Capitulo 1

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_____ Richards ojeaba ociosamente los bastidores de los vestidos de cóctel. Cada uno llevaba una etiqueta de un diseñador de alta costura y estaba envuelto en un plástico protector. Una sonrisa sardónica, casi como de burla, rondaba su boca. Alguna vez ella había tenido un guardarropa con este tipo de vestidos. Uno más bello que otro. Su sonrisa se tornó tensa. Por aquel entonces había sido esencial que ella se viera tan hermosa como fuera posiblemente. Cada día. Cada noche.

Su sonrisa desapareció. Los recuerdos, por mucho tiempo proscritos, repentinamente emergieron. Una cara de ojos oscuros, deseosos.

Abruptamente dejó caer su mano y caminó a través de la suave alfombra. Era hora de buscar a Maggie y a los niños. Había sido una estupidez permitirse tal debilidad, aunque sea por un breve momento. Sus recuerdos estaban enterrados profundamente. Tal vez un día, cuando fuera una mujer vieja, los desenterraría. Pero hasta ese momento no era seguro. No era seguro en absoluto.

Mirando hacia delante caminó hacia la arcada que conducía al vestíbulo de la escalera mecánica del mundialmente famoso almacén Londinense. Abastecía a los ricos, a los muy ricos, y una vez _____ había sido una clienta habitual.

Ahora estaría tanto como fuera capaz de soportar. No había sido su idea. Maggie se había entusiasmado con la idea de hacer una visita especial con los niños para ver el departamento de juguetes de Navidad de la tienda, mágicamente decorado. 

-No para comprar, claro está -el socio de su madre, y amigo de _____, se había reído -Simplemente para mirar. ¡Ben y Leo lo disfrutarán! -

Tenían también que conformarse con mirar. Ambos niños estaban acostumbrados a “sólo mirar”. Ni a _____ ni a Maggie les sobraba el dinero como para comprar juguetes costosos. 

Por un momento la embargó un sentimiento de pesar. ¿Había sido demasiado impulsiva al regalar el dinero de Liam que ella alguna vez tuvo?

No, levantó su barbilla resueltamente, había hecho lo correcto. ¡En realidad, la única cosa correcta que había hecho! Ese dinero no había sido bien ganando, en absoluto. Una pequeña parte la había guardado y había sido suficiente para mantenerlos a ella y a Leo sin recurrir a la ayuda estatal. El próximo año, cuando Leo comenzara la escuela, durante los días de clase ella podría trabajar y así sus finanzas se aliviarían un poco.

Pero nunca más, pensó, mientras sus ojos vagaban por última vez en el maniquí que llevaba puesto un traje de noche brillante, sin precio, ella volvería a llevar algo como eso.

No como esa mujer allí, pensó, mirando fijamente a una elegante rubia vestida con un traje de diseñador, frunciendo sus labios, mirando atentamente el traje de noche. La mujer sería de su edad, pensó, algunos años menos que treinta, y tenía esa perfección que le dijo a _____ que pasaba sus días sin hacer nada excepto tener su pelo y sus uñas hechas, obligándose a verse fabulosa.

La forma que solía pasar mis días…, pensó.

El secreto de la amante (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora