Ana Banana

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No sabía que ponerme, y llevaba con el dilema más tiempo del que tenía previsto. Hacía mucho calor en Madrid, así que eso descartaba el arsenal de pantalones de cuero que me encantaban y tenía como básicos. Cogí dos vestidos. Uno de ellos era mi favorito, azul con lunares blancos, ajustado por arriba y con la falda al vuelo. El otro era el vestido que siempre me ponía cuando quería salir de fiesta y dejar a la gente boquiabierta.

Nunca había sido de mucha confianza en mí misma, es más, me gusta poco llamar la atención. Por eso plantearme ir de turismo con Mimi hace que me replantee mi estilismo un par de veces. Bueno vale, más de un par. Se la ve tan segura de sí misma y tan cómoda que asusta. Tenía ganas de sentirme así, de sentirme guapa. Así que cogí mi vestido de lunares, me pinté el eyeliner y bajé al portal donde había quedado con ella a las 19.30.

Aún eran y 25, pero me gustaba llegar con antelación a los sitios, y no hacer esperar a la gente.

Mi primer día aquí, aparte del comienzo por la mañana, había sido bastante caos. Mimi se fue al rato de echar a patadas a Roi, corriendo porque llegaba tarde, así que no pudimos hablar mucho.

Y yo, me dediqué a deambular buscando un trabajo. Sabía que si me quería dedicar a la música tenía que tener una base, y para estudiar, además de para mantenerme aquí, necesitaba dinero. Mis padres me habían dado algo, pero yo quería ser autosuficiente. Después de que, en tres bares donde buscaban camarera, me rechazasen, empecé a darme cuenta que la cosa iba a estar muy difícil sin tener experiencia. Pero no me rendí y seguí buscando, hasta me compré un periódico para buscar ofertas de empleo...pero nada.

Así que lo último que se me ocurrió hacer fue pegar carteles de clases de guitarra a domicilio. A ver si alguien se apuntaba y podía ganarme algo hasta que encontrase trabajo estable.

Luego me dirigí al conservatorio, tras perderme como unas 4 veces conseguí llegar a la calle Santa Isabel para entrar en aquel edificio gris gigante. Una señora muy agradable me atendió en la entrada y estaba de suerte, las inscripciones para la prueba de acceso estaban aún abiertas. Me apunté, y rellené un montón de formularios. Me dijeron que volviese en tres días, a las 16.00 para una reunión donde se nos informaría de precios, método de enseñanza, pruebas y demás.

Me volví a casa sonriente, casi bailando, tenía tantas ganas de cumplir mi sueño que era incapaz de no exteriorizarlo.

Unas manos me taparon los ojos y me sacaron de mis pensamientos.

Y yo sonreí, porque olía a coco y frambuesa.

-¿Lista para descubrir la ciudad conmigo?- Susurró en mi oreja derecha. Me reí, ¿Cómo no hacerlo si era la pura alegría en persona?

-Espero que no me montes en uno de esos autobuses de dos plantas con guías.

-¿Tan poco te fías de mí?-Se puso, ahora sí delante de mí sonriendo. Llevaba unos shorts vaqueros, una camiseta básica con una hamburguesa dibujada en el medio y unas all star blancas. Su pelo rubio estaba suelto, alborotado, no me extrañaría nada que hubiese venido corriendo.

Puse los ojos en blanco

-Pues te acabo de conocer...poco sé de ti.

-Tenemos toda la tarde para hablar, amiga-Dijo poniéndose las gafas de sol- Además que te he salvado la vida esta mañana.

Sonrió de lado, haciéndome ver que estaba de broma.

-Tienes razón, después de lo de esta mañana confío en ti- Dije riendo, con la imagen de Mimi empujando al chico de los calzoncillos de...¿sapoconchos?

-Ven - dijo tirándome del brazo -Hoy tenemos poco tiempo, así que creo que es mejor ir poco a poco enseñándote cosas. Quiero empezar por mi sitio de Madrid favorito, creo que te va a gustar. La seguí a duras penas, tenía un montón de energía y no paró hasta que llegamos a la estación de metro.

