona, también como artista...aunque también tenía la sensación de que no había avanzado mucho, que no había conseguido nada grande aún. Dicen que las cosas importantes llevan su tiempo, pero nadie sabía las ganas que yo tenía de comerme el mundo.

Unos golpes en la puerta me sacaron del trance.

-Ana, sé que es un fastidio que te arruinen la ducha, pero es que las palomitas se están quedando así como arrugás.

Me reí, porque sabía que junto con aquella frase, la rubia había hecho un gesto que imitaba a la perfección lo que era una palomita arrugada. Me la imaginaba en mi cabeza como si la hubiese visto. 

-Ya voy, amor.- Me quedé en silencio, como si hubiese roto un plato y estuviese esperando a oír el impacto contra el suelo. No pretendía para nada llamar a Mimi amor, pero al haber estado hablando con Jadel, me había confundido. En realidad, no me hubiese molestado llamarla amor antes de nuestro beso, pero ahora sabía que cualquier cosa podía resultar incómoda, que podía sacarse de contexto. Así que ahí estaba, aguantando la respiración, esperando una respuesta que nunca llegó. A lo mejor me había ignorado, o simplemente no me había oído. Otra teoría era que no le había dado importancia, sin duda mi preferida, porque eso significaba que aún había algún rastro de naturalidad en nuestra relación.

Serendipia // WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora