11

1.3K 122 5
                                    

-¿Estás bien? –preguntó Carol.

-No lo sé –respondí sincera.

-Haz estado así varios días, ¿Qué te pasa?

-Nada...

-De acuerdo, haré como que te creo –dijo con semblante preocupado- oye, Close viene hacia acá, ¿Los dejo solos?

Levanté la mirada al instante y lo vi acercándose a paso lento y con las manos en los bolsillos del abrigo. Se veía más pálido de lo normal, tenía la corbata mal atada, ni siquiera llevaba el saco de la escuela cómo si su alarma se hubiera retrasado veinte minutos, aun así se veía guapo y fresco.

Me gustaba cómo sea y lo odiaba por eso.

-¿Mia?, ¿Quieres que me vaya?

-Uhm, si está bien...

-Nos vemos, no te aflijas por tonterías –aconsejó sin despegar los ojos de Gabriell- ni menos por algún cretino.

-No lo haré –aseguré sonriendo.

No había vuelto a hablar con Gabriell desde el beso, o sea hace tres días, y la verdad no estaba segura de querer enfrentarlo aun, además, me asustaba el hecho de que nuestras peleas y encuentros fueran tan intensos.

Ya estaba a unos cuantos pasos de mí.

-Hola –se aclaró la garganta y despeinó su cabello nervioso.

-Buen día, ¿Cómo estás? –respondí educada.

-Mal, no he dormido mucho.

-¿Insomnio?

-Mia Ellgate –dijo como si fuera obvio- ese es mi problema.

-¿Resulta que ahora soy un problema?

-No... Quiero decir, demonios.

Nos quedamos largo rato en silencio, parecía que ninguno de los dos iba a hablar, pero en el fondo de mi corazón sabía que tarde o temprano terminaríamos gritándonos el uno al otro.

-¿Dónde vas? –preguntó al instante en que me puse de pie. No dije nada, sólo me volteé a mirarlo una vez más.-¿Qué te pasa?

-Nada –mentí.

-No te creo.

- ¿No me crees? –lo miré indignada y con una sonrisa sarcástica en los labios.

-Las mujeres dicen "nada" cuando la verdad es que tienen un "todo" atorado en la garganta.

-¿Cuál sería mi todo entonces? –desafié.

Su respiración se hizo rápida, noté de inmediato la incomodidad en sus hombros tensos, agachó la cabeza un momento como si tuviera vergüenza de decir algo.

-Nuestro beso –soltó por fin.

Abrí los ojos como platos y llevé involuntariamente una mano a mi boca. 

-Sí Gabriell, eso es lo que me pasa –admití ruborizada pero con enfado en mis palabras.

-Mia, sólo fue un beso, no tienes que...

-No te atrevas Close –interrumpí, y el hecho de haberlo llamado por su apellido pareció sorprenderle de la misma forma en que me sorprendió a mí misma, no porque fuera la primera vez que lo hacía, sino porque dejaba ver mi verdadero enojo- no lo digas.

-No tienes que darle tantas vueltas –prosiguió sin despegar sus ojos de mí.

-Si es cierto.

Voz favoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora