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Es completamente cierto, cuando dicen que no hay que hablar de alguien sin conocerlo, digo esto porque es lo que pasa con las actitudes y personalidades de la gente.

Hay personas que a los ojos de otros parecen ser extremadamente crueles y sin corazón, o demasiado sumisos y sin opinión propia, pero nadie se detiene a pensar el por qué de eso, a mi punto de vista, cada cual con su historia y ese es el tema, si a una chica su familia la atormenta y no le da su apoyo es obvio que con el resto de la gente se comportará reacia y dura, como también es obvio que un chico que ha sufrido algún tipo de trauma sea tímido y callado, son cosas que se pueden deducir pero que igualmente no se pueden. 

-¡Cierra, vamos ciérrate! –pedí con dificultad tratando de cerrar la mochila llena de libros nuevos que me habían pedido en la escuela- perfecto –luego de lograr cerrarla, bajé las escaleras de dos en dos y salí al patio subiéndome al auto que ya estaba en marcha, miré la hora en mi celular y casi me trago la lengua al ver en la pantalla 7:45, en 15 minutos más debía de estar en clase.

Abordamos las calles lo más rápido que el auto nos permitía, casi nos estrellamos dos veces, pero llegamos a tiempo, dos minutos antes de las ocho en punto.

-Nota mental –susurré- jamás dormirse tarde, para no despertar tarde.

Ya llevaba cinco  días en Lumias Green tratando de adaptarme, mi única y constante ayuda hasta ahora había sido Carol, ya que no había hablado con nadie más.

-¿Mia Ellgate? –preguntó un chico a mis espaldas cuando estaba guardando mi mochila en el casillero, me volteé quedando frente a él y me sorprendió toparme con el dueño de Katy, la traviesa perrita que había visto días atrás- había oído que estabas en esta escuela pero no había logrado encontrarte para decirte que yo también estaba –dijo sonriendo y acercándose un poco más- veo que tu casillero está en la misma fila que el mío.

-¿Has estado en estos casilleros todos estos días y yo no te había visto? –observé incrédula.

-Falté los primeros días por viajes de mi padre –abrió la puerta pequeña del que parecía ser su casillero y de él sacó dos cuadernos y un lápiz negro- ¿Nos vemos después de clases? –preguntó sin la más mínima gota de timidez.

Traté de prestarle atención, pero no podía, debido a que alguien nos observaba desde el otro extremo del corredor, con el ceño fruncido y poniéndome muy incómoda.

-Si es que salgo a tiempo –apreté los dientes tratando de sonar imparcial, aunque quizás esa sería la única oportunidad de conocer amigos que tendría durante un largo tiempo.

-Nos vemos luego –movió la cabeza de lado a lado y sin borrar la sonrisa que tenía desde el comienzo de la conversación, se alejó casi corriendo y me di cuenta de que el timbre había sonado.

Tomé dos lápices y un cuaderno cualquiera, no tenía tiempo de ver cuál era el de física, azoté la puerta que se cerró de inmediato y quise emprender camino al aula pero no tenía ni la más mínima idea de donde se encontraba. Desesperada y con los nervios de punta, pensé en alguna forma de hallarla, miré las paredes por si acaso indicaban con letreros los nombres de las asignaturas, pero nada, lo único que encontré fue la silueta del chico que nos había observado con una sonrisita burlona marcada en el rostro, no podía creer que fuera capaz de reírse de mí, había tenido una impresión un poco más buena de él, pero lamentablemente esa impresión se iba desvaneciendo día tras día desde que lo conocí en aquella cafetería, en ese entonces se veía mucho más simpático y amable que en este momento, si bien el primer día de clases me saludó y me ofreció un casillero, ni siquiera me saludaba ni me miraba los días siguientes ¿Y ahora se burlaba de mí?

Voz favoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora