Te Odio Y Te Amo (Sasuke y tu)

Capítulo 33. El Coliseo

El atardecer empezaba a caer por todos los rincones de aquel bosque, las sombras de los árboles empezaban a ser más pronunciadas al pasar de los minutos. El ambiente era tranquilo, no podía escucharse ni un solo ruido, a excepción del relajante sonido del viento contra las hojas. Esos eran los momentos en que se podía gozar de la paz, sin tener que pensar en pequeñas batallas contra ninjas que se animaban a retarlos, sin saber con exactitud de quienes se trataban.

Ninguno de los dos se animaba a decir palabra alguna, sólo disfrutando del silencio que le brindaba el otro. Pensando en muchas cosas, ya fuese mirando el cielo o mirando a la nada. El maullido de un pequeño gatito acercándose los hizo salir de su pequeños episodio de calma, voltearon su mirada al minino, parecía buscar comida. Se había acercado a quien estaba sentado al borde de un árbol, la muchacha descansada en una de sus ramas. Ella lo miraba con detenimiento, logrando sonreír sabiendo que no será vista. El mayor yacía comiendo unos cuantos onigiris, _____ ya se había comido los que le correspondían, el gato se sentó cerca de él, con sus ojitos fijos y brillantes. El Uchiha no dudó en lanzarle un poco de su comida.

-¡Quién lo diría? -la muchacha soltó una pequeña risita -Hasta puedes llegar a ser amable con los gatitos, me sorprendes. -no recibió respuesta, sólo observó otros gatitos acercarse

La otra mitad de la bola de arroz también les fue lanzada a ellos. Sin embargo, en tanto los gatito habían obtenido su comida, dieron media vuelta para irse. _____ bufó con un puchero. Bajó de la rama de un salto, sacudiendo su ropa y un poco su cabello. Se había apoyado en el tronco, sin pensar la consecuencia que se podría traer.

-Deberíamos irnos a otro lado. -el aleteo y el canto de un ave los hizo mirar hacia el cielo, por sus tonalidades y forma, era un ave de Sai

Sasuke lanzó un pergamino en blanco al suelo, a lo que el ave cayó en picada hasta mostrar su mensaje oculto. Los dos se acercaron. La muchacha sólo esperaba que no trajera ninguna mala noticia de su aldea.

-¿Regresar a Konoha? -una de sus cejas se elevó con intriga -Bombas humanas, eso es bastante... -había sido interrumpida, por algo no muy grato. Lejos de su ubicación, se escuchó una fuerte explosión, que hasta algunas aves salieron volando

Con sólo dirigirse una mirada, emprendieron camino guiándose por el humo que sobresalía de las copas de los árboles. Sabían de sobra que una explosión no podía tratarse de algo bueno, por lo que hicieron uso de su velocidad como ninjas para llegar en el menor de los tiempos. Se trataba de un pequeño pueblo oculto, los habitantes estaban pasando por un pequeño momento de tensión, y podía notarse por la angustia que sus rostros mostraban. Observaron lo que ocurría desde un tejado, a la espera de ver otra explosión o algo que les respondiera la duda de la procedencia de la anterior.

-¿Qué está pasando aquí? -____ centró su vista en aquel hombre que caminaba de forma extraña, no parecía estar en sus cinco sentidos

Uno de los aldeanos atacó a este con una lanza hecha de bambú, la había clavado en su abdomen, a lo que el otro ni se inmutó. Ni siquiera mostró dolor al quitársela de un tirón, generando que su sangre empezara a derramarse en abundancia, la herida era grave. A pesar que la muchacha quiso ir en su ayuda, Sasuke la detuvo.

-¡Oye! ¿Qué no estás viendo que está herido?

-Cállate y mira con atención. -le obedeció aún no convencida, sus ojos se abrieron con sorpresa al ver como el cuerpo de aquel hombre se cubría de una masa negra, muy desagradable, a su parecer. Otra esfera más pequeña se había situado en el centro de la más grande, palpitaba como si se tratase de un corazón. En unos pocos latidos, brilló con intensidad y generó una enorme explosión.