Capítulo 18

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Labios compartidos - Maná

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Me sentía muy mal.

Ella pudo haber muerto. Y lo peor de todo, lo que me tenía aún más martirizada era que tenía ya mucho tiempo de no ir a verla. ¿Qué clase de hija era?, ¿cómo había podido ser capaz de abandonarla por tanto de tiempo? Cerré los ojos con fuerza, estaba haciendo lo mismo que mi padre había hecho tiempo atrás. Él nos abandonó, dejándonos a nuestra suerte, ¿cómo iba a seguir achacándole tanto odio si yo estaba haciendo exactamente lo mismo? Eso fue lo que me rebasó. Entonces, presa de una profunda tristeza, de un odio desmedido contra mí misma, lo busqué. Y aun no sabía cómo había sido posible que me aceptara aquel café, ¡Dios! Había sido tan cruel, que lo menos que merecía era que me cerrara la puerta en la cara. Pero no, él no era como yo. Él era leal, dadivoso y bondadoso, presto siempre a ayudar. Él no era como yo, a pesar de todo lo que había sufrido, él seguía manteniendo esa sonrisa, su humor, su bella esencia, pero en cambio yo, yo... estaba podrida, tal cual él había dicho, no era más que una fachada, no era más que un manojo de odio y rencor, de vulnerabilidad camuflajeada con arrogancia y desdén hacia los demás. Pero esa era yo; ese era el resultado de tanto daño, de tanto dolor y odio acumulado.

Sin embargo, algo en mi cambiaba cuando estaba con él, era como si todo lo que poseía oculto dentro de mí de pronto despertara, con Charles me era fácil expresarme, hablar de cualquier cosa, con él... reír era una tarea sencilla, nada del otro mundo. Pero era entonces, cuando miraba que toda mi coraza se debilitaba, que capa por capa, barrera por barrera, se iban desmaterializando frente a mí, como partículas de polvo suspendidas en el aire, me replegaba y era entonces que decir algún comentario grotesco, cargado de veneno era lo único que me ayudaba a sentir que aún seguía siendo yo, que nadie jamás lograría acceder a lo que en mi habitaba. Y temía que eso llegara a cambiar, que de un momento a otro me encontrara expuesta como un soldado en plena guerra, de pie en una pradera, desprovisto de armas, listo para ser destruido.

Contigo, nunca © [Pronto en Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora