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Seguíamos dentro del auto, yo con el rostro más pálido de lo normal y Joe con su semblante despreocupado.

-¿Qué?

-Dormí con ella. –repitió.

-¡¿Disculpa?! –exclamé.

-No te ahogues, respira fantasma –me tranquilizó.

-Sólo explí...came –pedí con la voz entrecortada.

-De acuerdo –accedió arrancando el auto- nos conocimos antes de que me fuera a New York y nos hablamos un par de veces, me invitó a una celebración de principio de año en su casa, bebimos, bailamos, bebimos más y pasó.

-No puedo creerlo. –logré decir tratando de procesar todo.

-No pongas esa cara de funeral Mia, yo tenía 17 y ella 16, repitió 1 año así que no había mucha diferencia de edad, no te espantes.

-No puedo creerlo.

-Muy bien, cuando lo creas y te calmes me dices ¿De acuerdo?

-No puedo creerlo.

-Arghhh... -gruñó Joe y siguió conduciendo el camino de regreso.

No fui capaz de comer toda mi cena esa noche, tampoco pude dormir bien, el hecho de que Carol y Joe se conocieran o más bien que hayan intimado, me tenía intranquila, sumándole el asunto de Gabriell y ella en la fiesta. Definitivamente tendría que buscar nueva compañía en el instituto, por lo menos hasta que deje de pensar que Carol es una embustera, luego de que ese horrible sentimiento se me quite, podría volver a hablarle sin miedo de decir algo grosero.

-Veo que estás sin tu compañera, la rubia –me dijo arrastrando las palabras. Gabriell había llegado a mi lado en el almuerzo.

-Sí, no la he visto –dije.

Me sorprendió que me hablara normal después de la actitud que había tomado durante estas semanas, pero fui muy buena disimulándolo.

-No la viste o ¿No quieres verla? –preguntó como si pudiera leer mi mente.

-¿Qué insinúas?

-Que la estás evitando –dijo sin rodeos.

-¿Qué te hace pensar que la estoy evitando?

-Que tal vez te contó por qué nos conocemos.

-Tú ganas –respiré profundo- me contó el tema de la fiesta y lo de por qué me había ocultado su nombre, todo estaba bien hasta ese momento, pero luego me enteré de algo perturbador sobre mi primo.

-¿Todo estaba bien? –arrugó el ceño y se quedó quieto como si lo hubieran congelado.

-Sí, digo, puedo entender que no haya querido mostrarse como una fiestera ebria y drogadicta, o algo así y también entiendo que tú la cubrieras.

-¿Qué fue exactamente lo que ella te dijo, Mia? –interrogó acercándose un poco más a mí, de verdad que yo quería responder a su pregunta, pero el hecho de que me haya llamado por mi nombre tan sutilmente, me había pasmado.

-Pues... me dijo que se habían conocido en una fiesta a principios del año pasado y que tú estabas ebrio, también me dijo que la habías visto alocada y descontrolada y que le habías contado toda tu vida y tus problemas.

-¿Sólo eso?

-Sólo eso –lo miré intrigada- ¿Por qué?

-Pues creo que le faltó una parte muy importante.

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