Capitulo 18

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Cuando llegamos al hotel, mientras él arreglaba unas gestiones en recepción, me excuse y subí antes a mi habitación. Me encerré y me puse rápidamente mi pijama. Me metí en la cama apoyada en el cabecero y empecé a reflexionar sobre todo lo ocurrido.

¿Por qué me sentía tan mal? ¿Era porque sentía que había hecho mal en contarle mi secreto? ¿Por qué creía que se lo contaría a alguien? "No, no has hecho mal" me dijo mi subconsciente. Necesitaba decírselo, no me sentía bien mintiéndole por más tiempo. Aunque Kyle sea alguien que no cree en estas cosas, no se sentía bien ocultarle algo así. Además estaba segura que no se lo contaría a nadie. Aunque piense que era una loca, es alguien leal por naturaleza, y no lo revelaría. Por esa parte estaba tranquila. No era eso lo que me hacía sentir tan triste.

- ¿Entonces por qué me siento así, si ya sabía que no iba a creerme?

En el fondo una parte de mi había deseado que al contárselo él lo viese cómo algo normal, que no cambiase su opinión sobre mí. Kyle era de esas personas que consideran a las casamenteras unas estafadoras, que solo buscan sacar el dinero de la gente jugando con sus esperanzas. Y al decirle que yo era una de ellas y que de verdad tenía un don, o ha pensado que estaba tratando de engañarle también, o que era una desquiciada de psiquiátrico que creía que tenía poderes sobrenaturales. En cualquier caso, él me veía como un bicho raro, la mirada en sus ojos cuando se lo conté me lo dijo.

Miré mi móvil, tendría que enviarle un mensaje a Ellen para contarle todo, pero ¿qué le diría?: "Hola, ya he vuelto, la cena ha sido maravillosa. Luego me ha llevado a un barco para ver la costa de San Francisco y a la luz de la luna le he dicho que era casamentera. Después me ha traído de vuelta al hotel porque hubiese sido muy descortés de su parte ingresarme en el psiquiátrico de la ciudad sin informar a mi familia".

Ellen iba a matarme por estropearlo todo. Justo en ese momento tocaron a la puerta de mi habitación. Me quede muy quieta, nunca me había gustado abrir la puerta a cualquiera ¿y si era un ladrón?, pero oí la voz de Kyle:

- Amy, sé que estás ahí, ¿puedes abrirme por favor? Necesito hablar contigo- yo no contesté. No me apetecía volver a ver sus ojos mirándome con escepticismo- No voy a moverme de aquí hasta que me abras. Dormiré en el pasillo si hace falta. Te aviso. Y soy tu jefe, si mañana tengo dolor de espalda tomaré represalias.

Me levanté de la cama y me dirigí a la puerta. Me atusé un poco el pelo y miré mi pijama. Me había traído uno de terciopelo que usaba en invierno, no era lo más sexy del mundo, pero que importaba, de seguro venía a despedirme.

Cuando le abrí, él también iba en pijama. Era parecido al de la otra vez, unos pantalones de cuadros y una camiseta blanca, esta vez de manga larga. ¿Por qué tenía que estar siempre tan guapo?

- Escucha Amy... yo... Siento haberme comportado antes como un imbécil- se disculpó- Es cierto que mi opinión sobre todas las cosas de las almas gemelas y las casamenteras no era la mejor y no me esperaba que me dijeras que tú eras una de ellas..., por eso cuando me lo dijiste, no supe qué hacer. Lo siento

- No pasa nada, es normal- le contesté

- Amy- dijo y tomó aire- tú me gustas. Me gustas desde el primer día que te vi en el café Saint James cuando te mareaste- En ese momento dejé de respirar. Él había dicho que yo le gustaba, había salido de su boca. Mi corazón se aceleró a mil por hora- Y después entraste por la puerta de mi despacho para hacer una entrevista de trabajo por el puesto de becaria, y algo no encajaba dentro de mi mente analítica. ¿Cómo era posible que la chica en la que no había parado de pensar en toda la noche apareciese frente a mí de nuevo? Así que cuando te pregunté las probabilidades de encontrarte a la misma persona varias veces seguidas y me contestaste que no era probabilidad sino destino, esa palabra no ha dejado de dar vueltas en mi cabeza. Todo lo relacionado contigo me hacia replantearme, ¿y si es cierto que existe el destino? ¿y si yo estoy destinado a estar con Amy por eso no dejo de verla en todas partes y pensar en ella cada minuto del día?- Esa última frase cayó como un jarro de agua fría, yo no era la persona a la que él estaba destinado.

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