-Sí que te has puesto guapa, Anita- Me miró de arriba abajo sonriendo y yo me puse como un tomate. En realidad había conseguido lo que quería, pero... ¿os acordáis de eso de que no me gustaba llamar la atención? -Si lo sé, me hubiese puesto un poco más a la altura.

-Tú estás guapa con lo que te pongas.

Su sonrisa de agradecimiento inundó el oscuro metro.

-Bueno, aún quedan por lo menos 20 minutos de viaje, ¿Qué te parece si cada una hace una pregunta a la otra, de lo que quiera, por turnos, y así nos vamos conociendo?

Asentí con la cabeza, quería saber varias cosas de Mimi, saber si en realidad era tan interesante como parecía hacía ver.

-Venga, empiezo. ¿De dónde eres?

-Canarias, Tenerife.

-Lo sabía, me encanta tu acento. ¿Y qué haces aquí?-Arqueé una ceja en señal de protesta.

-Mi turno- Se rio y levantó ambas manos- ¿Y tú de dónde eres? Porque no tienes pinta de ser de Despeñaperros para arriba.

-Granada, pero llevo aquí por lo menos 1 año viviendo. ¿Qué haces tú aquí, en Madrid?

-Quiero dedicarme a la música- Ladeó la cabeza, con curiosidad - y como esta me parece la ciudad perfecta para hacerlo, no me lo pensé dos veces. ¿Cuántos años tienes?

-22. Recién cumpliditos.

-¡Vaya como yo!

-Me has ahorrado una pregunta -Sonrió burlona. Mierda - ¿Tienes novio?

La pregunta me pilló desprevenida. Era como pasar de temas banales a un tema ya más privado de repente. Además que tampoco entendía el interés.

-No, lo dejé con mi ex a principios de año.

-Uy, no me fio- Soltó de repente. Me crucé de brazos esperando una explicación. Pero solo se rio – No te enfades mujer. Solo decía que alguien tan guapa, sin novio, es raro. Algún defecto tienes que tener.

Se me acercó mucho, al oído derecho y se me tensaron todos los músculos en señal de alerta. Me ponía nerviosa.

-¿Tú también pones el volumen de la música en número par?-Me susurró y no pude contener la carcajada. Ella me acompañó - ¿Qué? No es gracioso, tuve una relación que se acabó porque decía que era 'desesperante'

El metro llegó y nos subimos. Mimi radiante, yo ansiosa por seguir conociéndola.

Durante el trayecto aprendimos un poco más la una de la otra. Estaba fascinada con ella. No solo era preciosa por fuera, sino también por dentro. Era bailarina, daba clases de baile en un estudio en gran vía, pero había estado en Estados Unidos y en China bailando profesionalmente... ¡y tan joven! Coincidimos en nuestra obsesión por los aguacates, los perros y los musicales. Yo le expliqué mi vida en Canarias, que había acabado la carrera de enfermería, pero que lo que de verdad me llamaba era la música. Le gustó mucho esto, alegando que ya tenía quien le cuidase si caía enferma. Se mostró muy interesada por mis gustos musicales e intentó varias veces que le cantase algo, pero me pareció muy inapropiado en mitad del metro.

-Algún día conseguiré que pierdas esa vergüenza Ana banana- Me amenazó con el dedo.

-¿Cómo me has llamado?

-Vamos, que es aquí- Y sin explicación me tiró del brazo arrastrándome del asiento. Ya me empezaba a costumbrar a eso de seguirla, lo que yo no sabía es que me iba a gustar tanto.

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Hola a todos!

Bueno este es mi primer fanfic y la verdad que me lo estoy pasando genial escribiéndolo! Espero que os guste...tengo muchas ideas en mente, pronto irán pasando cosas interesantes!!!


Serendipia // WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora