X V I I

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Maia entró en el club nocturno escuchando la música cada vez más fuertes mientras se adentraba. Buscó a Agustín entre las distintas personas, pero no tuvo éxito, al parecer todos vestían igual que él esa noche. Maia se aceró a la barra, esperando lograr una mejor vista de aquellos que estaban en la pista de baile. Claro, ella se tenía que haber quedado, no podía hacerlo Daniel y no era sólo eso, sino que tenía que sacar a Agustín entre la multitud.

Se apartó de la barra apretando las llaves en su puño izquierdo mientras caminaba hasta Agustín, quien había conseguido a escasos metros de ella. Maia había distinguido su saco entre los demás. Sin tocarlo pudo verle bailando con una de las chicas, justo antes de chocar sus labios la castaña le posó la mano en el hombro.

Agustín levantó su rostro y le miró despectivo.

—¿Qué? — Movió a la chica a un lado.

—Necesitamos irnos, Daniel me pidió que te llevara a casa—  Intentó que el joven le escuchara sobre el sonido de la música.

—¿Y me debería interesar lo que diga Daniel porque...? —Su tono fue desinteresado y tomó a la chica nuevamente en sus brazos. Maia respiró de manera fuerte y le jaló por el hombro.

—Debería interesarte porque Valentina acaba de tener una recaída— Casi gritó logrando que el rostro de Agustín se colocara neutral. Maia se dio media vuelta con la necesidad de salir del club nocturno, no observó a Agustín seguirle el paso así que decidió seguir su camino.

Fuera del lugar el sonido de la música aún se hacía presente. Caminó sobre el frío asfalto resonando sus delgados tacones sobre él en dirección al primer auto que activó la alarma al presionar el botón de las llaves en su mano.

Antes de llegar hasta su objetivo escuchó unos cuantos silbidos que provenían de un grupo de jóvenes apoyados en unos autos cerca de la entrada. Maia ignoró el sonido y continuó acelerando el paso luego de escuchar pisadas detrás de ella, volteó pensado en Agustín, pero definitivamente no era él.

—¡Hermosa! — Uno de los jóvenes se logró acercarse a ella colocándose a su lado— ¿Qué no hablas? — Musitó al notar como Maia lo ignoraba— No seas odiosa— Maia aceleró aún más el paso manteniendo el silencio— ¡Hey! — Le tomó de manera brusca la mano y Maia se la arrebató de inmediato.

Era tarde y el frío incrementaba a cada minuto, con algo de miedo detuvo su paso.

—¿Qué te sucede? — Casi gritó— ¡Déjame en paz! — Se quejó y continuó caminando.

El joven la volvió a coger del brazo y Maia pudo distinguir el tipo de alcohol que estaba consumiendo. La castaña forcejeó hasta logar soltarse, antes lograr gritarle cualquier insulto una voz masculina le interrumpió.

—¿Algún problema? — Maia pudo notar a Agustín cruzado de brazos detrás del joven que la perseguía.

—No, tengo todo en orden— La joven le sonrió de manera hipócrita caminando hasta el auto.

Agustín soltó sus brazos y chocó su hombre con el muchacho que había guardado silencio.

—¿Qué crees que haces? — Dijo a mirar a Maia entrando en el lugar del piloto— Es mi auto, yo conduzco— Se quejó con un niño pequeño.

Maia lo ignoró y entró en el vehículo para luego cerrar la puerta con algo de estrés. Agustín volvió a quejarse y caminó hasta el lugar del copiloto.

—¿A dónde se supone que me llevarás?

—A dónde sea que vivas, aún Daniel no me dicho nada de Valentina—Sacó su teléfono de su pequeña cartera brillante que anteriormente colgaba de su hombro.

—Espera, ¿No bromeabas con lo de Valentina? — Agustín se sintió como estúpido al creer que era una mentira. Maia le miró despectivamente— Entonces vayamos al hospital— Terminó de decir.

—No— Puso en marcha el auto— Estás ebrio.

—No lo estoy— Tomó el volante fingiendo sobriedad— Es mi auto e iremos a donde yo diga.

—Agustín. Suelta— Forcejeó el volante para luego sentir el teléfono vibrar constantemente en sus piernas, era una llamada. Maia contestó al notar el nombre de Daniel en la pantalla— ¿Sí? — Contestó.

Buenas noticias. Ya vamos en camino a casa. Valentina está bien, lograron estabilizarla, pero mañana tendrá que ir de nuevo— La tranquilidad se podía sentir en sus palabras. Maia suspiró con calma expresando su alegría mediante unas cortas palabras, mientras Agustín le miraba desesperado aun tomando el volante— Dejaré a Valentina en casa y luego podré llevarte sin ningún problema.

—Nos vemos allá— Dijo para luego trancar y luego observar la hora, el reloj marcaba las tres de la mañana.

—¿Y bien? — Agustín podía ser fastidioso de vez en cuando.

—Tu hermana está bien, nos veremos en donde sea que vivas— Volvió a recalcar las últimas palabras esperando una dirección.

—Prime West— Musitó recostándose del asiento— No te pierdas.

A pesar de que Maia nunca había estado ahí, reconocía los edificios solo por el nombre. Se encontraban en la zona más pudiente de la cuidad, lo que no le sorprendía, pues tanto Valentina como Agustín daban la impresión de ser tan millonarios como los chicos de las películas.

El camino se hizo algo largo por el ligero cansancio que la joven comenzaba a sentir, mientras Agustín no paraba de roncar a su lado. Al llegar a la residencia de los altos edificios el vigilante del lugar le preguntó hacia donde se dirigía, pero se respondió por si solo cuando observó a Agustín babeando del lado derecho del auto. Maia se estacionó en el primer puesto que vio desocupado y apagó el auto.

Agustín realmente se encontraba en los brazos de Morfeo, si quiera se movía, solo roncaba cada cinco u ocho segundos. Llevarlo hasta su departamento sería toda una travesía si no despertaba enseguida.

—Agustín...— Le llamó repetidas veces mientras lo agitaba el hombro, él únicamente se removía en el asiento.

Maia se hartó y salió del auto caminando hasta la puerta del copiloto, la abrió y se le quedó mirando.

—Agustín, despierta— Le jaló la mano intentando que saliera del auto.

En el segundo intento este se levantó y puso sus pies en el asfalto utilizando a Maia como soporte, la diferencia de altura —A pesar de los tacones de ella— le favorecían a Agustín. Maia cerró la puerta del auto guardando las llaves en su cartera para luego agitar al chico pidiéndole que abriera los ojos.

—¿Dónde vives? — Le dijo por tercera vez mientras lo agitaba por la desesperación. Había llamado a Daniel, pero las ninguna de las dos oportunidades contestó. 

Estaba cansada, sus pies la estaban matando y si no fuera poco cargaba con un borracho con síndrome de bello durmiente.

—mhh...— Fue lo único que se entendió.

—¿¡Dónde coño vives!? — Casi gritó. Agustín abrió los ojos y le tomó la mano.

—¡Por aquí! — La guió hacia la derecha, pero luego se detuvo— No, ¡Por allá! — Ahora caminaban hasta la izquierda— ¿Era por aquí? — Por alguna razón la ebriedad era más obvia que en el momento antes de subirse al auto.

Maia respiró de manera fuerte varias veces y volvió a marcarle a Daniel mientras Agustín trataba de averiguar donde quedaba su departamento.

—¿Maia? — Y hasta que por fin Daniel se dignó en contestar— ¿Sucede algo?

—Sí. Digo no— Agustín se colocó en frente de ella imitando a Maia— ¿Cuál es el departamento de Agustín?

—El penthouse de la segunda torre, seguramente sus llaves están en su saco— Habló de manera rápida antes de que la llamada se cortara.

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⏰ Última actualización: May 24 ⏰

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