TRECE

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  Johnny re escribía cuidadosamente la lista, evitando todos los puntos que sinceramente lo ponían incómodo. ¿Como se le habían ocurrido tales idioteces? Dejó todo tal cual hasta el punto doce y dejó el punto siguiente vacío. Cerró el cuaderno con suavidad y lo guardó en su bolso antes de levantarse de su ligar en el pasillo y caminar de vuelta al aula.

  Como era usual, el castaño caminaba a paso ligero ensimismado en sus pensamientos. Sin embargo, unos ruidos de estrepitosas risas y unos gritos de ayuda que provenían de los vestidores de hombres lo sacaron de sus pensamientos. Entró abruptamente al lugar y se horrorizó con lo que vio.
Unos chicos de grados superiores estaban golpeando a un chico cuya cara no pudo ver, ya que estos habían levantado su camiseta y la habían envuelto con cinta al rededor de su cabeza. El muchacho gritaba por ayuda a través de la tela, lo que solo lograba que los matones, entre risas, lo golpearan con más fuerza.

-¡Este es el vestuario de hombres, marica! ¿Que? ¿Acaso quieres verme el pene?- Gritaba uno mientras le pateaba el estómago. Johnny se enfureció, pensó en Ten y su mirada se llenó de rabia.

-Por favor... Basta- suplicaba la víctima mientras otro le apretaba el trasero.

-Eso te gusta, ¿verdad rata inmunda?- Rió otro de ellos Y en ese instante el castaño explotó. Tomó a uno de los tres chicos por el cuello de la camiseta y lo empujó lejos, logrando que este cayera al suelo.

-¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño, estúpido?- Le proporcionó un golpe certero en la nariz a otro de los chicos que ahora lo miraban con odio.

-¿Que te pasa, marica? ¿Vienes por tu noviecito? De acuerdo, ¡Llévatelo! Nosotros ya nos divertimos- Se pavoneó el tercer chico ayudando a su amigo a levantarse e intentando retirarse del lugar victoriosamente.

-¿Que mierda acabas de decir?- Johnny sacaba humo por sus fosas nasales.

-¿Acaso necesito repetirlo?- Seo se le tiró encima en un abrir y cerrar de ojos y lo estaba moliendo a golpes. Si bien sus amigos intentaron ayudarlo, Johnny parecía tener una fuerza sobrehumana y era imposible moverlo.

-¡MinHyuk, pide ayuda!- Antes de que el rubio pudiera salir corriendo del lugar, el castaño tiró de su pierna para que este cayera al piso. Se levantó y le proporcionó al tercero un buen golpe en la boca del estómago.

-Ahora lárguense de aquí- Dijo Johnny en tono bajo, pero con una notable ora en su voz. Los tres chicos huyeron del lugar dejando a los dos muchachos solos. Seo respiró profundamente antes de darse la vuelta y encontrarse al chico todo magullado por los golpes y semidesnudo, sollozaba en silencio y estaba en posición fetal.

El castaño se acercó a él cuidadosamente y se arrodilló a su lado.

-Voy a desatarte, tranquilo- con una delicadeza extrema, Johnny comenzó a quitar la cinta que amarraba la camiseta del chico por sobre su cabeza. Cuando terminó de hacerlo, bajó la prenda del muchacho por su torso revelando la identidad de la víctima, que tenía los ojos cristalizados.

El castaño tragó en seco al reconocer a Jun, quien ni siquiera se atrevía a mirarlo a los ojos. Tenía el pómulo hinchado y leves cortes en sus labios, frente y arco de la nariz. Johnny se sintió impotente, deseaba salir corriendo a buscar a los que le habían hecho eso y darles otra paliza.

-¿J-Junnie?- Dijo lo más suavemente posible, acariciando suavemente la mejilla herida del otro. Quien corrió la cara abruptamente. Eso rompió el corazón de Johnny un poco más- ¿Junnie, estas bien?

El rubio quería decirle que sí, que estaba bien, que le agradecía haberlo salvado, y que no debía preocuparse porque él era fuerte. Pero no podía hacerlo. Estaba tan asustado de que esos tipos vuelvan y lo comiencen a golpear nuevamente que no pudo formular ni una palabra. En cambió negó con la cabeza y comenzó a llorar, en silencio intentando retener las lágrimas. Odiaba que el castaño lo estuviera viendo en ese momento, pero a la vez agradecía con toda su alma que él haya llegado a ayudarlo.
Su corazón se detuvo cuando sintió los brazos del mayor enredarse alrededor de él. Lo estaba abrazando. Johnny Seo lo estaba abrazando. Pero estaba muy lejos de sentirse completamente dichoso.

LA TEORÍA DE YOUNHO SEO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora