Química

5.4K 241 65
                                    

-Entonces, señorita...-se toma unos minutos para buscar entre el desorden de su mesa, una hoja con mi foto - Ana Guerra, ¿No tiene nada de experiencia en el sector?

-La verdad es que no. Nunca he trabajado oficialmente en la hostelería. Ayudaba a mi tío los fines de semana en el bar que dirige- levantó una ceja, sopesando si estaba en serio o era una broma- pero tengo muchas ganas de aprender y lo hago rápido.

Se recostó sobre la cara silla de escritorio, que reinaba de una manera estridente en la habitación. Suspirando, y yo con él.

Ya había vivido ese momento varias veces últimamente.  Ahora estaría pensando un minuto, que a mí me parecerán mil, para poner cara de falsa pena y decirme que no soy lo que buscan, que lo siente.

Lo siente y una mierda.

-Vale. Vamos a hacer una cosa. Vente mañana, esta semana estarás a prueba, si la pasas, hablaremos del contrato.

-¿En serio?- grité, más alto de lo que esperaba, ante la sorpresa. Y él se rió. Era joven, tendría unos 30, guapo y bien vestido. 

Asintió y yo me levanté, le dí la mano sin dudar.

-Muchas gracias, no se arrepentirá.

-Por favor, no me trates de usted. Puedes tutearme. Es más, puedes llamarme Ricky.  Aquí somos una gran familia, y estoy seguro que formarás parte de ella- me correspondió el apretón de manos, fuerte.

Volví a agradecerle como unas 10 veces más la oportunidad y me fui, antes de que pudiese cambiar de opinión.

Mi primer impulso fue sacar el móvil y mandarle un mensaje, fue como automático, sin pensar.

¡Tengo buenas noticias! ¿ te veo luego y te cuento?

Caminé por la calle, dirección al conservatorio, aún tenía tiempo y el clima animaba a pasear. Tenía clase toda la tarde, pero no me importaba nada, porque disfrutaba cada minuto en ese edificio. Había talento en cada esquina. 

No tardó en aparecer en mi cara una sonrisa, con el primer tono de mi móvil.

Para tí siempre tengo tiempo Ana Banana. Nos vemos en casa y me cuentas... ¡yo también tengo una sorpresa para ti!

Desde aquella "clase de baile" con Mimi no he parado de pensar. 

Y cuando digo pensar digo comerme el coco de una manera importante. Había sentido un montón de cosas por ella, atracción sobre todo y eso me asustaba. Lo primero porque era mi amiga, y yo no quería que nada estropease la amistad tan especial que tenemos. Para seguir, está que yo nunca me había sentido atraída por una chica, por lo que...a lo mejor fue la situación. Me refiero, ella es sexy, es un hecho y con el baile, la música...

Y por último y más importante, estaba Jadel. Habíamos hablado lo nuestro y estábamos decididos a darnos una oportunidad. No quería hacerle daño y de verdad estaba ilusionada con volver a intentarlo con él. Me aportaba tranquilidad y estabilidad. 

Sin embargo, Mimi estaba en mi cabeza el 100% del tiempo, y no sabía como sacarla de ahí. Me gustaba el juego que teníamos, ese coqueteo constante que aunque no nos hacía ningún bien, practicábamos a todas horas. Despertaba algo dentro de mí, como si fuese peligroso, algo prohibido.

No habíamos hablado más del tema, ambas hicimos como si esa tarde no hubiese pasado, aunque mi cabeza no dejaba que me olvidase de ella en ningún momento, ni siquiera durmiendo.

Yo quería hacerlo, de veras. Pero tenía miedo de que se asustase o de que todo fuese una paranoia que yo solita me estaba montando en la cabeza. 

Serendipia // WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora