THREE

12K 770 303
                                    

Comencé a preparar las hamburguesas de carne que Mitchie formaba con cara de aburrimiento. Adoraba cocinar, quizá porque me permitía usar cuchillos y aplastar cosas con las manos en total libertad, aunque realmente no lo sabía.

―Vamos, Mitchie, anímate ―hice un pequeño puchero mientras ella me ignoraba―. Hoy habrá micrófono abierto ―comenté, y aunque trató de taparlo, vi una pequeña sonrisa en su rostro.

― ¿Vas a cantar? ―le preguntó mi madre dejando de lado los utensilios.

― ¿Frente de todos ellos? No, gracias.

―Cariño, te he escuchado en tu cuarto, eres grandiosa. Palabra de madre ―alzó su mano y me uní a su plática.

―Y si te sientes nerviosa, no te preocupes, todos lo están.

―Exacto, por eso preparé comida extra. Comen más si están nerviosos ―dijo mi madre señalando la fila de hamburguesas que faltaban hacer.

―Excepto yo, no quiero ni oler otra hamburguesa en la vida ―dijo Mitchie haciendo una mueca de asco.

―Dilo por ti misma, están deliciosas ―la contradije comiendo una que había hecho hace diez minutos atrás.

―Mejor ayúdame a sacar la basura y nosotras haremos lo demás ―le dijo mi mamá.

Mitchie obedeció y se sacó los guantes para hacer lo pedido.

―Creo que cantaré ―comenté nerviosa.

― ¡Oh, cariño! Eso es genial, estoy segura que lo harás muy bien ―mi mamá me dedicó una enorme sonrisa y luego su vista cayó en unos cubiertos―. Anda y llévate los cubiertos para que los acomodes junto a tu hermana.

Asentí e hice lo que mi madre me dijo. Sujeté con nervios la fila de platos sobre mis brazos y los cinco vasos encima de estos con cuidado de que no se me caigan.

Salí de la cocina y vi como Mitchie estaba afuera observando por la ventana a un grupo de chicas ―supuse― cantando.

―Mitch ―la llamé. Se sobresaltó y casi cae―. Eso te pasa por chismosa ―reí―. Vamos, mamá dijo que colocáramos estos en el comedor ―señalé los utensilios sobre mis brazos.

Asintió y me siguió en el corto recorrido hacía el comedor. Luego de colocar los platos en sus respectivos sitios, al igual que los vasos, nos topamos con un gran piano clásico.

―Mitch, ¿Qué dices? ―me miró confundida hasta que le señalé el piano.

― ¿Sabes tocarlo? ―recordé que ella no sabía casi nada de mi vida en México y asentí.

―Tomé clases de canto y acompañamiento. Ya sabes, piano, guitarra, etcétera.

Me senté y comencé a pensar en alguna canción, pero ninguna me llegaba a la mente.

―Y-yo, hace poco escribí una canción ―la miré sorprendida―. Bueno, no quiero decir que es buena, pero...

―Vamos, Mitch, muéstrame lo que tienes ―sacó una hoja amarilla de su bolsillo y me la pasó―. ¿Lista?

Ella asintió y dejé que la música fluya.

This is real. This is me. I'm exactly where I'm suppose to be, now. Gonna let the light, shine on me. Now I've found, who I am. There's no way to hold it in. No more hiding who I want to be. This is me... ―pasaron unos segundos luego de que la canción diese fin y no pude evitar sonreír.

―Me encanta, Mitch. Sin duda tienes talento ―la codeé y ambas nos levantamos sonriendo y saliendo del comedor.

•••

CAMP ROCKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora