Rebeka
Doy vueltas en la cama sin parar, intento dormir. Intento estarme quieta para no molestarla mientras duerme tan plácidamente, abrazada a mí, haciendo que a diferencia de ella, yo no pueda pegar ojo.
¡Si tan solo ella supiera todo lo que provoca en mí simplemente con pensar en ella!
En ese caso no estaría tan relajada, con la fina camiseta blanca de tirantes que deja al descubierto su abdomen, con sus delicados brazos alrededor de mi cuerpo, tocando con sus suaves y calientes manos, a diferencia de las mías que siempre están congeladas, algunas zonas correctas como mi cintura y abdomen, que si bien no son zonas "peligrosas" en sí, su tacto me prende de una manera inimaginable.
Tanto es así, que un suspiro tembloroso se escapa de entre mis labios, en un intento vano e irrisorio de mantenerme calmada. Sus largos dedos erizando la totalidad de mi piel, con ese roce suyo tan liviano que, a la vez, causa un torrente de emociones en mi alocada respiración, simplemente por tenerlos apoyados sobre mi cintura.
Tomo una ligera respiración y la suelto una vez que siento que mi pecho se llena de aire, repito la operación, una y otra vez, pero nada, me es imposible ralentizar un poco los latidos de mi corazón. Suelto aire un tanto agobiada por mi falta de autocontrol y me giro sobre mí misma quedando frente a frente con ella.
De sus carnosos labios entreabiertos, salen pequeños gruñidos y gemidos al dormir, que provocan algo en mí que no deberían, pero total, ya estoy acostumbrada. He sentido siempre lo mismo por ésta atolondrada chica, mi mejor amiga, que jamás ha visto en mí, más que eso y no se ha percatado de mis sentimientos.
Dudo que alguna vez lo haga y yo... yo tengo miedo de decírselo, de confesarle que la amo, por si con eso la pierdo para siempre.Es preferible vivir en ésta agonía de tenerla tan cerca y no poder tocarla como quiero, no poder besarla como deseo, no poder decirle lo que me hace sentir y saber, que jamás la tendré cómo desde pequeñas anhelo, a vivir en una vida dónde no la tenga a mi lado.
Bufo desesperada, no soporto más. Me escapo de entre sus brazos con el corazón latiendome a mil por la cercanía de su cuerpo al mío, me siento sofocada y como al final me pasa cada noche que duermo en su casa, en su cama, con ella, necesito salir y que me dé un rato el aire.
Me atrapa cada vez más fuerte entre sus brazos.
¡Mierda!
Lanzo una silenciosa maldición entre dientes. Nunca ha ejercido tanta fuerza, parece como si no quisiera que me aleje, pero necesito tomar aire fresco o echarme agua en la cara, necesito enfriarme.
Quiero salir de aquí y aunque en verdad no deseo alejarme de ella, sé que es lo correcto, sino haré algo de lo que quizás me arrepienta mañana. No quiero despertarla, así que trato de ser silenciosa pero al parecer me muevo demasiado rápido y la despierto, aún entre sus brazos.
— ¿Rebeka...? — gime estirándose como si de un pequeño y meloso gatito se tratase, aún sin soltarme. Gesto que me deja sin palabras por su extrema ternura.
— Te he despertado, lo siento. Vuelve a dormir —. Le digo sintiéndome un tanto acorralada por la intensidad con la que su mirada recae sobre mí.
— ¡No! No te vayas... — me pide haciendo unos morritos que quisiera besar como una loca, sin parar, hasta que ambas luchásemos por recobrar el aliento perdido —. Cada noche te levantas y vuelves muy fría, aquí conmigo estarás más calentita —. Protesta con voz de niña, con la voz con la que, absurdamente no le puedo negar nada. Si ella supiese qué tan caliente me siento con ella a mi lado...
Se acerca más a mí sin quitar esos morritos, sabiendo que con eso nunca le negaría nada.
¡Es una maldita tramposa!
Mi corazón comienza a latir como un loco al sentirla tan cerca de mi cuerpo, se está acercando cada vez más a mí, poco a poco, tan lentamente que me resulta desesperante. Quiero estirar ambas manos, sostenerla de su estrecha cintura y colocarla delicadamente bajo mi cuerpo, que sienta la cantidad de sentimientos que ella inocentemente provoca en mí.
Tantos que no puedo analizarlos uno a uno, tardaría toda una vida y aún no me sería suficiente tiempo.Mis manos pican con necesidad de tocarla, de sentir su suave piel aceitunada y siempre tibia, en contacto con mi fría piel.
Veo en sus preciosos ojos verdes, algo que me parece adivinar, algo que veo cada mañana frente al espejo, cuando pienso en ella al despertar, veo... Tal vez...¿Una chispa de deseo?
No lo logro descifrar del todo, ya que desaparece con la misma velocidad con la que apareció. Dejándome completamente descolocada, en busca de alguna respuesta que me ayude a resolver, el enigma que es la mujer que tengo frente a mí. Noto mi boca seca y ella no deja de acercar sus labios a mi cara, abre la boca ligeramente con una lentitud que me fascina e inquieta al mismo tiempo.
¿Va a besarme?, ¿en serio va a besarme?
Me altero estúpidamente ante la expectativa de la llegada del tan esperado beso, cuando de pronto...De pronto me lanza una soplido de aire frío en la cara y se ríe de su juego.
Me quedo anonadada y un pinchazo de decepción se adueña de mí. Me giro sintiéndome una imbécil total, ¿cómo alguien como ella querría estar de esa manera con alguien como yo?
Tonta, tonta. Me increpo en silencio, mientras Daniella poco a poco se tranquiliza y deja de reír, para hacer que quede con la espalda apoyada sobre el colchón y ella sobre mí.
— ¿Te has enfadado?, yo no quería... — trata de explicarse un tanto agobiada, pero no le doy tiempo.
— No —, le corto algo seca — duérmete — le ordeno.
— Estás enfadada — afirma repentinamente triste. Algo que no me gusta. No me gusta hacerle sentir así. Saber que es por mi culpa me desespera.
Suspiro agotada, no estoy enfadada, me siento decepcionada por el beso que no llega, al igual que la verdad que tanto deseo compartir con ella, claro eso lo pienso pero no se lo digo. Nunca se lo digo.
— No me enfado — le aseguro — jamás podré enfadarme contigo —. Acaricio, sin poder contenerme, su cara con la palma de mi mano, capturando por completo su moflete, Daniella tiembla ante mi contacto, algo que siempre me ha fascinado pero he atribuido a mi fría piel. Sonríe satisfecha con mi respuesta y así, posicionada sobre mí, con sus piernas a cada lado de las mías, y sus manos reteniendo, de manera inesperada, las mías sobre mi cabeza, se acerca a mí y planta un beso en mi mejilla, rozando la comisura de nuestros labios.
Robándose un suspiro casi imperceptible de paso.
Si ella supiera lo que siento por ella, no lo haría. Si yo no supiera que sólo me ve como una amiga más, ésta posición se malinterpretaría fácilmente.
Si ella supiera lo que provoca en mí evitaría cualquier mínimo contacto. Si supiera que ahora mismo tengo ganas de mover mi cara, a penas un centímetro, para probar sus labios y darle un beso en condiciones...El beso se alarga bastante pero no me molesta para nada, se separa de mí, de manera veloz y mirándome un poco extrañada.
Se baja de encima mío y se tumba a mi lado, dándome la espalda. Antes de dormirse, murmura un rápido "buenas noches" que me deja aturdida.¿Qué ha pasado?
Decido obviar todo esto por el bien de mi estado emocional, y duermo plácidamente, sintiendo su espalda contra la mía.
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Mi amor, mi vida #AwardSpring #wattysawards2019 #CarrotAwards2019
RomanceNadie elige a quién ama, han estado juntas desde pequeñas y desde siempre Rebeka ha sabido de quién es su corazón. ¿Qué haces cuando encuentras al amor de tu vida?. Luchas por tu amor, pero, si ese amor es tu mejor amiga... ¿Qué harías entonces?. El...