Click

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-Un poco a tu derecha...- Giré la cabeza un milimetro a la decha- Vale no, no tanto...

Suspiré. Internamente, claro, me llego a mover para suspirar y probablemente la cámara del fotógrafo hubiese impactado de pleno en mi cara. No era cuestión de moverme, era que yo no tenía mi mejor día si hablamos de belleza. Solo quería tirarme en el sofá y no hacer nada hasta la noche...

Sí, hasta la noche porque... ¡lo había conseguido!

Y aún no me lo creía. De ahí la sonrisa tonta que tenía en la cara, por mucho que el fotógrafo se empeñase en borrarla.

El cambio de la canción que había pensado de camino al local, fue lo más arriesgado que hacía desde que aparecí en Madrid para empezar de cero. Vale, esta bien, no es que estuviese arriesgando mucho últimamente...

Pero algo hizo click. Apagué la cabeza, cansada de sus malos consejos y preferí seguir el impulso que tanto me llamaba. Ayudó también que en la mini prueba que nos hicieron había un grupo de música para tocar la melodía, así que dejé la guitarra y mi versión acústica, para darle un toque más cañero con una canción distinta.

La primera que había elegido se me ocurrió al recordar a Mimi diciendo que me había escuchado cantar en mi habitación. Si se entera que siempre la canto pensando ella... tiene una letra que describe al 100% la situación que vivo a su lado. La dualidad en la que estoy constantemente.

Pero la quería dejar para otro momento, mucho más especial que ese.

Amaia se había quedado, para darme ánimos y la verdad que estaba eternamente agradecida. No solo se había portado de cine llevándome en coche sino que había sido un alivio tener una cara conocida allí ya que Mimi no había podido ir. Se comportó como mi mayor fan, incluso creo que dio un grito de apoyo cuando acabé, aunque no la vi y dudaba mucho que hubiese alzado la voz.

-Ahí quieta, quieta- Un flash hizo que perdiese la visión durante unos segundos, llevándome las manos a los ojos. Esperaba que acabase pronto la tortura. Cuando mis pupilas se pudieron acomodar a la luz distinguí una sombra en la zona de las mesas, debajo del escenario en el que estaba subida.

Era Amaia, haciéndome un gesto, señalándose el reloj de su muñeca. Joder claro, seguro que ella tenía prisa. Y yo allí, haciéndole perder el tiempo.

-¿Ya lo tienes? Me tengo que ir, mi amiga...- ni siquiera me habló, sacudió la mano interrumpiéndome y dando por finalizada la sesión.

Pues vale, menudo borde. Salté del escenario y corrí hasta Amaia.

-Ay Ana has estado increíble. De verdad- Dijo mordiéndose todo el labio inferior, exagerando sus palabras con el gesto.

-¡Gracias amiga! Ay lo siento, no te molesto más. Estarás liada y yo aquí haciéndote perder el tiempo...

-No no, si te lo decía porque son las 15.45

-¿Y?

-¿Tú no entrabas a trabajar a las 16.00?

Ay no me lo podía creer.

-Mierda, mierda, mierda- Eché a correr con las manos en la cabeza.

-¡Espera! ¿No quieres que te lleve?- Me gritó Amaia. Vaya, si que tenía voz cuando quería. Y bien bonita, por cierto.

Volví corriendo hasta donde estaba.

-Esta a diez minutos corriendo cariño- le di un beso muy rápido en la frente, el primer lugar donde cuadró y me volví a ir corriendo- ¡Mil gracias te debo una muy grande!

Fue lo último que grité antes de salir del bar a toda prisa, sin tiempo a girarme para ver cómo Amaia se encogía de hombros junto con el fotógrafo, que estaba entretenido con nuestra conversación.

Serendipia // WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora