Capítulo 24: Fallo Cardiáco

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    Jack y Annie bajaron a la base de la torre después de la agotadora tarea.

Atraídos por el sonido del portal al cerrarse, los demás espíritus se acercaron al lugar para ver lo que había ocurrido. Los Guardianes, Annie, Rey Calabaza y Catrina se reunieron afuera del edificio, todos sorprendidos de verse unos a otros. Los que habían estado peleando estaban golpeados, sucios y manchados con la peculiar sangre de los monstruos. Rey Calabaza seguía siendo un espectro de cabeza gigante, y Norte había recuperado por fin su espada. Jack y la bruja lucían agotados.

Se colocaron en forma circular para verse unos a otros. La puerta de entrada al museo de la torre estaba frente a ellos, iluminada por luces blancas que se reflejaban solo en sus paredes, pues el resto de la torre estaba a oscuras. Diversos anuncios escritos en checo explicaban las exposiciones del lugar y el precio por entrar de visita. El viento traía consigo un olor extraño que ahora todos reconocían como el de los monstruos de Pitch.

— El portal fue destruido — aseguró Annie a los demás.

Todos liberaron un suspiro de alegría. Una cosa menos de la que preocuparse.

— Exactamente, ¿por qué hay una bruja aquí? — preguntó Catrina.

— Hablaremos de eso luego — aseguró el chico albino, antes de dirigirse a Rey Calabaza. — ¿Qué pasó con Pitch?

El espíritu hizo un gesto de asco.

— Agh, no menciones a ese tipo — se quejó con esa extraña voz que había adoptado.

— Lo vimos escapar mientras peleábamos con algunos de sus monstruos-pesadillas — explicó Norte.

— Alto, alto, ¿quieres decir que no saben dónde está? — inquirió Conejo.

Su compañero se encogió de hombros.

— Bueno, nosotros...

— Ustedes — interrumpió una voz. Todos se volvieron en la dirección de donde provenía: la base de la torre. El espectro surgió de entre las sombras que proyectaban las vigas, con las manos cruzadas detrás de la espalda en un gesto de altanería. — Ustedes de verdad me están haciendo enojar.

Los espíritus observaron en silencio hasta que Pitch se dejó ver por completo. No estaban sorprendidos del todo.

— ¡Estás acabado, amigo! Acéptalo — le gritó el pooka.

— Así es — siguió Jack. — ¡Ahora ríndete, Pitch!

— El que hayan destruido uno de mis portales no les da ventaja de nada — el ser caminó al borde del tejado. Fruncía el ceño, y las comisuras de sus labios se levantaban cuando hablaba para lucir sus dientes. — Aún hay muchos otros que deben cerrar para poder ganarme.

— Pero sigues aquí — refunfuñó Rey Calabaza. — Aún no has visto los demás, ¿cómo sabes que siguen abiertos?

— Oh, estaba a punto de irme — asintió el hombre. — Solo creí que les gustaría que les dejase esto.

Detrás de Pitch, apareció un cúmulo de arena negra con aspecto de tentáculo. Este era casi tan alto como el ser, y se envolvía en torno al torso de Lilly. Los presentes se quedaron quietos un instante, sin saber cómo actuar. La humana lucía bastante mal. Además de las heridas, su piel había perdido color y mantenía las facciones contraídas en un gesto de dolor.

— ¡Libérala! — Jack lo amenazó con su cayado.

Pitch negó con la cabeza.

— Esto no funciona así, Jack — le dijo con voz tranquila. — Tú cerraste mi portal, ¡y ella pagará por eso!

Rise of the Guardians: Pitch's ReturnsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora