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Estábamos levantados desde las 8 am, ya habíamos decorado, sillas y todo objeto de la casa, la mesa estaba lista, tía Evaneesce preparaba el pavo y cada uno hacía algo diferente, Albert cocinaba el acompañamiento, Joe se encargaba de bañar y peinar a Ally sin mucho resultado, David estaba dando su mejor esfuerzo con las ensaladas y yo tenía que ir a la tienda por las gaseosas, vino y demás.

-Cola, roja, amarilla, ¿Azul? –preguntó Gabriell mientras observaba toda la variedad de refrescos que existían.

-¡Cola, cola, cola, cola!

-Muy bien creo que es tu favorita –entrecerró los ojos y la puso en el carro- llevaré también roja y amarilla.

Cuando ya habíamos terminado de seleccionar lo que compraríamos, nos encontramos en el dilema de cuál vino era el mejor, etc, etc, etc, hasta que sólo nos quedó la opción de escoger el que nos recomendó el vendedor.

La tarde había pasado volando, recogimos a Grace en Bokicoffee y nos fuimos a casa, donde seguro tía Evaneesce estaba vuelta loca cocinando de allá para acá.

Me sentía privilegiada al poder pasar las fiestas con Gabriell y Grace, pero no podía sacarme de la cabeza el hecho de que en años anteriores y en esta misma fecha, hubieran pasado navidad y año nuevo sin sus padres, no había querido decir nada antes para no preocuparle, pero me asustaba no tener a mi madre acompañándome, ella era muy parecida a tía Evaneesce en estas cosas, se levantaba muy temprano o a veces se acostaba muy tarde dejando y preparando todo para que fuera perfecto para mi padre y para mi, la extrañaba mucho pero de alguna forma, Gabriell me ayudaba a soportarlo, me estaba ayudando y él ni siquiera se daba cuenta.

-¡Chicos los necesito aquí!

Bajamos la escalera a brincos hasta que llegamos al primer piso donde todos estaban de pie delante de la puerta como recibiendo a alguien, pero no podía ver quién era.

-¡Oh Dios, querido Alexander! –gritó tía Evaneesce.

Demonios. Aguante un grito cuando al fin pude notar la silueta de mi padre en la entrada. Se veía mucho más delgado y su cabeza tenía más canas que la ultima vez, pero aun así, su rostro seguía tan amigable como siempre, con las mejillas rosadas y sus cejas graciosas. Lo había extrañado.

-Hija –susurró al verme y me envolvió en un abrazo.

Sabía que estaba triste, lo noté de inmediato en cada detalle de su atuendo y de su apariencia, el bigote mal recortado (extraño en él ya que lo cuida demasiado), el cabello más largo de lo usual y la ropa desplanchada, sin duda había estado sufriendo un calvario sin mamá, y yo me sentía fatal por ni siquiera haberlo notado antes, es decir, lo había notado pero no quería decirlo para no crear más tensión de la que ya existía. Lo estrujé con fuerza tratando de recuperar el tiempo perdido y cuando nos separamos, me dedicó una sonrisa dulce y dos segundos después, posó sus ojos en Gabriell. Rayos, había olvidado que aun no se conocían.

-Uhm, papá... Él es...

-Gabriell Close –interrumpió Gabriell ofreciéndole su mano- y ella es mi hermanita Grace, es un placer, Señor.

-Alexander Ellgate.

Mi padre seguía sin aflojar su agarre y yo me comenzaba a desesperar. Se miraban a los ojos intensamente y por algún motivo Gabriell no se veía intimidado, me encantaba eso de él, ya que de esta forma yo podía ser la nerviosa de la relación con la seguridad de que él me calmaría como hasta ahora.

-Pareces ser un buen muchacho –observó mi padre soltando por fin la mano de Gabriell- espero que cuides bien de mi princesa.  

-Papá nosotros estamos...

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