Whisky

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Contaba hasta 120 mentalmente y a medida que me iba acercando a la centena más estúpido me parecía todo aquello. Habíamos quedado en que ella saldría antes y yo esperaría allí un par de minutos para que no se nos viese juntas aún. Allí sentada, sobre el montón de rollos de papel higiénico contra el que me había tropezado al entrar, me sentía como si tuviese 10 años jugando a una especie de escondite eterno. Que ganas de no tener que escondernos nunca más.

Abrí la puerta y miré instintivamente a ambos lados, resoplando en cuanto me dí cuenta de que seguía haciendo el tonto. Me metí en el baño, aprovechando aquella escapada secreta.

Allí me encontré a Aitana apoyada de espaldas en el grifo mientras Nerea, pegada a ella, intentaba pintarle los labios.

-¿Hola?- Avisé de mi llegada, porque estaban tan concentradas que ni siquiera se enteraron de que estaba allí. Ambas me miraron de golpe, lo que hizo que el pintalabios rodase por la mejilla de Aitana desde los labios hasta casi la oreja derecha. 

-Joe Nerea, seguro que ahora parezco el Joker- se quejó Aitana cuando vio que me reía de ella.

-¡Oye, la culpa no es mía, me has pedido tú que te pinte los labios!

-¿Me explican que hacen chicas?- Miré por debajo de las puertas un poco para comprobar que todos los baños estaban ocupados.

-Pues que aquí la subcampeona que va como una cuba y no es capaz ni de retocarse el maquillaje.

-Oye, oye, oye... eso no es...- Me miró con el dedo en alto, haciendo una pausa demasiado dramática- Ana tía, ¿te he dicho alguna vez que eres guapísima? Osea como guapísima de verdad, las 24 horas.

-Vale mi niña, si que vas fatal- Reí. Comencé a limpiarle la línea de pintalabios en la mejilla, porque era imposible tomársela enserio con ese aspecto- ¿Cuánto has bebido? 

-Solo te voy a decir una cosa- me miró seria a los ojos- Pa mala yo 

Miré a Nerea, que no paraba de reírse y a mi no me quedó más remedio que unirme.

-Anda ven- Nerea la cogió de la mano- Yo me encargo de ti.

-Cuídala por dios, que andan por ahí sus padres- Pedí. Ella asintió, saliendo del baño. Que raro era no ser yo la que cuidase de ellas, me encantaba hacer de mami en realidad.

-Voy a ver si le doy algo para que se le pase.

Resoplé una vez se fueron, si estaba así Aitana, temía por Amaia. Aunque pensándolo bien, esta era nuestra noche, con que no la liasen mucho hacían bien en disfrutar. Por primera vez en mucho tiempo, había alcohol y no había cámaras, solo algún que otro flash de los móviles de los invitados, así que lo que pasaba en la fiesta, se quedaba en anécdotas.

Tardé aún unos 10 minutos más en regresar a la fiesta, ahora un poco más desenfrenada. La gente bailaba como loca prácticamente a oscuras, porque las luces de neón del sitio no es que fuesen maravillosas. Eso sí, el que se tratase de una capilla era perfecto para la acústica. 

A mí me quedaba gente por saludar, entre ellos los chicos de la banda. Había visto a Alfred con Amaia, pero no había sacado un ratito para ir a hablar con ellos en condiciones. Creí ver el pelo rosa de Marina en el centro de la pista y me dirigí segura hacia allí decidida.

Hasta que a medio camino una mano tiró de mí muñeca y me empujó bruscamente.

Caí contra el pecho de Jadel que me sujetó con fuerza por ambos brazos. Me sonreía con la mirada un poco perdida.

-¡Pero amor!- Con esas dos palabras, tuve suficiente para saber que estaba borrachísimo. El olor a whisky invadió mi nariz y tuve que apartar la cara hacia un lado, porque se había colocado demasiado cerca- Cuanto tiempo ¿Puedo seguir llamándote así, no? Amor.

Serendipia // WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora