ONE

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Al llegar a mi casa de toda la vida, mi mamá se encontraba con mi padre afuera de esta, esperándome con una gran sonrisa. 

— ¡Mami! —grité de la emoción corriendo a sus brazos abiertos. Nuevamente sentí su aroma a flores y observé su sonrisa cálida. La había extrañado increíblemente y sin duda no quería volver a irme con mis tíos.

Al soltarla, me detuve a observar a mi querido padre, le dediqué una pequeña sonrisa y me dirigí a los brazos de aquel hombre amoroso, sintiendo un ligero apretón de él, me sentía en casa nuevamente y era porque donde ellos estén, sería mi hogar.

—Nicky, estás cada vez más hermosa —me halagó mi madre mientras tocaba mi castaño cabello.

—Toda una señorita —mi papá fingió llorar y reí golpeándolo levemente en el pecho.

—Soy hermosa, lo sé —reí ingresando a la casa, mi padre se quedó afuera cargando mis maletas.

La casa seguía como la dejé, con ese ambiente hogareño de siempre.

Fui corriendo al cuarto de mi pequeña hermana —por nueve minutos—, casi caí contra el duro suelo al ingresar a su cuarto.

Estaba vacío, y aunque la pregunta sobre dónde estaba seguía en mi mente, me distraje al encontrar un piano en medio de la habitación.

— ¡Creo que estoy muriendo! —exclamé en un susurro.

Mis tíos nunca tuvieron mucho dinero, y yo tenía mucha pereza como para buscar trabajo, por lo que jamás tuve uno propio.

Sabia tocar porque mi mejor amigo tenía un piano, y gracias a eso me habían metido a clases de canto con acompañamientos, ahí incluían guitarra, bateria, violín y piano.

Me acerqué al piano y sentí como la melodía salía de mis manos apenas lo toqué.

Esa energía emocionante que me llenaba estaba ahí, luchando por querer salir.

Sin embargo, me contuve. Era de mi hermana y tenía que pedirle prestado antes de usarlo.

Bajé hacia el primer piso encontrándome con mi mamá murmurando algo de lo que no tenía idea junto a mi padre.

—Mamá —la llamé provocando que se sobresalte—. ¿Y mi hermana?

—Hoy es su último día de clases —me informó.

—Oh, genial. Y, ehm, ¿qué susurraban? —pregunté toda chismosa.

Se miraron entre los dos y luego vi como mi papá asentía y mi mamá se acercaba y me tomaba las manos.

—Hijita, tu hermana y tú irán Camp Rock, un campamento de música —me informó.

La emoción llenaba mi cuerpo y comencé a saltar sin contenerme.

— ¡Eres la mejor, mamá! ¡Te amoo! ¡Oh por dios! ¡Todo un verano junto a Mitchie y música! ¿Se imaginan?

La tos de mi mamá me interrumpió.

— ¿Qué pasó?

—También iré yo —dijo, hice una mueca confundida—. Hicieron un descuento al contratarme como la cocinera del campamento.

—Oh, mamá, eso es genial —la abracé inmediatamente.

Nuestra economía no estaba por las nubes, eso era muy obvio, y sabía que cocinar en ese campamento le ayudaría muchísimo en la economía.

—Ustedes me ayudarán en la cocina, pero sí, irán —me informó y sonreí sin dudarlo.

—Eso es genial, mami. Momentos familiares, wu.

Unos brazos se posaron en mis hombros, volteé al darme cuenta que era mi padre. Éste nos sonreía ampliamente con adoración demostrando cuánto había extrañado que estemos juntos.

CAMP ROCKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora